L¨ªneas rojas
Los activistas est¨¢n al mando de las instituciones pol¨ªticas catalanas, tambi¨¦n civiles y econ¨®micas. Es as¨ª como transmiten todav¨ªa una imagen de poder¨ªo que tiene cada vez menor traducci¨®n en poder real y efectivo
L¨ªneas rojas son dos palabras que se han convertido en un arma arrojadiza y han perdido, como tantos otros conceptos ¨²ltimamente, su verdadero significado. Un binomio que se ha desgastado, y que hoy significa el abismo y ma?ana tan solo un recuerdo vago. La banalizaci¨®n del lenguaje, y de las realidades que representa, es un signo de nuestros d¨ªas, pero no por ello deber¨ªamos aceptarla acr¨ªticamente. Eso no lleva m¨¢s que a la perversi¨®n del sistema, en nuestro caso, del sistema democr¨¢tico. No todo debe ser asumido porque ¡°as¨ª es como ahora se hacen las cosas¡±. En una democracia madura, en la que la Constituci¨®n no fija l¨ªmites para iniciar el proceso parlamentario de investidura, una vez celebradas las elecciones, parecer¨ªa razonable esperar que la persona designada para someterse a dicho proceso llegara a la primera votaci¨®n con el programa de gobierno cerrado, al menos, en sus l¨ªneas maestras. El parlamentarismo, como se ha dicho tantas veces, implica una distribuci¨®n de funciones entre la ciudadan¨ªa, que vota en las elecciones a sus representantes, y la elecci¨®n del presidente del Gobierno, que es funci¨®n atribuida a aquellos. Hace pr¨¢cticamente tres meses que la ciudadan¨ªa cumpli¨® con su cometido. En cambio, nuestros representantes no han tenido tiempo de cerrar un programa de gobierno que presentar en el discurso de investidura. Y dan igual las siglas. En una democracia parlamentaria, no presidencialista, las responsabilidades son siempre compartidas.
Este escenario permite, adem¨¢s, que los partidos nacionalistas e independentistas, de cuyo voto tambi¨¦n depende la investidura de Pedro S¨¢nchez como presidente del Gobierno, hayan mantenido el suspense sobre su apoyo en forma de s¨ª o de abstenci¨®n en la votaci¨®n de investidura. Tambi¨¦n en este escenario hay l¨ªneas rojas. La pregunta es ?cu¨¢les?
La banalizaci¨®n del lenguaje es un signo de nuestros d¨ªas, pero no por ello deber¨ªamos aceptarla acr¨ªticamente
Los l¨ªderes pol¨ªticos independentistas se dividen hoy, para lo que ahora interesa aqu¨ª, en dos grandes grupos: los pragm¨¢ticos, que poco a poco asumen el principio de realidad de que la unilateralidad fue un error enorme que dificulta que la independencia de Catalu?a sea un proyecto viable a corto y medio plazo; y los pol¨ªticos-activistas, que se mantienen de cara a la galer¨ªa en un discurso irreal, en que insisten en que lo volver¨¢n a hacer, no sabemos muy bien qu¨¦, y que van a las instituciones del Estado a bloquearlo todo. Unas instituciones, por cierto, que les pagan mensualmente su sueldo, que les permiten, como no pod¨ªa ser de otra forma, participar y votar normalmente en todos los ¨®rganos parlamentarios.
Volviendo al primer grupo, los pragm¨¢ticos, sin embargo, siguen hablando de l¨ªneas rojas para poder apoyar a un nuevo Gobierno de S¨¢nchez. La cuesti¨®n es, habiendo recorrido el camino y habiendo quemado, simb¨®licamente, todo los puentes, ?d¨®nde se sit¨²an esas l¨ªneas rojas? Algunos insisten en la necesidad de celebrar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, cosa que as¨ª planteada es contraria a la Constituci¨®n espa?ola (y a todas las de nuestro entorno democr¨¢tico); adem¨¢s, a d¨ªa de hoy, pretender una consulta sobre el futuro de Catalu?a en Espa?a parece poco probable al haberse quemado, tambi¨¦n, buena parte de las simpat¨ªas ciudadanas que esta idea tuvo dentro y fuera de nuestra comunidad, tras el autoritarismo demostrado por las fuerzas independentistas en septiembre de 2017. Es cierto que hay pol¨ªticos presos que muchos hemos defendido que podr¨ªan estar en libertad condicional. Sin embargo, la posible desproporci¨®n de la prisi¨®n provisional (una vieja conocida en Espa?a, aunque solo ¡°descubierta¡± con el proc¨¦s) no supone reconocer impunidad, pol¨ªtica y/o judicial, a los responsables, ni dotarles de confianza para liderar un proyecto pol¨ªtico, sea el que fuera.
Los segundos, los pol¨ªticos-activistas, siguen jugando con fuego, azuzando a aquellas personas que se han quedado ancladas en las grandes proclamas y promesas falsas del 1 de octubre. Consiguen mantener encendida una llama, m¨¢s peque?a, pero cargada de frustraci¨®n por no haberse conseguido nada en absoluto de lo prometido. Los activistas est¨¢n al mando de las instituciones pol¨ªticas catalanas (incluidos los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos), tambi¨¦n civiles y econ¨®micas. Es as¨ª como transmiten todav¨ªa una imagen de poder¨ªo que tiene cada vez menor traducci¨®n en poder real y efectivo.
Las l¨ªneas rojas han quedado vac¨ªas de contenido, como lo har¨¢n otras como la calidad democr¨¢tica, en Catalu?a
Las l¨ªneas rojas, por tanto, han quedado vac¨ªas de contenido, como lo har¨¢n tambi¨¦n otras como la calidad democr¨¢tica, tambi¨¦n en Catalu?a, donde seguimos esperando a que los responsables pol¨ªticos den explicaciones convincentes respecto de las 131 cuentas de Twitter suspendidas por servir a la manipulaci¨®n electoral y pol¨ªtica y vinculadas a Esquerra. La desinformaci¨®n s¨ª deber¨ªa ser una l¨ªnea roja en toda democracia moderna, so pena de convertirse en un r¨¦gimen iliberal.
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