Nunca acorrales a un nihilista pol¨ªtico
S¨¢nchez ya deber¨ªa saber que no hay peor idea que la de acorralar a Iglesias; si hay repetici¨®n de elecciones, el PSOE tendr¨ªa m¨¢s responsabilidad pol¨ªtica porque tiene m¨¢s margen de maniobra
Voy a suponer, tal vez ingenuamente, que las acciones emprendidas por Pedro S¨¢nchez tras las elecciones generales no formaban parte de una sofisticada comedia destinada a repetir elecciones para intentar la fagocitaci¨®n de Podemos.
Voy a suponer que S¨¢nchez, ante la canci¨®n que alguien parece estar susurr¨¢ndole al o¨ªdo ¡ª¡°a m¨ª me salen los n¨²meros, Pedro, si Podemos aparece como intransigente¡±¡ª, tuvo un sano ataque de escepticismo y no quiso arriesgarse a que la fr¨¢gil minor¨ªa de la derecha (ya que esto es lo que est¨¢ en juego, no una inexistente mayor¨ªa de izquierda) dejara de serlo en unas nuevas elecciones.
Un sector de Podemos propone investir a S¨¢nchez qued¨¢ndose fuera del Gobierno para controlarlo
Abandonando un rato mi esp¨ªritu shakespeariano, voy a suponer, en fin, que las negociaciones con Podemos para la investidura fueron y est¨¢n siendo genuinas. De ser as¨ª las cosas, a Pedro S¨¢nchez se le deber¨ªa haber notado menos que sab¨ªa que Podemos solo pod¨ªa tener una actitud razonable, por m¨¢s dolor que le cause a Pablo Iglesias: apoyar la investidura b¨¢sicamente a cualquier precio, lo cual es tanto como investir a S¨¢nchez incluso a cambio de nada. Y a Iglesias le convendr¨ªa disimular un poco que entre el dolor y la nada, ¨¦l, a diferencia de Faulkner, no tiene demasiado problema en elegir la nada.
Con esto no estoy sugiriendo que las responsabilidades ante un fracaso definitivo de las negociaciones se repartan de forma equitativa entre PSOE y Podemos. Si hay repetici¨®n de elecciones, el PSOE tendr¨ªa m¨¢s responsabilidad pol¨ªtica, ya que es quien tiene m¨¢s margen de maniobra. Y, adem¨¢s, ser¨ªa m¨¢s responsable del fracaso porque a estas alturas ¡ªtras lo ocurrido en 2016¡ª, Pedro S¨¢nchez ya deber¨ªa saber que no hay peor idea que la de acorralar a Iglesias, alguien que al inclinarse por la nada hace visible su adhesi¨®n a un raro tipo de nihilismo pol¨ªtico.
Voy a suponer que las acciones de S¨¢nchez no forman parte de una comedia destinada a repetir elecciones
Digo todo esto, recu¨¦rdese, suponiendo que la voluntad de negociar por parte del PSOE fue siempre transparente y que la canci¨®n del ¡°a m¨ª me salen los n¨²meros, Pedro¡± qued¨® para el disco de rarezas.
Pero que S¨¢nchez tenga m¨¢s responsabilidad no quiere decir que su papel para salir del laberinto en el que est¨¢ metido no sea dif¨ªcil. (Una vez me contaron el truco para salir de cualquier laberinto. En realidad no es un truco, es pura l¨®gica, y mucha gente seguramente ya lo conoce. No lo voy a revelar aqu¨ª porque, en cualquier caso, del laberinto en el que est¨¢n S¨¢nchez e Iglesias no se sale con pura l¨®gica, sino con algo m¨¢s sutil o por lo menos m¨¢s inexacto).
Hay algo que deber¨ªa haber sido imprescindible en el enfoque de S¨¢nchez para salir del laberinto y que seguir¨¢ si¨¦ndolo si se repiten los resultados electorales. S¨¢nchez deber¨ªa convertir el hecho de que Podemos solo tiene una alternativa razonable ¡ªprestar apoyo a la investidura¡ª en el punto de partida de la conversaci¨®n, no en su final. Mi impresi¨®n, tratando de leer entre l¨ªneas las declaraciones de los dirigentes del PSOE y de Podemos, es que las conversaciones de la negociaci¨®n se precipitan demasiado r¨¢pido hacia esa ¨¢spera e inevitable circunstancia. No hay necesidad de recordarle permanentemente a Podemos que tiene esa espada de Damocles sobre la cabeza. Una vez asumida esa premisa, se abre un abanico de opciones interesantes.
En particular, la que propone el sector anticapitalista de Podemos me parece valiosa y digna de ser llevada a la pr¨¢ctica. Se tratar¨ªa de investir a S¨¢nchez qued¨¢ndose fuera del Gobierno pero haciendo que S¨¢nchez se comprometa a una serie de iniciativas legislativas de calado social. Esto dar¨ªa pie a tres cosas.
Permitir¨ªa condicionar y en cierta medida controlar desde fuera al Gobierno, oblig¨¢ndolo a mirar hacia la izquierda en el Congreso ya que, a pesar de que algunos todav¨ªa sue?an con que C¡¯s apoye a S¨¢nchez, la alocada carrera entre las derechas condena a Rivera a abandonar el centro tambi¨¦n en sede parlamentaria. Adem¨¢s, esta opci¨®n encaja bien con el esp¨ªritu del 15-M, que ve¨ªa con sospechas a los pol¨ªticos que se conduc¨ªan priorizando cargos institucionales.
Y, por ¨²ltimo, actuar¨ªa como un aparato de rayos X. Si el PSOE rechazara la oferta que le permite tener todo el poder ejecutivo (aunque fuera con algunas incomodidades parlamentarias, del todo asumibles para un partido que se dice socialdem¨®crata), algunos nos sentir¨ªamos legitimados para recuperar nuestro esp¨ªritu shakespeariano; quedar¨ªa as¨ª revelado que las negociaciones fueron siempre una comedia para consumir tiempo hasta la potencial tragedia de una nueva convocatoria de elecciones.
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