?Doctor Besa, ¡®I presume¡¯?
Posiblemente ¨¦l mismo no sea consciente de la autoridad que emana, una autoridad nacida no del ejercicio del mando sino de la autoexigencia y la excelencia profesional
En la jungla del periodismo uno se puede encontrar todo tipo de personajes. Maestros, grandes profesionales, abnegados, exc¨¦ntricos, funcionarios, verdaderos santos, villanos y canallas. Ramon Besa, (es imposible resistirse hoy a la tentaci¨®n de parafrasear a Stanley al encontrarse en medio de ?frica al gran Livingstone y saludarle quit¨¢ndose el sombrero con un ¡°?Doctor Besa, I presume?¡±), es un caso muy especial y destacable dentro de la inmensa variedad que ofrece la especie. De entrada es un periodista deportivo, lo que visto desde la perspectiva de otros g¨¦neros no deja de ser extravagante, por la materia de la que se ocupa y por haber elegido una secci¨®n que te obliga a trabajar todos los fines de semana. Besa es algo m¨¢s que un periodista deportivo, en realidad: es un periodista deportivo absolutamente comprometido con su oficio y que se entrega a ¨¦l con la devoci¨®n con que abrazar¨ªa su causa un caballero templario.
Me toca subrayar la calidad de su escritura, un milagro si se piensa en qu¨¦ condiciones de presi¨®n horaria y ambiental est¨¢n cocinadas sus extraordinarias cr¨®nicas
Como vecino a lo largo de los a?os de la secci¨®n de deportes de EL PA?S ¨Ca ellos y a nosotros, Cultura, nos han solido colocar juntos tradicionalmente en un extremo de la redacci¨®n, alejados del n¨²cleo duro de pol¨ªtica donde se cuece ¡°lo importante de verdad¡±: somos lo que Ramon y el a?orado Agust¨ª Fancelli bautizaron como ¡°coros y danzas¡±¨C , he podido observar privilegiadamente d¨ªa tras d¨ªa, a?o tras a?o, al doctor Besa en acci¨®n. Y es un espect¨¢culo, oigan. Se entrega al deporte (period¨ªsticamente hablando porque yo no le he visto jam¨¢s practicarlo: hay rumores de que alguna vez se ha vestido de corto y de que no tendr¨ªa mal control del cuero) con un fervor y una pasi¨®n que no es que sean admirables sino que rayan en lo estremecedor. Dotado de voz poderosa y gesto grave, hombre recio y de car¨¢cter, aunque puede resultar sorprendentemente cercano y entra?able y tiene una forma particularmente emotiva de expresar alegr¨ªa, y tambi¨¦n de derrumbarse, Ramon Besa es de esas personas que te tumban con una opini¨®n indiscutible y te elevan con una palmada en la espalda.
Posiblemente ¨¦l mismo no sea consciente de la autoridad que emana, una autoridad nacida no del ejercicio del mando sino de la autoexigencia y la excelencia profesional, y de una de las virtudes que m¨¢s acrecientan su carisma: la modestia. Todo ello, y su veteran¨ªa, le han convertido en una especie de conciencia de la profesi¨®n (¨¦l se ve m¨¢s como un gru?¨®n Pepito Grillo), que advierte y alerta de los males actuales del periodismo, siempre desde su indestructible amor al oficio.
Su dominio del bal¨®n (metaf¨®ricamente hablando), su capacidad de diseccionar un partido, de juzgar una alineaci¨®n, de entender una jugada (o a todo un club), son ya proverbiales y no ser¨¦ yo quien los destaque. Me toca subrayar la calidad de su escritura, un milagro si se piensa en qu¨¦ condiciones de presi¨®n horaria y ambiental est¨¢n cocinadas sus extraordinarias cr¨®nicas. Para alguien sin su capacidad de resoluci¨®n y su talento el infierno es la p¨¢gina en blanco de un FC Barcelona-R. Madrid que en cambio ¨¦l resuelve sin que le tiemble el pulso, llenando el espacio magistralmente mientras se juega el partido.
Su doctorado honoris causa por la Universidad de Vic es un premio a todos los que hacen un periodismo comprometido con la verdad y la calidad
Desde hace alg¨²n tiempo, Ramon Besa se ha reinventado como cronista literario, aunque ¨¦l enrojecer¨¢ ante el adjetivo. Extrayendo de su vida personal, sobre todo de sus or¨ªgenes en Perafita, en la plana de Vic, recuerdos y emociones dignos de un Huckleberry Finn , ha ido regal¨¢ndonos una serie de escritos que se cuentan entre la producci¨®n m¨¢s aut¨¦ntica y emotiva no solo del periodismo sino de nuestra literatura reciente. Verdaderas cr¨®nica de una educaci¨®n sentimental rural revelan un mundo personal rico y f¨¦rtil, en el que la belleza y el sentimiento se expresan con una sinceridad ¨¢spera y hasta montaraz ¨Cpero poseedora de una ¨ªntima delicadeza¨C sorprendentemente falta de autocomplacencia. Cr¨®nica a cr¨®nica en ese estilo, Besa est¨¢ convirtiendo su rinc¨®n en la comarca de Osona en su propia Yoknapatawpha.
Su doctorado honoris causa por la Universidad de Vic es un premio a todos los que hacen un periodismo comprometido con la verdad y la calidad, a todos los que aman este sufrido oficio y a los que como ¨¦l no dejan de ponerse cada d¨ªa el list¨®n m¨¢s alto. Doctor Besa, madre m¨ªa, ?qu¨¦ extraordinaria noticia!
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