El par¨¦ntesis
La moci¨®n de censura a Rajoy y la experiencia de gobierno indicaban un cambio de rumbo y las elecciones de abril parec¨ªa que podr¨ªan avalarlo. Pero en verano el PSOE decidi¨® volver diez a?os atr¨¢s
La convocatoria de las elecciones se ha visto influenciada por la teatralidad de las negociaciones
El relato de las convulsas vicisitudes que han llevado a la convocatoria de elecciones generales, que han ocupado buena parte de la actualidad pol¨ªtica del verano, se ha visto quiz¨¢s muy influenciado por la teatralidad con que se han llevado a cabo las negociaciones que a la postre se han demostrado fallidas. La larga espera de un primer movimiento de S¨¢nchez, las reuniones entre los equipos negociadores, las declaraciones a la prensa de unos y otros (con picos narrativos realmente incisivos por parte de las ministras socialistas), los documentos inexplicablemente filtrados y manipulados, la sorpresiva renuncia de Pablo Iglesias a formar parte del Gobierno si es que esto era el real obst¨¢culo a la formaci¨®n de un Ejecutivo. Despu¨¦s la confusa, t¨ªmida y deliberadamente corta (no dur¨® m¨¢s que pocas horas) oferta para un gobierno de coalici¨®n, que Podemos rechaz¨® en julio, con el convencimiento ¡ªa la postre equivocado¡ª de que con alguna semana de margen de m¨¢s se podr¨ªa perfeccionar, clarificar y mejorar. Un agosto de calma chicha y tensa, en que un PSOE ya expl¨ªcitamente escorado hacia una convocatoria de elecciones anticipadas en pocos minutos rechazaba un largo documento de los morados que pod¨ªa haber sentado las bases para un acuerdo posible. Finalmente la aceleraci¨®n final: la ronda de contactos del Rey, en la cual se constat¨® la falta de acuerdo, y el movimiento en extremis de Albert Rivera, que adem¨¢s de funcionar como un recurso para la campa?a electoral, apunta posibles desarrollos del futuro. Una pel¨ªcula a la vez trepidante y trist¨ªsima, con m¨¢s villanos que h¨¦roes. Pero, sobre todo, una pel¨ªcula incompleta y enga?osa, en la medida en que relata solo un fragmento de la historia, y adem¨¢s de manera superficial.
Porque la historia de c¨®mo finalmente acab¨® de manera abrupta esta legislatura, b¨¢sicamente por voluntad del PSOE ¡ªy m¨¢s all¨¢ de los errores m¨¢s o menos graves de los otros actores implicados, que seguramente tuvieron su peso¡ª, tiene que ver con lo que ha pasado en Espa?a como m¨ªnimo en los ¨²ltimos diez a?os y con c¨®mo el mismo PSOE ¡ªque se vanagloria de ser el partido que m¨¢s se asemeja al pa¨ªs¡ª se enfrent¨® a todo ello.
Hubo reflejos conservadores: el intento de pacto con Cs y alg¨²n episodio gore como la defenestraci¨®n de S¨¢nchez
Un repaso r¨¢pido de lo m¨¢s lejano: el ¨²ltimo gobierno de Zapatero err¨® de manera cabal al no prever y sobre todo al ocultar los efectos de la crisis econ¨®mica de 2008. El 15-M fue el epifen¨®meno de un descontento profundo que alertaba sobre la ruptura de toda una serie de equilibrios y funcionalidades del sistema al saber recoger intereses y necesidades de sectores amplios de la ciudadan¨ªa y, especialmente, de las clases populares y de los j¨®venes, los m¨¢s castigados por la crisis. El PSOE no supo ni quiso entender (aunque es cierto que la prudencia de Rubalcaba impidi¨® que se decidiera reprimir en la Puerta del Sol, como en cambio pas¨® con el gobierno de los mejores de Mas en Barcelona). La decisi¨®n de cambiar ese mismo verano de 2011 el art¨ªculo 135 fue toda una demostraci¨®n de desubicaci¨®n y los a?os de la primera legislatura de Rajoy no hicieron sino confirmar una incapacidad creciente de representar lo que anta?o hab¨ªa sido el electorado socialista. As¨ª se lleg¨® a 2015 y al gran miedo de diciembre: los millones de votos a Podemos y a las confluencias ¡ªy que estuvieron bien cerca de realizar un sorpasso al PSOE¡ª, ven¨ªan ciertamente de la capacidad de quien supo hilar aquella propuesta pol¨ªtica (conjugando de forma democr¨¢tica y progresiva aquel descontento), pero tambi¨¦n de la desorientaci¨®n total con que los socialistas se enfrentaron a la situaci¨®n. Y otra vez hubo un reflejo conservador: primero con el intento de pacto con Cs y despu¨¦s con alg¨²n episodio gore como la defenestraci¨®n de S¨¢nchez y la abstenci¨®n a la investidura de Rajoy.
Fue aqu¨ª cuando se abri¨® una fase nueva, que muchos ¡ªincluso los que hab¨ªan dejado de votar socialista¡ª, consideraron interesante: la remontada en la secretar¨ªa de S¨¢nchez, aupado por una militancia m¨¢s capaz de ver lo que hab¨ªa pasado que los propios dirigentes. Y llegaba con un programa claro, que dejaba entrever el mensaje que la mayor¨ªa social hab¨ªa manifestado en los ¨²ltimos a?os: se entend¨ªa que el bipartidismo hab¨ªa muerto, que no se pod¨ªa transigir con la corrupci¨®n, que las respuestas a la crisis ten¨ªan que ser redistributivas y no austeras, y que se ten¨ªa y se pod¨ªa cooperar con quienes ¡ªcon aciertos y errores¡ª, hab¨ªan llevado esa agenda al Parlamento. La moci¨®n de censura a Rajoy y la experiencia de gobierno ¡ªculminada con un acuerdo de PGE que pod¨ªa ser una base de trabajo para el futuro¡ª, indicaban un cambio de rumbo y las elecciones de abril parec¨ªan refrendarlo. Pero en verano ¡ªy de forma absoluta y abrupta¡ª el PSOE decidi¨® cerrar lo que, en vez de una fase, finalmente parece haber sido solo un par¨¦ntesis, para volver diez a?os atr¨¢s. Falta por ver si y hasta qu¨¦ punto el electorado socialista querr¨¢ aceptar este cierre o bien, con un correctivo, desterrar cualquier tentaci¨®n nost¨¢lgica y mirar finalmente al futuro.
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