Animales
El silencio y la soledad de muchas casas de campo mezclan ahora con el ruido y la propaganda de las mas¨ªas que se exhiben como una postal del territorio: Benvinguts a pag¨¨s
A mi padre, mozo de cuadra desde ni?o, jam¨¢s le perdon¨¦ que sacrificara al cordero que yo cuidaba desde que me toc¨® en suerte en una rifa de Perafita. Tampoco asist¨ª nunca a la matanza del cerdo porque su crueldad contrastaba con el cari?o que le ten¨ªa despu¨¦s de limpiar su pocilga hasta el d¨ªa de San Mart¨ªn. Hu¨ªa tambi¨¦n de mi madre cuando le rebanaba el cuello a un pollo o le sacaba la piel a un conejo y me escond¨ªa cada vez que par¨ªa la perra o la gata de casa porque sab¨ªa que no quedar¨ªa rastro de sus cr¨ªas, desaparecidas en un saco que alguien de la familia estampar¨ªa contra una pared cualquiera de Cal Cutret.
As¨ª que me considero un buen amigo de los animales que hoy siente nostalgia de cuando era cr¨ªo y cazaba jilgueros y pinzones que me alegraban el d¨ªa despu¨¦s de repasar la lecci¨®n con mi abuela Dolors. Tiempos de econom¨ªa dom¨¦stica, y de supervivencia, en que nuestro disfrute estaba vinculado a la naturaleza y al cuidado del monte y del r¨ªo mientras el campo era el espejo del alma del campesino, ninguno tan pulcro ni esforzado como mi padre, seguramente porque su sue?o cumplido un d¨ªa de fiesta mayor fue bailar mientras Jorge Sep¨²lveda cantaba Mirando al mar.
Acostumbrados al anonimato, los payeses no se acaban de habituar hoy a la popularidad, asaltados por los animalistas
No necesit¨¢bamos de nadie sino que los hijos de labriegos nos familiariz¨¢bamos con una infancia de inc¨®gnito, austera y con fecha de caducidad, porque a la mayor¨ªa la vida nos llevaba hasta la capital como estudiantes incluso de Ciencias de la Informaci¨®n. Acostumbrados al anonimato, los payeses no se acaban de habituar hoy a la popularidad, reducidos por las industrias c¨¢rnicas y las empresas alimentarias y asaltados por los animalistas, que poco tienen que ver con aquel ni?o que tambi¨¦n lloraba cuando le montaban en un cami¨®n para que controlara el peso del ganado sacrificado en uno de los desolladeros de Vic.
El silencio y la soledad de muchas casas de campo, escondidas o abandonadas, mezclan ahora con el ruido y la propaganda de las mas¨ªas que se exhiben como una postal del territorio: Benvinguts a pag¨¨s. La pedagog¨ªa es imprescindible para evitar confusiones interesadas o ingenuas en un mundo de contrastes, ninguna tan importante como la de saber que una casa rural no es un chalet ni las granjas son mataderos, una diferencia no siempre entendida desde que se discute para qu¨¦ sirven los gallos: si para pelear, para violar a las gallinas, como sostienen algunos veganos, o para despertar a los ciudadanos de Oler¨®n.
Hoy sobra carne y hay tanta mierda que se a?oran las costumbres de cuando yo era ni?o y beb¨ªa agua de la fuente
Algunos turistas de la isla francesa con supuesto derecho a conquista llevaron hasta los tribunales a Maurice. El gallo qued¨® absuelto y hoy canta victoria para satisfacci¨®n de su due?a Corinne Fesseau. No tuvo la misma suerte Joan Vilar¨® con los j¨®venes que abordaron su granja en Gurb. La ¡°liberaci¨®n¡± de 14 conejas madres provoc¨® la muerte de cinco que estaban en gestaci¨®n, el aborto de tres, dos se partieron la columna, queda por ver qu¨¦ pasa con las 800 que tienen que parir y 90 cr¨ªas se quedaron desamparadas, inventario que convierte en un contrasentido la actuaci¨®n de Direct Action Everywhere/DxE.
Los periodistas entrevistan al damnificado, asaltado en casa, mientras las redes difunden im¨¢genes de los animales rescatados por un joven pelot¨®n de batas blancas en un debate agradecido por los activistas y aplaudido por veganos y vegetarianos de Europa. Hay consenso sobre la necesidad de un cambio de dieta y clim¨¢tico, circunstancia que afecta al sector c¨¢rnico, muy presente alrededor de Vic. La producci¨®n, sin embargo, no se concentra en las granjas particulares sino en empresas que venden un producto r¨¢pido y barato a cambio de ofrecer un trabajo precario, a¨²n indispensable en alguna comarca de Catalu?a.
El modelo es en cualquier caso insostenible si se tiene en cuenta que en el Llu?an¨¨s hay 39,36 cerdos por persona, de acuerdo con el ¨²ltimo estudio de la Generalitat con fecha de agosto de 2018. La administraci¨®n ya ha anunciado que aplicar¨¢ una moratoria en Osona. Hay que regular y tambi¨¦n reglar la cr¨ªa y el consumo, se impone una mejora de las condiciones laborales en los mataderos y salas de despiece, no se pueden hacer concesiones con los purines y es muy importante aumentar el bienestar animal y la bioseguridad en las granjas, como ya exige la normativa y reivindica tambi¨¦n sin parar la DxE.
Hoy sobra carne y hay tanta mierda que se a?oran las costumbres de cuando yo era ni?o y se pod¨ªa beber agua de la fuente y coger cangrejos en el Gorg Negre, tiempo en que los caminos rurales se cuidaban tanto como el bosque porque se consideraban patrimonio colectivo por m¨¢s due?o que tuvieran, a?os en que la sequ¨ªa y los aguaceros se soportaban con resignaci¨®n cristiana, ¨¦poca en que los tractores a¨²n no sal¨ªan a la carretera ni se hablaba de subvenciones de la UE. El d¨ªa que fue m¨¢s rentable arrendar el campo a un granjero que plantar trigo los cerdos cebados con hormonas reventaron antes de llegar a Vic.
La ganader¨ªa intensiva sustituy¨® a la agricultura familiar hasta que una generaci¨®n de payeses vocacional, o si se quiere alternativa, se ha plantado para defender la tierra, los animales y el medioambiente y aboga por una producci¨®n autogestionada frente a la de las poderosas compa?¨ªas de alimentaci¨®n que gobiernan las zonas rurales m¨¢s despobladas de Catalu?a. Aunque es compatible, porque necesitan comer los payeses y los animales, la convivencia no resulta sencilla y menos cuando interceden las casas rurales, las mas¨ªas que se abren a la gente y las que se cierran o tapan y animalistas como los de Gurb.
Los animales ya no son bestias y se imponen campa?as de sensibilizaci¨®n para evitar su mal trato y sufrimiento, morir sin dolor, como a todo el mundo le gustar¨ªa en vida y yo siempre ped¨ª desde ni?o en Perafita. No hay que perder, sin embargo, el sentido com¨²n con determinadas campa?as ni tampoco el sentido del humor con iniciativas como la de una empresa brit¨¢nica que ha creado una aplicaci¨®n llamada Tudder ¡ªde Tinder (ligar) y de Udder (ubre)¡ª. No me quiero ni imaginar qu¨¦ habr¨ªamos hecho yo y mi querida vaca Rata si en aquellos a?os hubi¨¦ramos podido elegir el toro que deb¨ªa cubrirla y salir del Llu?an¨¨s.
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