Diada, una nave sin viento en las velas
Antes, el Som una Naci¨® sonaba inclusivo, aunque no se concretara qu¨¦ se quer¨ªa decir con ser una naci¨®n
Abraham Lincoln dec¨ªa que a partir de los cuarenta a?os uno es responsable de su propia cara. A sus cuarenta y tres a?os la Diada recuperada tiene otra cara de cuando se present¨® en 1976 en Sant Boi, el Baix Llobregat, con el grito de Llibertat, Amnist¨ªa y Estatut d'Autonomia con acento charnego y del movimiento obrero. Aquel rostro colectivo de la manifestaci¨®n de 1976 ten¨ªa cara y voz de naci¨®n real de los ciudadanos. Ahora tiene las facciones corregidas por la cirug¨ªa del proc¨¦s a semejanza de un ¡°imaginario de ciudadan¨ªa a medida de una naci¨®n ideal dictada por la Historia¡±, en palabras robadas a Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n.
Lo que entonces llen¨® la plaza Catalunya de Sant Boi no fue el recuerdo de una dolorosa pero lejana derrota de 250 a?os atr¨¢s en la guerra entre un archiduque vien¨¦s y un duque nacido en Versalles que quer¨ªan ser reyes de Espa?a, sino la memoria cercana de un enero de 37 a?os atr¨¢s que acab¨® con el triunfo de la dictadura, la entrada de las tropas franquistas en Barcelona y el fin de la rep¨²blica espa?ola y del Estatut. Era la voluntad de recuperar las libertades democr¨¢ticas y nacionales arrebatadas por las armas a la Espa?a y la Catalu?a republicana con un mill¨®n de muertos.
Por el camino que lleva este d¨ªa va a quedar no solo como la Diada Nacional de media Catalu?a sino como la movilizaci¨®n que ha machacado los consensos del catalanismo transversal y unificador que en sus primeros a?os ayud¨® a construir. El nacionalismo de la era digital ha desechado lo compartido, que no era poco, explotando como veta electoral la vieja mina de la diferencia, sin importarle llevarse por delante los puentes que hac¨ªan que una mayor¨ªa social compartiese un presente y un horizonte de futuro. Lo que hac¨ªa fuerte nuestra comunidad nacional no era el cultivo intensivo de la identidad para alejar las malas compa?¨ªas sino aquello que nuestras gentes tenemos en com¨²n y la aceptaci¨®n de que la mezcla de or¨ªgenes y cari?os no es un lastre sino una riqueza.
Antes el Som una Naci¨® sonaba inclusivo, aunque no se acabara de concretar qu¨¦ se quer¨ªa decir exactamente con ser una naci¨®n. Parec¨ªa un concepto abierto, como una plaza p¨²blica cubierta al aire libre sin reserva de derecho de admisi¨®n. Una plaza que ha tapiado a cal y canto el soberanismo de lazo amarillo y estrella en la se?era, precariamente unido por un mono-objetivo: la independencia. La manifestaci¨®n de este 11-S sin pol¨ªtica en la cabecera ha sido como una met¨¢fora del independentismo, una gran nave sin viento en las velas, embarrancada, con una tripulaci¨®n dividida, sin rutas pol¨ªticas transitables en la hoja de ruta. Embarrancados y con los consensos nacionales y sociales rotos. No ser¨¢ f¨¢cil encontrar caminos viables y objetivos posibles, m¨¢s all¨¢ de la sentencia, la independencia y la autodeterminaci¨®n, pero habr¨¢ que comenzar a hacerlo.
Jos¨¦ Luis Atienza es coportavoz de Comuns Federalistes
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