Higos chumbos: raros, ¨²tiles y amenazados
Extra?a, ¨²til y amenazada fruta ex¨®tica que pincha s¨®lo mirarla
Chumbera, nopal, tunal, cacto (figuera de moro, de pic, de pala, d'India, de Ma¨®). Aqu¨ª el abanico descriptivo, sin¨®nimos, nombres distintos para definir una misma cosa, seg¨²n el lugar, las miradas y la lengua. Pero sobre todo en las referencias insulares desde Baleares en su idioma aut¨®ctono, el catal¨¢n, se remarca que se trata de una planta de origen exterior y singular, distinta.
La higuera chumbera era com¨²n en el archipi¨¦lago, en cada casa payesa, en su vecindad, cerca de la cochinera, en los espacios marginales y abiertos. En el siglo XXI la planta y su utilidad parecen totalmente olvidadas. Asilvestrada, acaso es un seto frontal y lateral, en los taludes artificiales ¡ªal lado de carreteras, chal¨¦s, vi?as y la nada¡ª que impiden a los ciudadanos gozar de los paisajes largos y comunes de siempre.
De higueras de moro se dan pocas nuevas plantaciones en hileras, asequibles, en mitad de la parcela. Como tantas cosas, plantas, frutos, metales y colores, la chumbera vino de Am¨¦rica, de M¨¦xico concretamente, y pronto coloniz¨® los litorales c¨¢lidos del continente europeo.
Solitarias o en bosquecillo, intocables, intransitables en su espesor y autoprotecci¨®n espinosa, animan el entorno. Quedan bien en los paisajes rurales, son de postal cl¨¢sica. Tres hojas en primer plano para imantar el contraste escenogr¨¢fico de las fotos. En invierno restan desnudas, esculturales, y en verano se cargan de frutos floridos, crestas amarillas sobre el verde met¨¢lico de las palas, hojas en armon¨ªa constructiva.
Con el calor, hasta los inicios del oto?o, se exhiben coronadas con frutos solitarios o prietos. Las higueras de moro aportan uno de los pocos colores vivos, limpios, de contraste que alientan los espacios que antes ocupaba, vivo, el mundo rural.
Se han roto las rutinas y los ciclos de los cultivos de la vida campesina durante siete siglos: el cuidado de la tierra, los ¨¢rboles y los animales. La posibilidad de vivir de sus frutos: la labranza, siembra, siega y trilla; los cerdos engordados en los higuerales... la cosecha de las almendras, algarrobas, las ovejas en pasto. Con todo ello evitaban la maleza y los ¨¢rboles acorralados de hijuelos y desmayados.
Bastar¨ªa labrar cada par de a?os para salvar un poco esta imagen y realidad de pa¨ªs de los origenes, antiguo, medio desvanecido, rasgado, envejecido, extinto en una generaci¨®n. La propiedad de la tierra, su valor de mercado y de sus frutos el declive generacional son la radiograf¨ªa forense.
Los higueras de moro son intocables, pinchan, son plantas ajenas. Tienen y pierden frutos y crecen poco a poco. Ahora tambi¨¦n est¨¢n amenazadas por una dolencia global que traslada unos insectos que dieran valor a su inicial implantaci¨®n: la cochinilla que serv¨ªa para extraer el colorante natural, el carm¨ªn. Su ex capital natural conlleva el mal que las sentencia.
Un haz de contradicciones ata la planta: Es un peligro bot¨¢nico, figura en el listado oficial espa?ol de codificaci¨®n como ¡°especie ex¨®tica invasora¡±. Su nombre popular en catal¨¢n, casi generalizado en las Baleares, m¨¢s en Mallorca, es socialmente incorrecto: higueras de moro, que en el imaginario colectivo contrapone a los higos de cristiano, el juego de las pugnas hist¨®ricas y religiosas, las discriminaciones. Unas con espinas y huesos con muy pocas variantes (los higos de moro) y los otros finas y dulces y con centenares de variedades.
Uno y otro higo tienen en com¨²n que serv¨ªan para engordar los cerdos de la matanza. Durante meses eran la dieta completar¨ªa o men¨² diario y ¨²nico a la multitud de animales que dieran carne y grasa por los habitantes y fortuna por los mercaderes y matanceros. Los cerdos de Mallorca se exportaban a miles a los mataderos catalanes durante siglos.
Un reducto
A principios de 1900, los industriales catalanes se instalaron en Felanitx y Manacor (los de Tejedor y los de Abellanet) cerca de las estaciones de tren y se ahorraron costes, salarios y el viaje y martirio en tren, carros, barco y cami¨®n del animal maloliente y gru?¨®n. Las sobrasadas nacieron localizadas en Mallorca, con f¨¢bricas deslocalizadas para evitar mano de obra cara y organizada de Catalu?a.
En el siglo XXI la crianza de los cerdos en Mallorca y el peso de la carne porcina aut¨®ctona en las matanzas industriales son m¨ªnimos. La gran parte de las c¨¢rnicas traen del continente canales y despieces procesados en la pen¨ªnsula. Obviamente los animales de grandes granjas exteriores no han probado ni higos de moro ni de cristiano. Una minor¨ªa de sobrasaderos sacrifica unos cientos de cerdos negros isle?os y elaboran piezas tradicionales de calidad.
De los higos de moro tenemos una imagen perdurable pero intocable. Es una planta que queda muy bien en imagen. Cogerla y pelarla es un arte. En IB3 el ni?o anuncio youtuber Miquel Montoro tritur¨® a la antigua higos de moro, el men¨² del cerdo, en Uep y Miquel Calent facilit¨® el consumo amable para humanos de este fruto que pincha y pica tan solo mir¨¢ndolo: en crudo, en helado, mermelada, coca, gelatina... y como no en salsa con porcella asada.
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