Un mundo al otro lado de los muros
Da miedo pensar que vivimos encerrados en un cerebro que percibe poco y que lo que percibe lo rellena o lo interpreta como buenamente puede
Hay que tener mucho cuidado con los trampantojos, porque nos muestran caminos que en realidad son muros contra los que podemos darnos con la cabeza. Est¨¢ la ciudad supuestamente real y luego est¨¢n los trampantojos, esas nuevas perspectivas destinadas a enga?ar al ciudadano, que son la ciudad que alguien se imagin¨® y a la que alguien puede tener la tentaci¨®n de escapar, a riesgo de darse una buena hostia. Son la imagen especular, Alicia a trav¨¦s del espejo. Nos preguntamos ?qu¨¦ hay al otro lado? ?Hay una ciudad mejor? ?Hay otro mundo que nos espera tras los ladrillos pintados?
Los trampantojos en los muros nos proponen un espacio extra por el que podemos transitar, al menos con la mente. ?Qui¨¦n vive al otro lado de los trampantojos? Imagino otro mundo, otro Madrid, habitado por un trasunto de nosotros mismos. Ah¨ª, al otro lado de la superficie del lago hay otro t¨², otro yo, otros nosotros, viviendo otra vida en otro Madrid. Nunca hemos recibido un mensaje de los que est¨¢n en ese m¨¢s all¨¢, nunca les hemos enviado ninguno, pero seguro que est¨¢n ah¨ª, haciendo vidas id¨¦nticas, pero al rev¨¦s: donde es arriba es abajo, donde es izquierda es derecha. Estoy seguro de que ellos tambi¨¦n se asoman a los trampantojos desde su orilla dimensional, especulando con la posibilidad de que aqu¨ª estemos nosotros, los de verdad, ?o los de verdad son ellos? Todos somos seres que viven en el trampantojo de los dem¨¢s, por eso nos cuesta tanto entendernos.
Es como la teor¨ªa de los multiversos, una especulaci¨®n cient¨ªfica, o casi filos¨®fica, que dice que hay otros universos contiguos al nuestro donde, quiz¨¢s, haya otros madriles, con sus madrile?os, con sus gobiernos de triple derecha, con sus fiestas populares, sus palomas y sus perros. Otros madriles con los que nunca entramos en contacto. Alguien deber¨ªa pensar en mandar una sonda espacial, a ver qu¨¦ pasa en ese lado.
Ra¨²l Cancio ha fotografiado los trampantojos madrile?os, los que hay pintados por ah¨ª (los hay en la calle Montera o en la plaza de los Carros, los hay en iglesias y en palacios) pero tambi¨¦n los que ¨¦l ha sabido encontrar con el sencillo y a la vez complicado acto de mirar a trav¨¦s de la c¨¢mara. Seg¨²n donde te pongas, salen trampantojos, seg¨²n sepas mirar con los ojos, sabes enga?arte por ellos. Si uno se esfuerza puede construir nuevas realidades que no son obvias al paseante despistado. Hay muchos mundos, pero todos est¨¢n en este.
Da miedo pensar que vivimos encerrados en un cerebro que percibe poco y que lo que percibe lo rellena o lo interpreta como buenamente puede. Que todo est¨¢ dentro de las conexiones que se forman entre las neuronas, que todo es tan solipsista. La pr¨®xima vez que vea un trampantojo madrile?o tratar¨¦ de traspasar el umbral y no regresar jam¨¢s a este mundo, que est¨¢n las cosas muy malas. Os mandar¨¦ una carta, o un guasap. ?Habr¨¢ wifi tras los trampantojos? ?Cu¨¢l es la contrase?a?
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