Cuando la memoria de un crimen fascista acaba en el respiradero de un garaje
La familia de Arturo Ruiz, asesinado en Madrid en 1977, logra por fin que el Ayuntamiento de Madrid le ponga una placa, el ¨²ltimo d¨ªa de legislatura y despu¨¦s de la negativa de dos comunidades de vecinos
La muerte de Arturo Ruiz, un estudiante granadino de 19 a?os, asesinado por un pistolero fascista el 23 de enero de 1977 en el centro de Madrid, siempre ha tenido problemas de visibilidad. Fue el d¨ªa antes de la matanza de los abogados de Atocha y qued¨® eclipsada por la noticia, tambi¨¦n en la memoria de las d¨¦cadas siguientes; el autor huy¨® con ayuda de miembros de fuerzas de seguridad y nunca ha sido localizado; la justicia declar¨® el caso prescrito en 2003. Ya lo ¨²ltimo que esperaba su familia es que al menos le colocaran una placa de recuerdo, pero tambi¨¦n ha sido un problema. Los dos edificios del lugar exacto del crimen, la esquina entre las calles Silva y Estrella, en Madrid, no han colaborado. El Ayuntamiento ha logrado esta ma?ana, in extremis, en el ¨²ltimo d¨ªa de la legislatura, colocar la placa en la plaza contigua, Santa Mar¨ªa de Soledad Torres Acosta, en el ¨²nico lugar en alto y visible: el respiradero del aparcamiento p¨²blico subterr¨¢neo. ¡°No hay mal que por bien no venga, la verdad es que al final queda mejor aqu¨ª¡±, ha dicho su hermano Manuel en un acto al que han asistido medio centenar de personas y representantes de todos los partidos del Ayuntamiento de Madrid.
Es verdad que al final puede tratarse del lugar m¨¢s id¨®neo, esos tres conceptos simbolizan perfectamente la memoria hist¨®rica en Espa?a: aparcada, p¨²blica y subterr¨¢nea. En ese gran tubo negro por donde el aire viciado sale al exterior ahora se lee un recordatorio que acaba con otros tres conceptos, pero de limpieza moral: ¡°Aqu¨ª fue asesinado por la extrema derecha Arturo Ruiz Garc¨ªa el d¨ªa 23 de enero de 1977. Verdad, memoria y justicia¡±. ?C¨®mo se ha llegado a esto, al tubo del garaje? Para empezar, de milagro, en el ¨²ltimo d¨ªa de la legislatura. La familia de Arturo Ruiz hubiera querido que fuera el d¨ªa del aniversario, pero todos los obst¨¢culos lo fueron posponiendo hasta hoy, y era hoy, ¨²ltimo d¨ªa de la corporaci¨®n de Manuela Carmena, o qui¨¦n sabe ya cu¨¢ndo, con la que parece que viene. ¡°Esta placa se coloca en los minutos de descuento. Y est¨¢n entrando grupos pol¨ªticos en las instituciones que lo primero que quieren hacer es eliminar la memoria hist¨®rica¡±, advirti¨® Manuel Ruiz en su breve discurso. Record¨® que el ¨²nico detenido por la muerte de su hermano qued¨® en libertad gracias a la ley de amnist¨ªa que ¨¦l reclamaba el d¨ªa que se manifestaba y lo mataron. Concluy¨® que a¨²n no se ha hecho justicia y que "no deber¨ªan prescribir los cr¨ªmenes de lesa humanidad".
La primera comunidad de vecinos, calle Silva 23, se dividi¨® en la votaci¨®n y al final deneg¨® el permiso porque ten¨ªan miedo a actos vand¨¢licos. Que les pintaran la fachada, tener que limpiar. El Ayuntamiento garantiz¨® luego que correr¨ªa con los gastos de posibles reparaciones, pero ya no se volvi¨® a votar. Al final no quisieron l¨ªos. ¡°Es triste, s¨ª, pero al final fue lo que se decidi¨®. Yo vot¨¦ que s¨ª. Soy de Logro?o, mi padre trabajaba en la torre donde ETA hizo un atentado en 2001, soy consciente de lo que significa la memoria de las v¨ªctimas. Pero aqu¨ª no hubo una discusi¨®n ideol¨®gica, los que votaron [en contra] era m¨¢s bien porque no quer¨ªan problemas¡±, cuenta Jaime, de 30 a?os, que era entonces presidente de la junta. Ning¨²n vecino viv¨ªa all¨ª cuando ocurri¨®, llegaron luego.
En el edificio de enfrente, calle Silva 25, la presidenta se remiti¨® al administrador. Por correo electr¨®nico, seg¨²n fuentes municipales, respondi¨® escuetamente de forma burocr¨¢tica: que tendr¨ªan que convocar una junta, y que no iban a celebrar una solo para eso, sino que la har¨ªan cuando tocara, y no sab¨ªan cu¨¢ndo ser¨ªa. Pero Javier, vicepresidente de la comunidad, confiesa que se entera ahora de la cuesti¨®n por el periodista: "Pero no me extra?a que pasara eso. Es un edificio donde la mayor¨ªa son alquileres, y es complicado hacer reuniones, muchos propietarios viven fuera, es m¨¢s por la complejidad de tomar decisiones que por otra cosa, no hay nada de ideas pol¨ªticas, para nada, y yo creo que la mayor¨ªa estar¨ªa a favor".
El escr¨²pulo en no tomar partido, el desinter¨¦s, las molestias de orden pr¨¢ctico, o que en ese momento viene mal, componen una buena muestra a peque?a escala de c¨®mo contempla el pasado esa comunidad de vecinos m¨¢s grande, el propio pa¨ªs. No meterse en pol¨ªtica, como Franco. Ser¨ªa interesante, como radiograf¨ªa sociol¨®gica, indagar por qu¨¦ cada vecindario que dice que no a una placa dice que no, como cuando decide si pone o no el ascensor. "No es un caso aislado, no es la primera vez, probablemente es independiente del contenido de la placa, aunque en general ha habido m¨¢s negativas a las placas de la memoria hist¨®rica que, por ejemplo, a las de v¨ªctimas del terrorismo", explica Txema Urkijo, responsable de Memoria de la Oficina de Derechos Humanos y Memoria del Ayuntamiento de Madrid. Otros casos: las negativas de vecinos de Madrid a las placas propuestas en memoria del general republicano Vicente Rojo; de Rafael Henche de la Plata, ¨²ltimo alcalde socialista del Madrid republicano; y Juli¨¢n Grimau, dirigente comunista fusilado durante la dictadura en 1963. En el caso de Arturo Ruiz, de 19 a?os, estudiante, tambi¨¦n an¨®nimos vecinos se han negado. ¡°S¨ª, esto es s¨ªntoma de algo, incomoda de alguna manera¡±, admite Urkijo. Pero al menos esta vez la memoria oculta y estancada, ese aire de habitaci¨®n cerrada, ha encontrado una salida por la placa del respiradero.
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