Gan¨® la (buena) pol¨ªtica
En Barcelona el pragmatismo se ha impuesto al sentimentalismo que viene dominando desde hace a?os la agenda catalana.
Ada Colau tard¨® casi 24 horas en darse cuenta, tras el bache de la noche electoral, de que en pol¨ªtica municipal lo importante es conseguir la alcald¨ªa y salir corriendo. No es tan importante quedar primero como negociar mejor. Y una vez mando en plaza el desalojo de un alcalde es muy complicado. Tambi¨¦n se dio cuenta de que en los momentos cruciales la pol¨ªtica tiene que prevalecer ante el activismo, al menos cuando aspiras a liderar una instituci¨®n. Hacer pol¨ªtica es pactar con quien piensa diferente y Colau ha sabido hacerlo. Ha madurado como l¨ªder y tambi¨¦n lo han hecho sus bases, como se ha visto en la consulta interna que ha permitido el pacto con el PSC incluso sabiendo que para cerrar la operaci¨®n eran necesarios los votos de su denostado Manuel Valls.
El pragmatismo ¡ªhacer valer los puntos de acuerdo por encima de los desacuerdos¡ª se ha impuesto al sentimentalismo que viene dominando desde hace a?os la agenda catalana. Y ello es justo lo que no han sabido hacer los independentistas que, a base de creerse sus proclamas, no supieron ver que, si en Catalu?a siguen sin ser mayor¨ªa quienes buscan la ruptura con Espa?a, todav¨ªa lo son menos en Barcelona. Simple y llanamente, con menos del 36% de los votos no se puede imponer en un ayuntamiento una agenda que el resto rechaza abiertamente. A base de negar este hecho Esquerra Republicana no ha hecho m¨¢s que equivocarse tras su ligera victoria en la noche electoral. Primero dando por hecho que ten¨ªa el derecho ¡°leg¨ªtimo¡± a arrogarse la alcald¨ªa con solo 10 concejales de un total de 41. Despu¨¦s, insistiendo en una agenda secesionista que, lejos de seducir a quienes necesitaba para pactar, alejaba a potenciales socios. Y por ¨²ltimo, desde?ando a Colau y haci¨¦ndola aparecer como una subordinada a los intereses del Ibex 35. El error final del independentismo ha sido intentar vincular los pactos que buscaban Colau, el PSC y Manuel Valls a una ¡°operaci¨®n de Estado¡± y de un supuesto establishment al que, por supuesto, Ernest Maragall, no debe pertenecer pese a su apellido y a las d¨¦cadas que lleva ocupando puestos de poder.
Colau ya es alcaldesa pero no lo tendr¨¢ f¨¢cil a partir de ahora. Sus concejales, sumados a los del PSC, corren el riesgo de no ser suficientes para aprobar las grandes reformas que necesita la ciudad. Las encuestas revelan un clamor para atajar la criminalidad, que cerr¨® el a?o pasado con un incremento del 17%. La vivienda asequible necesita una ingente inyecci¨®n de dinero p¨²blico, como tambi¨¦n requiere de pol¨ªticas p¨²blicas arriesgadas el veto al coche privado y evitar que Barcelona se convierta definitivamente en un parque tem¨¢tico para turistas. La reci¨¦n investida alcaldesa prometi¨® m¨¢s di¨¢logo para hacerlo. Tendr¨¢ que abandonar muchos de los prejuicios con los que ha gobernado hasta ahroa. Necesitar¨¢ m¨¢s apoyos y no podr¨¢ contar siempre con los de Manuel Valls. Si ERC se lame pronto las heridas puede tener un papel relevante en la gobernabilidad de Barcelona. Colau puede necesitarles tanto como los independentistas necesitan a los de la alcaldesa en el Parlamento catal¨¢n. Ayer gan¨® la pol¨ªtica. ?Habr¨¢ segunda vuelta?
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