Una ¡®rave¡¯ teatral interestelar
La compa?¨ªa Voadora utiliza los sonidos de la sonda Voyager para montar un espect¨¢culo musical y esc¨¦nico en el teatro de La Abad¨ªa
Las sondas Voyager son el objeto creado por el ser humano que m¨¢s lejos ha llegado. Despu¨¦s de m¨¢s de 40 a?os de viaje por el Sistema Solar han logrado salir al espacio interestelar, y por el camino nos han dejado valiosas fotograf¨ªas y datos de su periplo planetario. Llevan, adem¨¢s, el que puede que sea el legado definitivo de la civilizaci¨®n humana para el Universo, ahora que parece que el mundo se va a acabar, y pronto. Se trata de un disco de oro con lo que para la compa?¨ªa teatral gallega Voadora es un recopilatorio de grandes ¨¦xitos de la Humanidad. Su contenido sonoro, dise?ado por el astr¨®nomo Carl Sagan (que lo describi¨® como una ¡°botella lanzada al oc¨¦ano c¨®smico), comprende saludos en varios idiomas, sonidos de fen¨®menos naturales como el mar, el viento, los grillos o el crepitar del fuego, y m¨²sicas terr¨¢queas, desde m¨²sica de flauta de pan hasta rock n roll, pasando por el folclore mexicano o la m¨²sica barroca.
Con este material, convenientemente mezclado y tratado, los artistas han montado una especie de rave teatral e interestelar. Lo curioso es que, como se?alan, a nadie se lo ocurri¨® enviar al espacio exterior, adem¨¢s del disco, un tocadiscos. Hemos venido a darlo todo es el espect¨¢culo que, por primera vez en la historia de la compa?¨ªa, pone la m¨²sica en un lugar central. Se puede ver en el Teatro de La Abad¨ªa hasta el 29 de septiembre. ¡°Empezamos a estudiar todo lo que pasa en un gran concierto, desde que compras las entradas y est¨¢s en la entrada del pabell¨®n hasta la catarsis colectiva o los accidentes de las estrellas¡±, dice Marta Pazos, directora y actriz de la obra.
En un espacio completamente dorado, tres aguerridos DJ¡¯s (Jos¨¦ D¨ªaz, Fernando Epelde y Hugo Torres) vestidos con trajes intergal¨¢cticos (tambi¨¦n dorados) generan m¨²sica electr¨®nica en directo. Todo es muy Flash Gordon. A la entrada alertan al p¨²blico de la luz estrobosc¨®pica y ofrecen tapones para los o¨ªdos, por si acaso. Y el p¨²blico, animado a salir al escenario a bailar, a hablar si lo desean, a toma fotos o v¨ªdeos, tambi¨¦n forma parte de la obra. ¡°Algunas veces el p¨²blico habita el escenario desde el primer momento y todas las acciones del espect¨¢culo sucede entre la gente bailando¡±, dice Pazos. Estas acciones, que complementan la m¨²sica, son las aventuras de un astronauta que se pelea con una m¨¢quina de vending o la irrupci¨®n de unos mu?ecos muy simp¨¢ticos (lo de Voadora con los mu?ecos y los monstruos es cosa habitual, dicen que por influencia del universo de Hayao Miyazaki) que simbolizan a la Fe y a la Raz¨®n y¨¦ndose de paseo.
"Decidir si verlo, grabarlo o vivirlo"
Aunque este espect¨¢culo podr¨ªa parecer ideal para un espacio sin butacas, donde desmelenarse a gusto sin tener que decidir si romper o no la cuarta pared, en Voadora prefieren que haya butacas y se plantee esta disyuntiva. ¡°Es importante que est¨¦s en una butaca y tengas que transgredir, decidir si prefieres verlo, grabarlo con el m¨®vil o vivirlo en persona¡±, explica Pazos. Suceden historias curiosas, como la de aquel se?or que estaba tan feliz bailando como si aquello fueran las fiestas patronales de su pueblo hasta que vino su se?ora y se lo llev¨® del brazo por la puerta de emergencia. ¡°Ah¨ª estaba la vida latente, como una parte m¨¢s del espect¨¢culo que todos mir¨¢bamos¡±, recuerda la directora.
?Por qu¨¦ unas veces la gente participa en el bailoteo con m¨¢s pasi¨®n que otras? ¡°Creemos que tiene que ver con la energ¨ªa que haya entre el p¨²blico¡±, dice Pazo, ¡°a veces basta con alguien d¨¦ el primer paso para que el resto le sigan¡±. Parece un experimento de psicolog¨ªa social. Se narran casualidades c¨®smicas, como aquella ocasi¨®n en la que, un d¨ªa de verano de 1990, tocaron simult¨¢neamente Prince y Madonna en Galicia, como en una rara alineaci¨®n planetaria. ¡°Las personas se dividieron en dos tipos: las que iban a Prince y las que iban a Madonna¡±, cuentan los miembros de la compa?¨ªa. No se explica que casi nadie fuera al show de Lalo Rodr¨ªguez, autor del Dev¨®rame otra vez, en Santiago de Compostela. Deber¨ªan haber mandado esta canci¨®n tambi¨¦n al espacio exterior para que la gozasen los extraterrestres. Las Voyager llegaran dentro de 40.000 a?os a la siguiente estrella.
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