Los catalanistas, el 155 y el minotauro
Cuando el minotauro va ciego no atiende a gu¨ªas. En su enojo golpea las paredes del laberinto hiri¨¦ndose a s¨ª mismo y destruyendo estructuras sin contemplar qu¨¦ quedar¨¢ atrapado debajo
La del minotauro como encarnaci¨®n del poder es la met¨¢fora m¨¢s sobada de Jaume Vicens Vives, una de las m¨¢s socorridas en las columnas de opini¨®n cuando de hablar de la relaci¨®n Catalu?a-Espa?a se trata, y su uso recurrente, la certificaci¨®n que de la obra del historiador poco m¨¢s se ha digerido. Vicens no fue original. Tom¨® el s¨ªmil del Du pouvoir (1945) del fil¨®sofo y economista franc¨¦s Bertrand de Jouvenel ¡ªque describ¨ªa al moderno Estado centralizado como un minotauro¡ª y lo puso en boga en 1960, en la segunda edici¨®n de Not¨ªcia de Catalunya,para manifestar la falta de familiaridad del pueblo catal¨¢n (as¨ª, en general) con el poder.
Desde entonces la explicaci¨®n se ha asumido como una revelaci¨®n y apenas han aparecido impugnaciones o revisiones cr¨ªticas para tratar de cuestionar si esta ¡°falta de voluntad de poder, sin ganas de ocupar el palacio del minotauro y de manejar sus palancas¡± nace de la idiosincrasia propia de los catalanes ¡ªsi tal cosa existe¡ª, si depende de la situaci¨®n (geogr¨¢fica, demogr¨¢fica, econ¨®mica) de Catalu?a en el mapa del laberinto espa?ol o si en un laberinto equiparable en otro punto de Europa ocurrir¨ªa lo mismo y si la falta de aptitud que dibuja Vicens depende m¨¢s de la forma que adopta y en la que se ejerce ese poder que no de la habilidad de las ¨¦lites perif¨¦ricas.
Siguiendo, en todo caso, a Vicens ¡ªy dejando a un lado el momento hist¨®rico en que escribi¨®, su trayectoria profesional y procedencia familiar¡ª, la actual crisis catalana validar¨ªa con creces su tesis. En el seno del catalanismo la corriente que asume la explicaci¨®n del historiador y que se siente intelectual o espiritualmente cercana a ella se considera m¨¢s avalada para pilotar la nave catalana porque se ve capaz de entender el poder del Estado, participar en ¨¦l o de ¨¦l y manejarlo. Esta corriente, que una y otra vez utiliza la met¨¢fora del minotauro desde sus tribunas, es la que se ha encontrado en la oposici¨®n en las dos crisis catalanas de m¨¢s calado desde que Catalu?a cuenta con autogobierno (1934 y 2017).
Para esta corriente es f¨¢cil caer en el silogismo seg¨²n el cual si la ciudadan¨ªa con sus votos la hubiese ungido a ella, las crisis no habr¨ªan tenido lugar. Claro que esta lectura deja a un lado el papel jugado desde la oposici¨®n por la Lliga Catalana en el arranque de los sucesos que llevaron al fiasco de Companys y a dar carpetazo a m¨¢s de 20 a?os de liderazgo de Jordi Pujol ¡ª?entend¨ªa o no al minotauro el president?¡ª.
Cada vez que el catalanismo se enfrenta entre s¨ª con el minotauro de por medio, el autogobierno sale perdiendo
Mirando el panorama actual con la lupa de Vicens Vives, es l¨®gico y hasta comprensible aborrecer las performances y los autorregates de aquellos que el diputado macianista de ERC, Josep Fontbernat, durante sus a?os de exilio denominaba, refiri¨¦ndose a los dencasistas, ¡°los eternos agitadores¡±. Es por ello que en estas ¨²ltimas semanas, y m¨¢s que lo har¨¢ en las siguientes, llega al templo una letan¨ªa que avisa o amenaza, tanto monta, de la nueva aplicaci¨®n de un 155.
El minotauro no es capaz de descifrar la salida de su laberinto y, hastiado, ha dejado de intentarlo. Hace meses que no atiende a aquellos que han tratado de traducirle el complejo teatro de sombras chinas catal¨¢n. Hace meses que incluso algunos de entre los que pretend¨ªan iluminar el camino con una tenue cerilla, hartos de gesticulaci¨®n, heridos en lo personal, han desistido para pasar a alimentar la visi¨®n, un¨ªvoca y voraz, de la bestia. El minotauro ahora va ciego.
En setiembre de 1923 Josep Puig i Cadafalch y sus lligaires confiaron en el minotauro para aplacar la efervescencia sindical barcelonesa, creyendo que mantendr¨ªan la Mancomunidad. En Navidades el sucesor de Prat de la Riba parti¨® al exilio y dos a?os despu¨¦s el poder ech¨® el cerrojo a la instituci¨®n de autogobierno incipiente. En octubre de 1934, ese catalanismo particip¨® de los gobiernos que suplantaron el de la Generalitat con el Parlamento y Estatuto suspendidos junto al minotauro de turno. Despu¨¦s de a?o y medio, en febrero de 1936, la ciudadan¨ªa les dio la espalda.
En julio del mismo a?o, algunos de esos lligaires, apoyaron a otro minotauro m¨¢s feroz y acabaron sus d¨ªas hastiados en el exilio y con el autogobierno fulminado. En mayo de 1937, Companys incapaz de subordinar a su gobierno tuvo que acudir al minotauro, controlado entonces por Largo Caballero, para que le enviara tropas y evitara que la violencia no se desbordase. El fragor recentralizador posterior, con Negr¨ªn al frente, dej¨® al catalanismo catat¨®nico.
Cuando el minotauro va ciego no atiende a gu¨ªas. En su enojo golpea las paredes del laberinto hiri¨¦ndose a s¨ª mismo y destruyendo estructuras sin contemplar si debajo quedar¨¢ atrapado un catalanista agitador o uno vicensvivesiano. Flirtear desde el catalanismo independentista con que la aplicaci¨®n del 155 es irremediable e incluso deseable ¡ªpor cr¨ªtico que uno sea con los l¨ªmites del autogobierno¡ª o ponerse del lado del minotauro desde el catalanismo no independentista, creyendo que se le podr¨¢ dominar cuando ha tanteado el camino apenas dos a?os atr¨¢s, es una equivocaci¨®n. A la luz de nuestra historia, cada vez que el catalanismo se enfrenta entre s¨ª con el minotauro de por medio, el autogobierno sale perdiendo.
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