Las luces de una imagen del Rastro
Antonio Garc¨ªa y Matilde Montoya tuvieron un puesto de l¨¢mparas durante 40 a?os


La imagen de Antonio Garc¨ªa se tom¨® en 1985 poco antes de que este asturiano afincado en Madrid abandonase su puesto por una ca¨ªda. Naci¨® en Puebla de Allende hace un siglo, una aldea que poco o nada ofrec¨ªa a los j¨®venes quienes tras la Guerra Civil se vieron obligados a emigrar a la gran ciudad en busca de oportunidades que les sacasen de la miseria. En Guadarrama, en un pueblo de la sierra madrile?a, Antonio conoci¨® a Matilde Montoya, con la que se cas¨® y tuvo cinco hijos. Su puesto de bronces, l¨¢mparas, apliques y trastos usados lo mantuvo ella hasta 2008. ¡°Formaba parte de esas mujeres luchadoras de los a?os 20 del pasado siglo a las que nada se pon¨ªa por delante y cuando mi abuelo perdi¨® la agilidad para trabajar con las l¨¢mparas y apliques era ella las que las hac¨ªa y se bajaba a su puesto a vender¡±, recuerda su nieto Juan Mart¨ªnez Garc¨ªa. Matilde naci¨® en Ribatajada una localidad castellano-manchega de la provincia de Cuenca y se traslad¨® a Madrid para trabajar como empleada en una casa familiar hasta que se cas¨®.
El pluriempleo en las d¨¦cadas de los 60 y 70 del siglo XX era frecuente entre los asalariados espa?oles, un sueldo no daba para mantener una familia y mucho menos si esta era numerosa. Antonio, adem¨¢s de su puestito en el Rastro, trabaj¨® como portero del Hotel Rex, ubicado en la Gran V¨ªa, y de conductor de una empresa de embutidos en el mercado de San Fernando, en la calle Embajadores. Antonio y Matilde vivieron en la calle Mira el R¨ªo Alta hasta que fallecieron y su puesto estaba en la perpendicular Mira el R¨ªo Baja. ¡°En aquellas fechas no hab¨ªa puesto asignado y hab¨ªa que levantarse muy temprano para poder coger un buen sitio. Yo les ayude muchos d¨ªas a colocar el puesto y extender los enseres. Por avatares de la vida me cri¨¦ con ellos. Fue emocionante ver en el peri¨®dico las im¨¢genes de El Rastro en aquellos a?os¡±, puntualiza su nieto.

Ni Antonio ni Matilde hab¨ªan aprendido oficio alguno. La necesidad de conseguir un dinero extra a los salarios que ingresaba como portero y conductor les llev¨® a comprar unas herramientas para trabajar el bronce y los cristales los iban buscando en distintos lugares para hacer sus l¨¢mparas y apliques de luz. Vivieron en habitaciones de alquiler, ya con hijos, en varios pisos hasta que pudieron instalarse en el piso de Mira el R¨ªo Baja, que alquilaron, pero ten¨ªan que dejar que una se?ora viviera en una habitaci¨®n y tambi¨¦n usara la cocina. Sufrieron un robo en el piso en el que viv¨ªan y el hermano de la vecina les cedi¨® parte de su puesto en El Rastro anim¨¢ndoles a hacerse con todo el material que una ferreter¨ªa estaba liquidando (tornillos, bisagras, herramientas...) para venderlo en el puesto. El material lo almacenaron en el piso y cada d¨ªa de venta lo bajaban y sub¨ªan de la casa "dieron salida a todo el material de ferreter¨ªa y mi abuelo empez¨® a restaurar l¨¢mparas, candelabros, apliques y globos de cristal". Con el tiempo lograron un encierre, un local cerca de su casa en el que guardaban sus artesan¨ªas, en el que trabajaban porque nunca tuvieron una tienda en la que exponer sus art¨ªculos y vender al cliente. ¡°Todav¨ªa tengo el olor metido de un ung¨¹ento que preparaba mi abuela con piment¨®n y vinagre con el que frotaba el n¨ªquel para que resplandeciese o el bet¨²n de judea para el bronce. Aprendi¨® a poner los cables y era una buena electricista¡±, recuerda Juan Mart¨ªnez, afincado en A Coru?a y especializado en Relaciones Laborales de medios de comunicaci¨®n.
Para este matrimonio no hab¨ªa domingos ni festivos. Cuando Antonio ten¨ªa turno en hotel era Matilde quien bajaba con su nieto a colocar las novedades de la semana. En los 70 el puesto funcion¨® bien, teniendo clientes fijos en militares americanos de la base de Torrej¨®n, a los les gustaba el estilo de las lamparas antiguas de bronce y cristal. Las l¨¢mparas se vend¨ªan a mitad de precio que en una tienda especializada y eran muchos los clientes que iban al encierre a hacerles los pedidos. En la fecha de la foto, 1985, lo normal era que Matilde y Antonio hiciesen una caja de entre 10.000 o 15.000 pesetas (entre 60 y 70 euros) y un buen d¨ªa lo ten¨ªan cuando vend¨ªan dos o tres l¨¢mparas que entonces se acercaba a las 60.000 pesetas (360 euros). El d¨ªa de Reyes sol¨ªa haber buenas ventas y ah¨ª estaban, pese al fr¨ªo, intentando sortear la jornada.

Los puestos en El Rastro de Madrid se empezaron a instalar hace 400 a?os. En d¨ªas laborables abren todos sus comercios, anticuarios y galer¨ªas, pero no los puestos callejeros que se instalan los domingos de 9.00 a 15.00 horas. "Madrid Central ha matado el Rastro" afirm¨® la candidata a presidenta de Madrid por el Partido Popular, Isabel D¨ªaz Ayuso, durante la reciente campa?a electoral una afirmaci¨®n que desmiente con rotundidad Juan Mart¨ªnez "el concejal ?ngel Matanzo, edil de su mismo partido desde 1983 a 1993, es el que acab¨® con muchos de los puestos que hab¨ªa en esta feria comercial de Madrid con elevados pagos por puesto y con medidas m¨¢s rectrictivas".
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