Yoga con gatos
¡°Con ellos en la clase el ambiente es m¨¢s libre. Sienten la energ¨ªa¡±, explica el profesor
Estirada en el suelo. Pies que sobresalen de la esterilla. Palmas de las manos hacia arriba. El sol me da en la cara. Hace calor. Toca meditaci¨®n. El profesor indica que hay que cerrar los ojos. No le hago caso. Mantengo un ojo abierto porque veo que el gato negro se va acercando. Es un gato grande. Desde el suelo parece enorme. Me mira con sus ojos verdes. La idea de que el felino me roce por sorpresa me da pavor. As¨ª que abro los dos ojos cuando, en medio segundo, me pilla el profesor. Me dice de nuevo que hay que cerrarlos. El gato est¨¢ a unos metros. Detr¨¢s tengo a dos m¨¢s que descansan en una especie de ¨¢rbol de paja. Parecen muy c¨®modos. Estoy rodeada. Todos est¨¢n muy tranquilos. El resto de la clase medita. No puedo hacer el rid¨ªculo. Noto entre mis dedos un pelo, lo miro de reojo y es blanco. Hay que sobreponerse. No puedo hacer el rid¨ªculo. El gato negro se estira sobre mi libreta y juguetea con el boli que est¨¢ encima. Lo mordisquea. Da igual. Tengo que relajarme. Sonr¨ªo. Me relajo. Lo que puedo. El profesor toca un tambor de acero ruso que emite una m¨²sica relajante. Casi me duermo.
Son las 11 de la ma?ana y asisto en el Born a una clase de yoga con gatos. Es fin de semana de Halloween. Otros temas rozaron esta cr¨®nica: Barcelona y su marca. Barcelona y los disturbios. Barcelona y su violencia. Los contenedores todav¨ªa no han vuelto a L¡¯Eixample y en el suelo todav¨ªa se marcan las cicatrices de las barricadas. El tema qued¨® descartado. ¡°Haz otra cosa¡±, me dec¨ªa un compa?ero. Y as¨ª fue. Me apunto a una clase de yoga con gatos que cuesta 15 euros la hora (no me cobran por ser periodista). La cita es en Cat House, la sede de Suara Foundation, un hogar para ellos en la calle Fusina. Mariana, enfundada en una camiseta negra que dice La loca de los gatos, da la bienvenida a las cinco personas que asisten a la clase. Ella es veterinaria y ha estudiado derecho animal. Cuenta que en la casa de los gatos viven ahora mismo tres residentes y cinco m¨¢s pendientes de adopci¨®n. La encargada explica que la fundaci¨®n arranc¨® en 2011 para mejorar las condiciones de los gatos callejeros y difundir su figura. Aida Iniesta, veterinaria y amante del mundo animal, empez¨® a controlar una peque?a colonia de gatos en Gav¨¤ Mar. Su pareja, Iv¨¢n Ramos, propietario del sello discogr¨¢fico Suara Music, decidi¨® formar parte del proyecto, y as¨ª empez¨® la fundaci¨®n. En 2017 montan la Cat House en el Born, y hasta all¨ª llega amantes de los felinos de todo el mundo. ¡°Los gatos son animales de naturaleza t¨ªmida y necesitan un espacio tranquilo en el que se sientan seguros para animarse a interactuar con personas desconocidas. Las visitas en estos espacios suelen ser de corta duraci¨®n, por lo que los adultos pasan desapercibidos al mostrarse inseguros de interactuar con alguien que entra en su gatera por primera vez. En cambio, en la Cat House de Suara Foundation est¨¢n en un ambiente relajado y seguro. Hay siempre un n¨²mero de gatos muy reducido ¡ªocho, de los cuales solo cinco son adoptables¡ª para que no se sientan cohibidos y puedan ser ellos mismos. Adem¨¢s, ense?amos a la gente a interactuar correctamente con ellos. De esa forma es m¨¢s f¨¢cil que acaben mostrando inter¨¦s por un gato de este tipo y acaben siendo adoptados¡±, explica Aida Iniesta.
Entre los asistentes a la clase de este s¨¢bado, una pareja: a ella le gustan los animales, a ¨¦l el yoga. Otra me mira con cara extra?ada al ver precisamente mis caras y pregunta: ¡°Si no te gustan los gatos, ?qu¨¦ haces aqu¨ª?¡±. El profesor Martin Mesei empieza la clase con la respiraci¨®n. Originario de Budapest (Hungr¨ªa), lleva cuatro a?os en Barcelona. Da clases con gatos pero tambi¨¦n sin ellos. ¡°Con ellos en la clase el ambiente es m¨¢s libre. Sienten la energ¨ªa¡±, explica. Lo de los gatos y el yoga no es nuevo. Con una b¨²squeda r¨¢pida, en Clar¨ªn en 2015, una experta contaba: ¡°Los gatos siempre se est¨¢n estirando, est¨¢n centrados en ellos mismos. Los yoguis buscan ese centro en la esterilla. Unir a ambos es una cosa maravillosa y una forma incre¨ªble de mostrar sus personalidades para lograr que los adopten¡±. Sin duda, la clase de hoy ha tenido un poco de todo eso. Aida lo tiene claro: ¡°Los gatos nos conectan directamente con la naturaleza a trav¨¦s de sus instintos y nos ense?an continuamente que vivir con un gato no implica ser su due?o sino ser un compa?ero de vida¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.