El temor de los noruegos ¡®espa?oles¡¯ ante la pel¨ªcula del terrorista de Utoya
La nutrida comunidad del pa¨ªs n¨®rdico de L¡¯Alf¨¤s del Pi (Alicante) vive con expectaci¨®n y cr¨ªticas el estreno de Utoya en el festival de cine
Cada 22 de julio, el municipio alicantino de L¡¯Alf¨¤s del Pi guarda un minuto de silencio dede hace ocho a?os. El Ayuntamiento recuerda as¨ª a las v¨ªctimas del atentado cometido por el empresario ultraderechista Anders Breivik en Oslo y en la cercana isla de Utoya (Noruega) en 2011, en el que murieron 77 personas, la mayor¨ªa de ellos, integrantes de las juventudes del partido laborista. La comunidad noruega tiene mucho peso en esta peque?a localidad tur¨ªstica, donde 2.500 vecinos empadronados proceden del pa¨ªs escandinavo, aunque en realidad viven unos 8.000. Este a?o, el homenaje se celebr¨® ayer, mi¨¦rcoles, en el preestreno de la pel¨ªcula Utoya. 22 de julio, que recrea la masacre cometida por Breivik. ¡°Hemos decidido que en vez de un minuto de silencio, vamos a guardar noventa minutos, los que dura la pel¨ªcula¡±, cuenta Elisabeth Marandi, asesora noruega del consistorio alfasino.
Pese al revuelo organizado en el entorno del Cine Roma, una de las sedes del XXXI Festival de Cine de L¡¯Alf¨¤s, organizador del preestreno, el aforo de 180 localidades se llen¨®, principalmente, de cin¨¦filos de otras procedencias. Porque no todos los noruegos quisieron ver la pel¨ªcula. ¡°Va a ser demasiado doloroso para m¨ª¡±, confiesa Inger Rehn, quien sigui¨® las noticias del atentado desde su casa en el Albir, la playa alfasina. ¡°S¨¦ que la pel¨ªcula ha recibido muchos premios y que se ha rodado de una manera muy respetuosa¡±, dice. Pero ¡°AB no deber¨ªa recibir tanta atenci¨®n, es lo que buscaba¡±. AB son las iniciales de Breivik. Siete a?os despu¨¦s de la matanza, los noruegos siguen sin pronunciar su nombre. Como mucho, lo conocen como ¡°el terrorista¡±. ¡°Tanta atenci¨®n podr¨ªa potenciar la presencia de seguidores¡±, se?ala Rehn.
En L¡¯Alf¨¤s, los noruegos disponen de dos escuelas propias, dos iglesias y numerosos centros de atenci¨®n espec¨ªfica. Como el Centro de Voluntariado Noruego(CVN). Ni su gerente, la valenciana Teresa Zuriaga, ni su presidenta, Liv Fragaat, iban a entrar a la proyecci¨®n de la cinta dirigida por Erik Poppe, que se adelant¨® en nueve d¨ªas al estreno en las pantallas espa?olas. Ambas se enteraron del atentado en la localidad alicantina, donde residen. ¡°Fue un shock muy grande¡±, recuerda Fragaat, ¡°esas cosas no pod¨ªan ocurrir en una naci¨®n de paz como Noruega¡±. Fue lo mismo que pens¨® Zuriaga: ¡°No, en Noruega no, por favor¡±, exclam¨® frente al televisor.La presidenta del CVN cree que en su pa¨ªs a¨²n no se ha superado el dolor. ¡°Siempre lo acarrearemos¡±, se?ala. ¡°Y las pel¨ªculas y documentales consiguen que las v¨ªctimas y sus familiares tarden m¨¢s en olvidarlo¡±, a?ade. ¡°Tanto dolor no deber¨ªa producir beneficios ni fama para nadie, no me parece adecuado¡±, indica.
Un compa?ero de la directiva del centro, ?ystein Moberg, s¨ª quiere ver la cinta. Recuerda que aquel d¨ªa de 2011 estaba en Oslo y hab¨ªa planeado¡°comer cerca de la isla¡± de Utoya con su familia, aunque al final lo descartaron. Y ahora tiene inter¨¦s por ver ¡°desde qu¨¦ ¨¢ngulo han enfocado la historia¡±. Opina que la ¨²nica satisfacci¨®n de sus conciudadanos es ¡°saber que AB est¨¢ en la c¨¢rcel y no podr¨¢ salir nunca¡±. Tampoco nombra al asesino confeso.
Quienes s¨ª han visto ya la pel¨ªcula son la historiadora Dorte Skulstad y el profesor de la Universidad de Oslo Knut Aukrust, que pasan largas temporadas en L¡¯Alf¨¤s. Ambos vivieron los atentados en segunda persona. Aousmond, hijo del primer matrimonio de Aukrust, era uno de los que dirig¨ªa el campamento laborista de Utoya en el que Breivik pas¨® 45 minutos acribillando a j¨®venes, despu¨¦s de atacar varias sedes del Gobierno noruego en Oslo con coches bomba.
Skulstad y Aukrust celebraban un cumplea?os en una caba?a en las monta?as, cerca de Oslo. Se enteraron del suceso por la radio. Entre las 15 horas y las 17.30 intentaron ponerse en contacto con Aousmond. ¡°A esa hora recib¨ª un mensaje¡±, cuenta el padre del superviviente, ¡°que dec¨ªa ¡®Os quiero¡¯¡±. ¡°Fue extra?o, ¨¦l nunca manda mensajes tan emotivos¡±. Tres horas despu¨¦s, su hija le cuenta que el chico est¨¢ vivo ¡°y que era uno delos ¨²ltimos evacuados¡±. ¡°Hab¨ªa estado escondido dentro de una tienda de campa?a y por eso el terrorista no le encontr¨®¡±, rememora Skulstad. ¡°En aquel momento, los noruegos comprendimos que form¨¢bamos parte del mundo, que no ¨¦ramos diferentes a los dem¨¢s¡±, prosigue la historiadora. ¡°Sent¨ªamos frustraci¨®n y rabia, pero no nos estaba permitido demostrarlo¡±, cuenta Aukrust.
Su hijo tambi¨¦n ha visto la pel¨ªcula y ¡°piensa que est¨¢ bien¡±. ?l tambi¨¦n se encuentra bien. De hecho, se ha convertido ¡°en el primer joven laborista de la generaci¨®n de Utoya que entra como diputado en el Parlamento noruego¡±. En unos a?os, cuando se revise la cadena perpetua a la que se ha condenado a Breivik, ser¨¢n ellos quienes decidan si lo ponen en libertad.A apenas cinco minutos de que empiece la proyecci¨®n, la periodista Bente Solem recuerda el atentado. ¡°Estaba en casa, en L¡¯Alf¨¤s, y un amigo espa?ol me llam¨® llorando. Mis hijos estaban en Oslo de vacaciones y puse las noticias y...¡±. No puede continuar. Prefiere entrar en el Roma. Su compa?era, la tambi¨¦n periodista Ann-Louise Gulstad, a¨²n sopesa si quiere ver la pel¨ªcula. ¡°Lo que necesita el pueblo noruego es una explicaci¨®n, no acaban de creer en los motivos que dio Breivik¡±, asegura. Sigue dudando. ¡°Un amigo m¨ªo la vio en Noruega y me cont¨® que la mayor¨ªa de los espectadores no dejaron de mirar al suelo¡±. Adem¨¢s, sospecha que ¡°no hay nada mejor para el terrorista que seguir en los titulares¡±. Cuando termina de atender a EL PA?S, ya hace un cuarto de hora que la proyecci¨®n ha comenzado. Finalmente, no entrar¨¢.
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