Activista de d¨ªa, estadista de noche
El 'president' Torra no solo asiste sino que encabeza marchas que cortan carreteras y autopistas mientras sus agentes est¨¢n lidiando en la retaguardia con los disturbios
Hubo un tiempo en que los miembros del Govern eran sometidos a estricto control de calidad. Con la llegada al poder del tripartito ¡ªun par¨¦ntesis que alter¨® el sosiego din¨¢stico convergente¡ª y para evidenciar los modos toscos de los parvenus, se publicit¨® el cat¨¢logo de pecados mortales: era falta de sentido institucional asistir a determinados actos considerados partidistas por los biempensantes. La tradici¨®n obligaba a observar una estricta politesse. Hubo grandes lecciones de urbanidad por parte de la derecha catalana ¡ªesa que ahora ha mutado su piel¡ª hacia los reci¨¦n llegados del Tripartido de izquierdas. No ten¨ªan los modales que el cargo requer¨ªa. ?A qui¨¦n se le ocurr¨ªa poner en duda la integridad moral de los Mossos d'Esquadra colocando c¨¢maras en las comisar¨ªas? ?C¨®mo pod¨ªa acudir un alto cargo de la Generalitat a una manifestaci¨®n?
Eran tiempos en que el poder ten¨ªa una clara componente patrimonial. La mism¨ªsima Marta Ferrusola asegur¨® que con la llegada de las izquierdas a la Generalitat se sinti¨® ¡°como cuando entran en tu casa y te encuentras los armarios revueltos porque te han robado¡±. Para colmo, un excomunista, Joan Saura, en el segundo tripartito, se har¨ªa cargo del Departamento de Interior. Saura tuvo la osad¨ªa de colocar c¨¢maras en las comisar¨ªas de polic¨ªa y asistir a una manifestaci¨®n en favor de Palestina. El catecismo de buenos modos fue agitado por la derecha: era un acto traicionero y de ¡°descr¨¦dito del Cuerpo¡± instalar c¨¢maras en dependencias policiales, como, por cierto, hab¨ªa hecho con anterioridad la Ertzaina. La chispa que hab¨ªa prendido la llama era el env¨ªo a fiscal¨ªa de unas grabaciones en las que algunos agentes sacud¨ªan de forma evidente a detenidos, mayoritariamente inmigrantes. Poner c¨¢maras en las comisar¨ªas era una opci¨®n diab¨®lica, que minaba la mism¨ªsima esencia del poder y, por tanto, distanciaba al Gobierno catal¨¢n de su polic¨ªa.
Los apologetas convergentes coincidieron en se?alar como verdad revelada que jam¨¢s un Ejecutivo pod¨ªa ser cr¨ªtico con su polic¨ªa. Hab¨ªa que defender a ultranza a los depositarios del monopolio de la violencia.
La nueva derecha ha decidido copiar a la vieja y censurada? izquierda del tripartito
Ya han pasado unos a?os de esos hechos y parece que la nueva derecha ha decidido copiar a la vieja y censurada izquierda. El president Torra no solo asiste, sino que encabeza marchas que cortan carreteras y autopistas mientras sus agentes est¨¢n lidiando en la retaguardia con los disturbios. De d¨ªa camina desde Caldes de Malavella con quienes protestan, de noche comparece en televisi¨®n para condenar la violencia de las manifestaciones. Activista de d¨ªa, estadista de noche. Nadie le discute nada en ese extra?o mundo nacionalista, en el que gentes de orden se han convertido en contestatarios. Las necesidades del guion pol¨ªtico han permitido que una vieja y consolidada verdad universal haya pasado a ser dogma revisable. En esa ceremonia de relativismo, los partidos que apoyan al propio Gobierno catal¨¢n aseguran que han hecho bandera de la duda met¨®dica en pro del conocimiento verdadero cartesiano. La contradicci¨®n llega a tal extremo que son capaces de votar una moci¨®n pidiendo la retirada de la Guardia Civil de Catalu?a y, como se ha asegurado esta misma semana en sede parlamentaria, solicitar al tiempo el env¨ªo de efectivos del Instituto Armado. El president se re¨²ne con su consejero de Interior y le exige calmar con alguna dimisi¨®n las cr¨ªticas por actuaciones desproporcionadas de los Mossos d'Esquadra. Luego se va a una manifestaci¨®n y han de pasar dos noches de altercados para que condene la violencia. Quiz¨¢s en ese galimat¨ªas tenga algo que ver el ox¨ªmoron ¡°desobediencia institucional¡±, que resume la esencia misma del procesismo.
Con ese ca¨®tico decorado, se intenta sentar dogma: quienes queman coches, contenedores de basura y mobiliario urbano son ¡°infiltrados y provocadores¡±, seg¨²n el president. El independentismo mayoritario insiste en la tesis de que extremistas profesionales sin ideolog¨ªa ¡ªesos que cada noche visitan las calles de las ciudades catalanas¡ª tratan de inocular el virus de la violencia en una movilizaci¨®n que siempre ha sido pac¨ªfica. Quiz¨¢s las causas de todo ello haya que buscarlas en la reciente y dura condena a cien a?os de prisi¨®n de los l¨ªderes pol¨ªticos independentistas. Tal vez se deba a la pluralidad del movimiento o a la juventud de buena parte de los movilizados. Pero no cabe duda de que ninguna opci¨®n es capaz de canalizar pol¨ªticamente tanta frustraci¨®n y cansancio acumulados por ese movimiento independentista que el pasado viernes sac¨® a las calles a m¨¢s de medio mill¨®n de personas. Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n ¨²nicamente forman parte del libreto del procesismo.
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