La gran clarificaci¨®n
Lo que S¨¢nchez e Iglesias hacen para formar una coalici¨®n de gobierno en Espa?a es lo mismo que Gonz¨¢lez y Carrillo hicieron en 1979 para ganar los ayuntamientos a la derecha
Hay explicaciones que a primera vista pueden parecer batallas del pasado, pero no lo son. He aqu¨ª una. En 1979, inmediatamente despu¨¦s de las primeras elecciones municipales tras los 40 a?os de dictadura franquista, los socialistas de Felipe Gonz¨¢lez y los comunistas de Santiago Carrillo sellaron un pacto que dio al PSOE las alcald¨ªas de una gran cantidad de municipios, incluidos Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Zaragoza, por citar solo algunos de los m¨¢s poblados. Los comunistas ganaron la alcald¨ªa de C¨®rdoba y entraron en los equipos de gobierno de muchos ayuntamientos y diputaciones. La izquierda tocaba poder.
Aquel pacto se negoci¨® y firm¨® en un santiam¨¦n tras las elecciones locales del 3 de abril porque ambas partes sab¨ªan muy bien lo que quer¨ªan: barrer al franquismo del poder local, cerrar el paso a la derecha. Sobre aquella base ciment¨® el PSOE su andadura institucional, que tanto le ha durado. Sobre aquel acuerdo lograron las izquierdas debilitar el poder institucional de unas derechas s¨®lidamente ancladas en todos los ayuntamientos y diputaciones. En todos. Los hab¨ªan gobernado en exclusiva durante cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de liquidar entre 1936 y 1939 a los alcaldes republicanos de la expeditiva forma que muestra Alejandro Amen¨¢bar en la pel¨ªcula Mientras dure la guerra.
En los pactos de 1979 hubo algunas variantes. En Catalu?a, particip¨® el nacionalismo catal¨¢n de Jordi Pujol, es decir, la derecha democr¨¢tica, adem¨¢s del PSC, el PSUC y ERC. La existencia en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco de una derecha democr¨¢tica era una excepci¨®n en la Espa?a de la postdictadura. La derecha hab¨ªa sido franquista y ahora estaba en la reci¨¦n creada UCD de Adolfo Su¨¢rez y en la Alianza Popular de Manuel Fraga. En Catalu?a y Euskadi tambi¨¦n, claro, pero ah¨ª menos porque una parte de ella permanec¨ªa desde principios del siglo XX en el catalanismo y el vasquismo que en 1975 emergi¨® de las catacumbas junto a la izquierda en el frente antifranquista que negoci¨® la Transici¨®n.
El preacuerdo del martes pasado entre Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias obedece a la misma l¨®gica que el pacto de 1979 entre Gonz¨¢lez y Carrillo. La situaci¨®n es muy distinta, claro, ahora se trata de lograr que las izquierdas formen un gobierno de Espa?a de la ¨²nica manera en que pueden hacerlo, dada la aritm¨¦tica parlamentaria, es decir, mediante una coalici¨®n entre los socialistas y Unidas Podemos. No hay otra. Las urgencias son las mismas que hace 40 a?os: frenar a las derechas y hacerlo antes de que puedan maniobrar para mantenerse en el poder, en este caso, el Gobierno y la Administraci¨®n General del Estado.
Esa capacidad de maniobra no debe desde?arse. Se sirve de sus fuertes posiciones en la esfera econ¨®mica y en lo medi¨¢tico. A ellos se a?ade lo que actualmente se denomina fuego amigo. Es decir, la capacidad de maniobra de los sectores afines pero opuestos a que el PSOE comparta el Gobierno de Espa?a con los herederos de Carrillo. Su capacidad de acci¨®n supera el ¨¢mbito de lo declarativo. Pedro S¨¢nchez lo sabe muy bien, porque eso fue lo que le defenestr¨® de la secretar¨ªa general del PSOE en oto?o de 2016. De ah¨ª la discreci¨®n inicial y la celeridad del pacto la semana pasada.
Formar un gobierno de izquierdas ahora es posible porque esas elecciones que casi nadie quer¨ªa han tenido por lo menos una virtud, han aportado una gran clarificaci¨®n. Los electores han querido que la suma del PSOE y el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, dejen de dar mayor¨ªa parlamentaria. La clarificaci¨®n ha dejado el camino expedito a la coalici¨®n de las izquierdas y ahora la ¨²nica alternativa a ella ser¨ªa un acuerdo entre el PSOE y el PP. La propia derecha se ha encargado de dejar claro que eso requerir¨ªa el sacrificio de Pedro S¨¢nchez. Y eso es algo que solo se podr¨ªa conseguir mediante toneladas de bombas de fuego amigo.
La debacle de Ciudadanos clarifica tambi¨¦n el escenario pol¨ªtico espa?ol. Finalmente, los electores han castigado una ret¨®rica enga?osa y confusa que enturbiaba los debates. Un partido que se declaraba antinacionalista pero en la pr¨¢ctica profesaba un arrebatado nacionalismo espa?olista; un partido que se defin¨ªa como socialdem¨®crata y liberal, pero a la hora de la verdad preconizaba duras pol¨ªticas ultraliberales; un partido que criticaba la corrupci¨®n, pero que cuando tuvo la ocasi¨®n de actuar en consecuencia mantuvo en posiciones de poder al PP de las mil y una corrupciones. Un partido que se presentaba en toda Espa?a como perseguido en Catalu?a, pero no cesaba de reclamar que metieran en la c¨¢rcel a sus adversarios catalanes. Demasiadas imposturas a la vez. Los electores han sentenciado que para eso ya est¨¢n el PP y Vox.
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