Las vecinas de Almod¨®var
Por qu¨¦ y a quien no gusta su cine, la herida hist¨®rica que nutre sus im¨¢genes

Las cr¨®nicas italianas han hablado de Almod¨®var como del ¡°le¨®n herido¡± que recibe un premio honor¨ªfico, el Le¨®n de Oro, y no un gran galard¨®n con un filme en concreto. Qu¨¦ tonter¨ªa, si me permiten decirlo los colegas e incluso si no. La herida almodovariana es otra: a sus vecinas del pueblo no les gusta verse en sus pelis. Por m¨¢s cari?o que le meta y le pone much¨ªsimo, eso lo dice ¨¦l, ellas no lo ven as¨ª y nada les har¨¢ cambiar de idea. La primera vez que vi Dolor y gloria, su ¨²ltima y celebrada historia, incluso en la taquilla espa?ola, sent¨ª que ese es el n¨²cleo de la crisis creativa que retrata. Una segunda visi¨®n lo confirma: es la ¨²ltima advertencia de la madre (fant¨¢stica Julieta Serrano). Ni a ella ni a sus vecinas les ha gustado jam¨¢s. Salvador Mallo, trasunto de Almod¨®var, deber¨¢ apechugar a partir de ah¨ª con el cine que pueda seguir haciendo, no habr¨¢ m¨¢s conversaci¨®n materna, no la oir¨¢ ni la ver¨¢ m¨¢s. Y apechugar¨¢, y tanto que s¨ª.
A tantos de sus espectadores de la piel de toro no les agrada en absoluto, se dice poco. Es un espejo estridente, es eso que no gusta del cine propio y que en cambio convence de otros cines. Demasiado recordar que venimos de un espacio cerrad¨ªsimo que dur¨® cuatro d¨¦cadas, demasiado poner en la pantalla aquello que por pudor hist¨®rico (dig¨¢moslo as¨ª) solo se considera ¡®atraso¡¯ y basta, demasiada gente rara y gritona o alocada o demasiado corriente y moliente, provinciana, suburbial, eso no es moderno por m¨¢s que este tipo se lo haya montado de moderno desde los ochenta. As¨ª lo interpreto, pues quien no ama el cine de Almod¨®var no quiere ni puede expresarlo. Es tal vez el mejor indicio de que toca algo muy profundo. Como crec¨ª en un pueblo peque?o, algo de eso capto. Y como llegu¨¦ a la capital antes de la muerte del dictador y recuerdo su oscuridad, por eso probablemente amo su cine, por sus colores, su desparpajo, sus neurosis afectivas, sus gentes, su madre y sus vecinas.
El cineasta en crisis de la ¨²ltima peli (gran Banderas, es inevitable repetirlo) lleva el apellido de la pintora Maruja Mallo (1902 ¨C 1995), un referente de la vida republicana primero y despu¨¦s de la noche madrile?a en los ochenta, cuando regres¨® y se lanz¨® a asombrar a unas gentes que para nada sab¨ªan quien era y menos a¨²n conoc¨ªan (ni conocen todav¨ªa como merecen) sus cuadros, que estos s¨ª que son asombrosos. Otra madre, otra gu¨ªa de su arte: las verbenas, el trigo, la vida popular y la vida de la imaginaci¨®n m¨ªtica. Suerte que vivi¨® largo, m¨¢s de noventa a?os, no tanto para contarlo como para provocar en los j¨®venes y no tan j¨®venes posfranquistas arrebatados alguna gana de saber quienes hab¨ªan sido sus arrebatados precedentes m¨¢s all¨¢ de Bu?uel y Dal¨ª y, si quer¨ªan, midieran sus afinidades. Almod¨®var ha querido saber.
¡°Te piden una conferencia en Finlandia, muy bien pagada¡±, reporta al director Mallo su mano derecha Mercedes (estupenda Nora Navas) mientras esperan en el m¨¦dico. ¡°No puedo comprender c¨®mo gusto tanto all¨ª¡±. ¡°Yo tampoco¡±. Hombre, teniendo en cuenta sus colores, noches blancas y largu¨ªsimos d¨ªas, a m¨ª no me sorprende, por no hablar de la que puede que sea la cualidad mayor de su forma de contar las cosas, agarrarte por el cuello de la pasi¨®n desde el primer fotograma y no soltarte hasta el final. Eso se entiende aqu¨ª y en los fiordos. Pero veo qu¨¦ quiere decir, uno no sabe nunca por qu¨¦ no gustas a los tuyos (a los m¨¢s tuyos, aqu¨ª las vecinas y la madre del pueblo) y en cambio agradas en las quimbambas donde no solo no te conocen de nada sino que c¨®mo van a comprender la vida en una cueva. Aunque c¨®mo no van a comprenderlo, si han vivido en igl¨²s, tan blancos como la blanqueada cueva familiar de Dolor y gloria donde todo cuaja en el ni?o Salvador para siempre.
El cine de Almod¨®var es pol¨ªtico, hist¨®rico, una cierta cr¨®nica de los ¨²ltimos cincuenta a?os espa?oles. En el Lido veneciano lo uni¨® de manera expl¨ªcita a ¡°un momento ¨²nico en la historia espa?ola, la democracia despu¨¦s de la dictadura de Franco. Antes hubiera sido imposible. Mi cine es producto de la democracia espa?ola, la demostraci¨®n de que aquella naciente democracia era real.¡± ?Y el presente?: ¡°Hay una Espa?a contempor¨¢nea que tiene de todo, incluso un partido de extrema derecha cuya representaci¨®n tampoco debemos exagerar. Ocurre ahora, en Italia o Francia sucedi¨® antes¡±. Sigue habiendo quien no quiere saber, c¨®mo son sus pa¨ªses, c¨®mo de variadas son las propias gentes, de qu¨¦ horizonte hist¨®rico viene. Dolor y gloria de un artista de clase y de origen.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural
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