El ruido que no cesa
Las negociaciones para las distintas investiduras en curso deber¨ªan ser una oportunidad para empezar a generar alguna transversalidad que atenuara la din¨¢mica de bloques
Tanto en el plano judicial como en el plano pol¨ªtico, la semana que termina nos deja inquietantes perlas que siembran dudas sobre la posibilidad de que la pol¨ªtica regrese a su versi¨®n m¨¢s digna despu¨¦s de dos a?os de confrontaci¨®n y confusi¨®n, donde se ha echado de menos, en todas partes, la autoridad que emana del que es capaz de asumir sus responsabilidades, evaluar los efectos de sus decisiones y actuar en consecuencia.
En el ¨¢mbito judicial: la Fiscal¨ªa del juicio por el proceso catal¨¢n ha calificado lo ocurrido en Catalu?a en torno al 1 de octubre de golpe de Estado. Entiendo que no es f¨¢cil sustraerse al universo comunicacional actual, en que hay que buscar formas simples y un poco escandalosas para ser escuchado. Pero es peligroso jugar con las palabras. No dudo del efectismo de una expresi¨®n que ha tenido gran eco en los medios de comunicaci¨®n. Pero reforzar la apuesta por el delito de rebeli¨®n con la imagen del golpe de Estado sit¨²a las palabras en un estadio muy lejano respecto de lo que se vivi¨® en realidad. El independentismo nunca reuni¨® las m¨ªnimas condiciones indispensables para un golpe de Estado: capacidad insurreccional suficiente y continuada, organizaci¨®n armada para enfrentarse a las fuerzas del Estado, alguna potencia internacional de apoyo, y un poder econ¨®mico que lo sostuviera. Y as¨ª no hay Estado que se tambalee.
En Barcelona, era la oportunidad de un tripartito de Esquerra Republicana, Comunes y PSC
En el mismo escenario del juicio a los pol¨ªticos presos, el fiscal Javier Zaragoza nos sorprendi¨® con una contundente afirmaci¨®n: ¡°Celebrar un refer¨¦ndum es delito aunque se haya despenalizado la celebraci¨®n de las consultas¡±. Lo cual deja en la perplejidad a un profano como yo: ?C¨®mo puede ser delito algo que no est¨¢ tipificado como tal en el C¨®digo Penal?
Y no muy lejos de all¨ª, la sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Supremo, al decidir un nuevo aplazamiento de la exhumaci¨®n de Franco, lo consagra, en su resoluci¨®n, como jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936. Una sorprendente validaci¨®n del golpe contra la Rep¨²blica que obliga a reflexionar sobre el poso que dejaron tantos a?os de dictadura.
El refer¨¦ndum, si llega, ser¨¢ al final de un largo camino. Y para ello el independentismo tiene que renovar su estrategia
Si vamos a la pol¨ªtica, tampoco las se?ales mejoran sensiblemente. El presidente Torra opta una vez m¨¢s por la pol¨ªtica ret¨®rica. Es decir, hacer propuestas que sabe perfectamente que solo pueden tener una respuesta: no. En plena recta final del juicio, pide una entrevista urgente con el presidente S¨¢nchez para hablar de los presos y de la represi¨®n. Esto no es hacer pol¨ªtica, es jugar a la pol¨ªtica, porque Torra no ignora que S¨¢nchez no puede hacer algo que en estos momentos ser¨ªa visto como una intolerable intromisi¨®n en las decisiones del poder judicial. Torra lo hace porque vive de la agitaci¨®n, neg¨¢ndose a romper este c¨ªrculo y desplegar una estrategia pol¨ªtica e institucional a la vez. Seguro que ¡ªaqu¨ª y fuera de aqu¨ª¡ª la separaci¨®n de poderes no es tan limpia como dice la teor¨ªa, pero es obligaci¨®n del Ejecutivo mantener las formas. Y S¨¢nchez no est¨¢ para participar en rituales propagand¨ªsticos sin salida. Torra insiste en el refer¨¦ndum como propuesta para abrir una negociaci¨®n. Pero esta solo es viable si se puede encontrar un lugar intermedio entre lo que uno pide y lo que el otro puede dar. Y ahora mismo no lo hay. El refer¨¦ndum, si llega, ser¨¢ al final de un largo camino. Y para ello el independentismo tiene que renovar su estrategia. Necesita una mayor acumulaci¨®n de capital pol¨ªtico.
En fin, las negociaciones para las distintas investiduras en curso deber¨ªan ser una oportunidad para empezar a generar alguna transversalidad que atenuara la din¨¢mica de bloques. No se ve por ninguna parte. Hay un caso emblem¨¢tico en el Ayuntamiento de Barcelona. La izquierda se ha llevado una amplia mayor¨ªa con 28 concejales. Era la oportunidad de un tripartito de Esquerra Republicana, Comunes y PSC que pod¨ªa servir de pauta para empezar a abrir el juego. M¨¢s teniendo en cuenta que el independentismo solo suma 15 esca?os en Barcelona. Pero ser¨¢ imposible por la ley de los vetos cruzados: ERC no quiere al PSC y el PSC no quiere a ERC. Y as¨ª no acabaremos nunca.
?Habr¨¢ que esperar a que pase el juicio? Este es el problema: una suma de irresponsabilidades ha llevado las cosas a tal punto que hoy la pol¨ªtica depende, en parte, de decisiones de la justicia.
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