La campa?a y la ley de la gravedad

Queda ya solo una semana para que termine una campa?a electoral que se ha hecho eterna, a pesar de que oficialmente empez¨® este jueves. Catalu?a ha monopolizado el debate y no hay ninguna garant¨ªa de que el resultado electoral produzca efectos estabilizadores. El poder se impone por la capacidad de explicarse, dice el historiador franc¨¦s Patrick Boucheron. Y en este momento abunda la confusi¨®n. Todos hablan de Catalu?a, pero nadie nos ha planteado c¨®mo salir pol¨ªticamente del envite sin que perdamos todos. Da la impresi¨®n que los dirigentes pol¨ªticos prefieren vivir instalados en sus fabulaciones antes que asumir sus responsabilidades. Me niego a aceptar que todos los independentistas apuestan por la estrategia de la confrontaci¨®n y que la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles est¨¢n en contra de una soluci¨®n pol¨ªtica del conflicto y se sienten a gusto con la estrategia de judicializaci¨®n permanente.

El Instituto de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales de la UAB ha publicado su encuesta anual (de ¨¢mbito catal¨¢n) con un trabajo de campo realizado entre el 25 de septiembre y el 23 de octubre que deja poco margen para alegar ignorancia. La ciudadan¨ªa catalana es m¨¢s comprensiva con su gobierno auton¨®mico que con el central, siempre lejano: el 62,6% tiene una opini¨®n mala o muy mala del gobierno espa?ol, el 44,8% del catal¨¢n. Y el bueno o muy bueno solo el 9,4% lo da al gobierno de Madrid y el 17,4% al de la plaza Sant Jaume. Unos y otros har¨¢n bien en escuchar lo que viene de la calle, para empezar a cuadrar las piezas del rompecabezas ante un electorado no exento de contradicciones, como todos los mortales. A la pregunta qu¨¦ votar¨ªa si ma?ana hubiese un refer¨¦ndum: el 42,5% apuesta por la independencia y el 31,3% en contra. Pero a su vez, solo al 39,8% le gustar¨ªa que el proceso acabara con la independencia de Catalu?a, mientras que el 47% preferir¨ªa seguir en Espa?a. Y, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, a la hora de pronosticar (?c¨®mo cree que acabar¨¢?), es decir, de pasar de los deseos a las realidades, la ley de la gravedad se impone: solo un 10,6% cree que se llegar¨¢ a la independencia, el 41,9%, que se seguir¨¢ en Espa?a con mejoras del autogobierno, y un 25,7%, simple y llanamente, que se abandonar¨¢ el proceso. ?Por qu¨¦ la gente distingue entre lo deseable y lo posible y los dirigentes pol¨ªticos se aferran a sus propuestas sin reparar en gastos y consecuencias? Desde luego la ciudadan¨ªa, por lo menos en Catalu?a, est¨¢ perfectamente preparada para las correcciones que conduzcan a una v¨ªa realmente transitable y eviten los riesgos de un gran descarrilamiento.

?Es tan dif¨ªcil entender que el programa de m¨¢ximos no est¨¢ en el orden del d¨ªa? Que la independencia no est¨¢ al alcance de la mano y que la derrota del independentismo, tampoco. Y obrar en consecuencia. Pero de momento siguen los ejercicios de pol¨ªtica espect¨¢culo que no ayudan a hacer avanzar las cosas. El ¨²ltimo invento, la Asamblea de Cargos Electos, es un fantasma, sin corporatividad institucional ni jur¨ªdica alguna, movido desde lejos por Puigdemont, que no tiene otro objetivo que salvar las apariencias de la unidad inexistente del independentismo. Por supuesto, da carrete para que desde Madrid se siga construyendo el retablo de las atrocidades que sirven de coartada para seguir en el inmovilismo del fundamentalismo patri¨®tico y constitucional.

Y en este punto es especialmente desasosegante el despliegue de artefactos jur¨ªdicos y amenazas judiciales emprendido por el gobierno, utilizando el Consejo de Ministros como plataforma electoral. A medida que la campa?a avanza se nota m¨¢s la inquietud de S¨¢nchez ante la repetici¨®n electoral que ¨¦l se impuso. Y el l¨ªder que hab¨ªa prometido que la cuesti¨®n catalana entrar¨ªa en la v¨ªa del di¨¢logo y de la pol¨ªtica, advierte a los catalanes sobre la fortaleza del Estado ¡ªeste d¨¦ficit permanente de autoestima que obliga a las instituciones espa?olas a recordar al mundo lo fuertes y magn¨ªficas que son¡ª y se apunta al acorralamiento jur¨ªdico y administrativo del independentismo, sin propuesta pol¨ªtica de futuro alguna (incluso las letan¨ªas federalistas le estorban). Si este es el mensaje de S¨¢nchez para movilizar a su electorado es muy preocupante, porque da por supuesto que en la izquierda espa?ola no hay una amplia mayor¨ªa de ciudadanos a favor de una salida pol¨ªtica a la cuesti¨®n catalana. Ni quiero, ni me lo puedo creer.