Sacudidas de energ¨ªa
Joana Carneiro y la Real Filharmon¨ªa de Galicia electrizan Ferrol con Adams y Chaikovski
La Real Filharmon¨ªa de Galicia, dirigida por Joana Carneiro (n. 1976), ha celebrado esta semana dos conciertos con los que ha inaugurado su propia temporada de abono -el jueves 26 en el Auditorio de Galicia- y la de la Sociedad Filarm¨®nica Ferrolana ¨CAuditorio de Ferrol, viernes 27-. Bajo el ep¨ªgrafe general Ondulaci¨®ns, el programa conten¨ªa obras de John Adams (n.1947) y Piotr ?lich. Chaikovski (1840-1893).
Desde su salida a escena Joana Carneiro transmite vitalidad y es como un concentrado de energ¨ªa hecha directora de orquesta. Su gesto, que nunca escatima, es preciso y eficaz y tanto marca ritmos y entradas con precisi¨®n cronom¨¦trica como modela o esculpe en el aire la m¨²sica. Una eficaz planificaci¨®n y realizaci¨®n de los ensayos y un buen ambiente de trabajo suele culminar en buenos conciertos y as¨ª ha ocurrido esta semana. Los de Santiago y Ferrol han materializado en sonido y emoci¨®n un gran flujo de energ¨ªa interpretativa entre el podio y los m¨²sicos y, como corolario casi inevitable, su traslado desde el escenario al p¨²blico.
La obra de Adams que se interpret¨® en la primera parte, Shaker Loops? cuya traducci¨®n vendr¨ªa a ser Sacudidas en bucle, es una obra bien representativa de su autor y uno de los paradigmas de lo que ha dado en llamar m¨²sica minimalista. Su continuo fluir de ritmos y din¨¢micas es como una autopista en la que destacan texturas y ambientes sonoros; sobre todo ello, Joana Carneiro hace surgir la emoci¨®n de los peque?os detalles y sorpresas contenidos en la partitura.
Su capacidad para mantener la tensi¨®n expresiva qued¨® de manifiesto en el primer movimiento, Shaking and Trembling, y esa segunda secci¨®n en la que la din¨¢mica cede su puesto a unas sutiles texturas con las que Carneiro y los m¨²sicos de la Filharmon¨ªa atraparon unos retazos de emoci¨®n para dejarlos como flotando m¨¢gicamente en la sala.
A partir de esos momentos, se extendi¨® la calma que reina en el segundo tiempo, Hymning Slews, con sus falsos arm¨®nicos suspendidos sobre los glissandi y pizziccati. Los motivos ascendentes de Loops and verses condujeron al despertar de esta, la vuelta del predominio r¨ªtmico y el enlace de su casi imperceptible final con el inicio de A Final Shaking, sus sacudidas iniciales y su sereno final marcado por el registro grave.
Y con ella lleg¨® el ¡°pathos¡±
La Sinfon¨ªa n? 4 en fa menor, op. 36 de Chaikovski, obra programada en la segunda parte, inaugura el ciclo de sus tres ¨²ltimas obras del g¨¦nero, que culminar¨ªa en la Sexta sinfon¨ªa en si menor, esa ¡°Pat¨¦tica¡± estrenada pocos d¨ªas antes de que su muerte acabara con el rosario de sufrimientos que hab¨ªa constituido su paso por este Mundo. Chaikovski marca desde el inicio de la Cuarta su profundo sentimiento, la pasi¨®n vital que lo marcar¨ªa como uno de los grandes de la historia de la m¨²sica.
No es f¨¢cil expresar estos sentimientos en su justa medida y Joana Carneiro lo logr¨® admirablemente en su concierto en Ferrol. Su dominio de la din¨¢mica de la orquesta, su capacidad de expresi¨®n con un fraseo id¨®neo o la sutileza con que abord¨® los cambios de tempo fueron alguna de las herramientas empleadas por la directora lisboeta.
El resultado, dominar la llamada inicial de metales y fagotes y manifestar con ellos el punto justo de dureza sin pasarse; hacer cantar a la orquesta con el lirismo del Andantino in modo di canzona y mostrar la fuerza dram¨¢tica de sus un¨ªsonos; dar el punto de gracia de los pizzicati del Scherzo y contrastarlos con la parte de maderas y metales o dome?ar la furia inicial del Allegro con fuoco final. Y todo ello haciendo sonar la m¨²sica de Chaikovski con el punto exacto -si es que eso puede existir- de pasi¨®n: ni desatada ni sometida, pero siempre en el borde de la ¡°raia¡±, de la frontera que delimita las posibilidades de expresi¨®n de la m¨²sica. Brava, Joana Carneiro.
Y bravas las secciones de la Real Filharmon¨ªa, que comienza su temporada de abono con fuerzas renovadas. Pocas veces han sonado con tal versatilidad las cuerdas, especialmente en Adams. Ni con tantos matices las maderas, redondez los metales y preciso poder¨ªo la percusi¨®n. Y todos los solistas, desde el oboe de Christina Dominik a la trompa de Jordi Ortega; de la flauta de Laurent Blaiteau al fagot de Juan Carlos Otero; del clarinete de Beatriz L¨®pez a la trompeta de Javier Sim¨® o del flaut¨ªn de Luis Soto al viol¨ªn de James Dahlgren y los dem¨¢s solistas de cuerdas, con un Adams absolutamente soberbio, o los timbales de Jos¨¦ Vicente Faus, este en un m¨¢s que sobresaliente ejercicio de sutileza y expresi¨®n en el moderato con anima inicial.
El resultado final, una gran ovaci¨®n de los filarm¨®nicos ferrolanos, como no pod¨ªa por menos de ser.
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