La huida de Rivera
Cuando la aritm¨¦tica parlamentaria le brinda el rol de bisagra, Ciudadanos ha preferido buscar un espacio en la derecha y ha reforzado el papel de los nacionalistas vascos y catalanes
Por qu¨¦ se niega Albert Rivera a que Ciudadanos ejerza la funci¨®n de bisagra en el Congreso de los Diputados, abri¨¦ndose a la formaci¨®n de una mayor¨ªa parlamentaria que sumar¨ªa 180 esca?os, por los menos, e incluso podr¨ªa llevar a Ciudadanos a un gobierno de coalici¨®n con el PSOE? Parece que las culpas del ya largo impasse pol¨ªtico tengan que repart¨ªrselas los responsables directos del desacuerdo entre el partido socialista y Unidas Podemos, o sea Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias, pero hay un tercer responsable. Lo que ha dejado a S¨¢nchez en manos de Iglesias es el rotundo rechazo de Rivera a una alianza con los socialistas anunciado en la campa?a para las elecciones del 28 de abril.
?Qu¨¦ tiene el PSOE para que sus posibles aliados desconf¨ªen tanto de ¨¦l? Puede haber muchas respuestas, cada una con su tanto por ciento de acierto, pero una de las m¨¢s claras es que tanto Iglesias como Rivera creen que si el PSOE tiene la oportunidad de rehacerse, cosa que bien podr¨ªa pasar si dispone de una legislatura de gobierno relativamente estable, se desvanecer¨ªa el ensue?o del fin del bipartidismo en Espa?a. Las expectativas de futuro tanto de Ciudadanos como de Podemos ser¨ªan entonces las de perpetuarse como muletas o ap¨¦ndices de la pareja dominante en un remozado bipartidismo imperfecto, el PSOE y el PP. Iglesias no quiere que Podemos sea una repetici¨®n de Izquierda Unida. Rivera no quiere ser un nuevo CDS o una reedici¨®n de UPyD, aunque lo cierto es que est¨¢ haciendo algo muy parecido a lo que hundi¨® al partido de Rosa D¨ªez. UPyD muri¨® cuando se empe?¨® en atacar a la banca, algo totalmente contradictorio para un partido de derechas. Rivera no la ataca, pero se empe?a en deso¨ªr los consejos de los poderes econ¨®micos para que se al¨ªe con el PSOE.
En el caso de Rivera ha habido, sin embargo, una evoluci¨®n muy rara, rar¨ªsima, por no decir contradictoria. Un partido que desde su nacimiento proclamaba enf¨¢ticamente que pretend¨ªa sustituir a los nacionalismos catal¨¢n y vasco en el papel de bisagra parlamentaria en el escenario pol¨ªtico espa?ol, ha renunciado a ejercer esa funci¨®n la primera vez que la aritm¨¦tica electoral le ha brindado la opci¨®n. Y no solo la aritm¨¦tica, tambi¨¦n la pol¨ªtica se la ha facilitado claramente: el aspirante S¨¢nchez se la ha reconocido e incluso ha implorado que la ejerciera durante las dos frustradas sesiones parlamentarias de investidura.
Bastar¨ªa con que Ciudadanos cumpliera esa parte de su sue?o fundacional, que ejerciera como Miquel Roca y Marcos Vizcaya, en sus tiempos de portavoces de CiU y PNV, o como Joaquim Molins, Xavier Trias, I?aki Anasagasti y Aitor Esteban. O como Jordi Pujol y Xabier Arzalluz, si se quiere. ?Puede hacer eso Albert Rivera? Quiz¨¢ sea m¨¢s pertinente preguntarse ?Por qu¨¦ no hace eso Albert Rivera? Una posible respuesta es lo que se apuntaba m¨¢s arriba: no quiere verse reducido a la condici¨®n de sat¨¦lite de un PSOE que, reanimado, puede convertirse en un contrincante imbatible para ¨¦l en el ¨¢mbito del centroizquierda. Y m¨¢s todav¨ªa si se tiene en cuenta la deriva tomada por Ciudadanos con los acuerdos postelectorales en ayuntamientos como los de Madrid y Zaragoza y en comunidades como Andaluc¨ªa, Madrid y Murcia. La se?al enviada por Ciudadanos al electorado es que su opci¨®n es la derecha, no el centrismo.
Tambi¨¦n tiene su l¨®gica, claro. El abandono de las iniciales veleidades socialdem¨®cratas de Ciudadanos y la entrega al neoliberalismo abri¨® para Rivera la posibilidad de sustituir a un PP que, por mucho que Pablo Casado disimule, sigue siendo el gran partido de la corrupci¨®n al que le quedan muchas cuentas por saldar. Para Rivera resulta m¨¢s asequible el giro a la derecha para hacerse con un buen espacio en un momento de grave crisis del PP que hacerse con un hueco en el centroizquierda junto a un PSOE en v¨ªas de reanimaci¨®n.
El ejercicio del rol de bisagra pol¨ªtica requiere que la equidistancia sea real. Es incompatible con la divisiva cruzada contra la anti-Espa?a en la que las derechas se han instalado para hacer frente a la crisis constitucional abierta en Catalu?a, paradigma de los problemas que requieren prudencia y flexibilidad si lo que se pretende es resolverlos o encauzarlos. La parad¨®jica consecuencia de esa renuncia de Ciudadanos a la posici¨®n intermedia ejercida durante d¨¦cadas por los nacionalistas catalanes y vascos es que ha vuelto a dejarles en posici¨®n de decidir. Donde antes estaba CiU ahora est¨¢ Esquerra. Y donde antes estaba el PNV ahora est¨¢n el PNV y EH Bildu.
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