¡°A m¨ª solo me hace callar la mama¡±
Algunos de los j¨®venes que protagonizan altercados y protestas en Catalu?a reciben el apoyo de sus padres
La tensi¨®n era m¨¢xima la tarde del 17 de octubre en la plaza Art¨®s de Barcelona. En el coraz¨®n de Sarri¨¤, uno de los barrios con mayor nivel de bienestar de Catalu?a, Maria Sala observaba a dos grupos que una barrera de antidisturbios de los Mossos d'Esquadra consegu¨ªa separar por escasos 40 metros: a un lado hab¨ªa miembros de la ultraderecha espa?olista y al otro, j¨®venes independentistas con la cara cubierta con pa?uelo y capucha que dec¨ªan ser antifascistas. Entre estos ¨²ltimos se encontraba el hijo de Sala, un chico de 16 a?os. ¡°Estos d¨ªas son la primera vez que se manifiesta. Y s¨ª, claro que me preocupa¡±, conced¨ªa su madre.
Los altercados m¨¢s graves contra la sentencia del Tribunal Supremo que conden¨® a los l¨ªderes independentistas los han protagonizado j¨®venes de hasta 25 a?os. Los disturbios han ocasionado en Barcelona y en el resto de capitales de provincia catalanas da?os en el espacio p¨²blico que superan los 3,5 millones de euros, han dejado m¨¢s de 600 heridos ¡ªla mitad de ellos, polic¨ªas¡ª y m¨¢s de 200 detenidos. Preguntadas por el vandalismo de las ¨²ltimas semanas y por los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, las madres consultadas para este reportaje subrayan que la violencia por parte de los j¨®venes han sido casos puntuales y que sobre todo se trata de autodefensa.
Sala es vecina de Sarri¨¤, como otros padres que presenciaban el choque entre sus hijos y ultras espa?olistas desde una prudente distancia. ¡°Le digo que es bueno que se manifieste, pero intento convencerle de que sea pac¨ªfico. Lo que me da m¨¢s miedo es que no le ves. Le voy mandando mensajes de tel¨¦fono, le pido que antes de salir a manifestarse pase por casa. Todos los padres estamos as¨ª¡±, dice Sala.
Los progenitores tambi¨¦n se informan entre ellos acerca de las andanzas de sus hijos. Aquella tarde en la plaza Art¨®s, un padre reconoci¨® a su hijo enmascarado en el grupo independentista: le oblig¨® a descubrirse la cara y se lo llev¨® a casa, seg¨²n el testimonio de Sala. El resto de j¨®venes se trasladaron al centro para continuar con la protesta. Aquella noche se reprodujeron en el barrio del Eixample actos vand¨¢licos, choques con la polic¨ªa y con la extrema derecha.
¡°A m¨ª solo me hace callar la mama¡±. La imagen de un joven levantando un cartel con este lema corri¨® como la p¨®lvora en las redes sociales aquel 17 de octubre. En las protestas se han podido ver otros mensajes similares; el m¨¢s repetido ha sido: ¡°Mama, no estoy en clase, estoy haciendo historia¡±. En los ¨²ltimos d¨ªas han destacado grupos activistas como Madres y Abuelas por la Rep¨²blica (MAR). Las miembros del MAR se identifican en las manifestaciones con un pa?uelo que, seg¨²n ellas, est¨¢ inspirado en un fen¨®meno tan lejano y diferente al de la situaci¨®n catalana como el de las Madres de la Plaza Mayo durante la dictadura argentina de Videla.
¡°Mama, no estoy en clase, estoy haciendo historia¡±, rezan pancartas
Montserrat Piquer es maestra de secundaria y una de las fundadoras del MAR. Piquer asegura que ya han creado una red de centenares de familiares en toda Catalu?a con el objetivo de denunciar ¡°la brutalidad contra nuestros j¨®venes¡±. ¡°Nuestros hijos han descubierto que los valores democr¨¢ticos que les hemos ense?ado en la escuela no son verdad. Ellos lo que hacen es defenderse de la violencia policial¡±, dice Piquer. Esta madre y activista ha sido testigo de los disturbios de la V¨ªa Laietana y lo que ha visto, asegura, sobre todo son acciones de autodefensa por parte de los manifestantes: ¡°Los polic¨ªas est¨¢n pegando a gente pac¨ªfica. Claro que hay alg¨²n joven al que le puede la rabia, pero son excepciones. Lo que hay son provocadores de la polic¨ªa. A uno le dije que se metiera en su furg¨®n; se lo dije en castellano, para que me entendiera¡±.
Testimonio de escritoras
Diversas escritoras con hijos han reflexionado sobre la situaci¨®n. Milena Busquets public¨® en El Peri¨®dico un art¨ªculo en el que describ¨ªa la relaci¨®n con su hijo de 19 a?os, uno entre los miles de personas que secundaron la ocupaci¨®n del aeropuerto de El Prat. Busquets, que se declara no independentista, evit¨® disuadir a su hijo de que fuera al aeropuerto y pas¨® la jornada siguiendo por televisi¨®n, con preocupaci¨®n, el desarrollo de los acontecimientos: ¡°No¨¦ lleg¨® a casa pasada la medianoche agotado y medio alucinado, le prepar¨¦ una hamburguesa gigante con patatas fritas y se fue a dormir¡±. El asedio a El Prat dej¨® m¨¢s de cien vuelos cancelados y 75 heridos en las cargas policiales.
Otra escritora, S¨ªlvia Soler, se encontr¨® el d¨ªa del asedio a El Prat con un amigo con la misma disyuntiva que Busquets: ¡°Los chicos me dijeron que quer¨ªan ir al aeropuerto. Todav¨ªa son menores de edad, as¨ª que mi primera intenci¨®n fue escribir una negativa contundente y enviarlos para casa¡±, relataba Soler en un art¨ªculo en el diario Ara, sobre lo que le cont¨® su amigo. Este finalmente opt¨® por no oponerse: ¡°Pens¨¦ que no les hemos educado para quedarse en casa ante las injusticias, as¨ª que les escrib¨ª: ?iId con cuidado!¡±.
Diferencias con las protestas de los sesenta y setenta
Madres como Montserrat Piquer ven paralelismos con el mayo del 68. Sin embargo, Carme Molinero, catedr¨¢tica de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, observa diferencias respecto a los movimientos de protesta de los a?os sesenta y setenta en Espa?a y en Europa: ¡°Es dif¨ªcilmente comparable con lo que suced¨ªa en Espa?a porque aquello era en el marco de una dictadura. Fuera de los sectores m¨¢s politizados, estas sinergias familiares no se produc¨ªan porque en aquel contexto, en toda Europa, hab¨ªa un componente de ruptura generacional y de mirada social¡±. Molinero cree que la aproximaci¨®n entre padres e hijos se produjo en Espa?a a partir de la transici¨®n, ¡°cuando en el horizonte ya se atisbaba la democracia¡±: ¡°Pero no es comparable con lo de ahora porque en general, en la dictadura, en las familia pesaba m¨¢s el miedo a lo que les pudiera pasar¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Proc¨¦s Independentista Catal¨¢n
- Sentencia Proc¨¦s
- Tribunal Supremo
- Juicio al Proc¨¦s
- Tribunales
- Refer¨¦ndum 1 de Octubre
- Refer¨¦ndum
- Sentencias
- Poder judicial
- Autodeterminaci¨®n
- Catalu?a
- Generalitat Catalu?a
- Casos judiciales
- Sanciones
- Elecciones
- Gobierno auton¨®mico
- Conflictos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Juicios
- Comunidades aut¨®nomas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Proceso judicial
- Espa?a
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica