Almeida el Contaminador
En la capital, si te descuidas te colocan un mote. Una manifestaci¨®n a 15 d¨ªas de su nombramiento es un hecho ins¨®lito y un mal principio
El alcalde Almeida es un hombre simp¨¢tico y comunicativo. Soltero, pero suficientemente cat¨®lico. Goza de la proverbial respetabilidad de quien es abogado del Estado y tenaz opositor. Y es atl¨¦tico sincero, detalle sin embargo irrelevante dado que Florentino P¨¦rez ya ha conseguido todo lo que quer¨ªa y el Wanda es una realidad gracias a exCarmena. As¨ª, pues, nada que deba parecer inquietante. Re¨²ne condiciones suficientes para ser un buen regidor.
Sin embargo, dos semanas despu¨¦s de ser elegido alcalde, se le presentan ante la puerta del Consistorio algunos miles de heroicos manifestantes, en condiciones medioambientales adversas, bajo un calor de los que derriten el asfalto, para quejarse de forma preventiva por una decisi¨®n en curso: desmontar Madrid Central. Los de este s¨¢bado no ped¨ªan salvar patrias ni aumentos salariales, sino algo tan sencillo como un aire m¨¢s limpio.
As¨ª que Almeida tiene un problema. Una manifestaci¨®n, a 15 d¨ªas de su nombramiento, es un hecho ins¨®lito en las alcald¨ªas de la democracia. Y, un mal principio. Si quiere pasar a la posteridad como Almeida el Contaminador (en la capital, si te despistas m¨¢s de la cuenta, te colocan un mote) no tiene m¨¢s que seguir los consejos de Vox y abrir un carril di¨¦sel al centro de la capital. O abandonarse al reflejo de sus excesos electoralistas. Tambi¨¦n Ciudadanos debe reflexionar: la vicealcaldesa Villac¨ªs no puede pasarse todo el tiempo examinando cu¨¢l es su mejor perfil, para que nadie vea su peor cara.
Quien s¨ª reflexiona es la izquierda, que para eso est¨¢ la oposici¨®n. Unos, arreglando, si es posible hacerlo sin demasiadas v¨ªctimas colaterales, el tr¨¢nsito del carmenismo al errejonismo. ?Y Pepu? Ha pedido un tiempo muerto, para estudiar su pr¨®xima estrategia. La consecuencia del perfil de una, los debates de otros y el tiempo muerto, puede desencadenar que la oposici¨®n se haga en la calle. Y eso ni es agradable ni es buen s¨ªntoma para cualquier alcalde.
Almeida deber¨ªa ser prudente visto lo de este s¨¢bado. Medir mejor sus arrebatos, que poniendo banderas de Espa?a no se arregla el tr¨¢fico, que se sepa. Porque hay sembrados en las calles unos aparatos, conocidos como ¡°analizadores¡±, que si un buen d¨ªa detectan que nos proporciona a los pulmones de los madrile?os unas dosis gratuitas de di¨®xido de nitr¨®geno por puro empecinamiento, la ofrenda del alcalde a sus vecinos ser¨¢ recibida como una suerte de prevaricaci¨®n ecol¨®gica. Ya se sabe: contaminar a sabiendas. Y el PP no est¨¢ para a?adir a su historial un nuevo tipo delictivo.
Los manifestantes en la puerta ya no son perroflautas, ni subvencionados, populistas callejeros, socialdem¨®cratas de sal¨®n o toda suerte de rojos peligrosos. Ahora son sus vecinos, a los que se debe.
Y Almeida debe examinar tambi¨¦n este ¨¢nimo prohibicionista con el que ha inaugurado su mandato ?Que unos ciudadanos bailen un tango en la calle merece ser objeto de suspensi¨®n? ?Alguna medida prevista que signifique promover o impulsar? ?O es su prioridad ser el alcalde del 24,23% que le vot¨® y luego ya veremos?
Alcalde Almeida, respire hondo. Y respire limpio.
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