Para qu¨¦ sirve la independencia
La secesi¨®n se ha demostrado extremadamente dif¨ªcil. No es el caso de la idea tan deslumbrante como abstracta de la independencia, si son capaces de convertirla en acci¨®n pol¨ªtica eficaz y di¨¢logo
La dificultad enorme, m¨¢xima, casi hasta la imposibilidad, radica en la secesi¨®n, no en la idea de independencia, a fin de cuentas tan eficaz en cuanto a bandera como abstracta e inconcreta en cuanto a concepto pol¨ªtico. Lo saben los brit¨¢nicos y lo sabemos los espa?oles. Separar bruscamente, de un d¨ªa para otro, lo que ha estado unido durante decenios e incluso siglos no es imposible, pero entra?a una gran dificultad. Basta repasar la historia para darse cuenta de que la excepci¨®n es la secesi¨®n pac¨ªfica y la regla es la accidentada y costosa, violenta, a veces violent¨ªsima. Solo el hundimiento de los imperios, fruto inevitable en muchos casos de enormes guerras internacionales, o las guerras civiles, con frecuencia asociadas al hundimiento de las agregaciones imperiales, producen secesiones r¨¢pidas, claras, ineluctables, aunque casi siempre sangrientas.
El caso brit¨¢nico es ejemplar. El independentismo de los brexiters parte de una idealizaci¨®n del pasado imperial que nada tiene que ver con la realidad brit¨¢nica contempor¨¢nea. Los 46 a?os de permanencia en la Uni¨®n Europea han marcado a la sociedad brit¨¢nica y a sus instituciones de forma tan intensa que costar¨¢ mucho tiempo, quiz¨¢s tantos decenios de secesi¨®n como los hubo de uni¨®n, para que desaparezcan las trazas de la UE. Incluso es posible que la secesi¨®n sea imperfecta y la UE regrese por la ventana despu¨¦s de haber salido por la puerta: en cooperaci¨®n policial, militar, de defensa y seguridad, por ejemplo.
En el caso espa?ol, la secesi¨®n catalana todav¨ªa es m¨¢s quim¨¦rica. No tan solo por las evidentes dificultades institucionales y constitucionales internas, sino tambi¨¦n por la aversi¨®n europea e incluso internacional a la centrifugaci¨®n del poder, a los cambios de fronteras y a las disputas de soberan¨ªa. Las estructuras y conceptos que hay que romper se remontan a la Paz de Westphalia, hace nada menos que 370 a?os. Una dificultad a?adida son los l¨ªmites de su popularidad. Los catalanes no somos kurdos ni palestinos. En Europa la causa secesionista suscita simpat¨ªas desiguales. Inquieta, divide y se percibe como una secesi¨®n del bienestar, ego¨ªsta, capaz de suscitar solidaridades tambi¨¦n en la extrema derecha.
Si se quiere revitalizar el autogobierno, se han de reconstruir aquellos amplios consensos catalanistas
Y un argumento m¨¢s, el ¨²ltimo. La mayor dificultad no es exterior, sino estrictamente interna de la sociedad catalana. Su ascenso r¨¢pido y en¨¦rgico, pol¨ªticamente impresionante, ha roto s¨²bitamente los viejos consensos culturales, fiscales y ling¨¹¨ªsticos de los catalanes sobre los que se hab¨ªa construido un amplio autogobierno, el mayor de la historia de Catalu?a y uno de los mejores de Europa, que es como decir del mundo. Como reacci¨®n, ha aparecido una Catalu?a catalana pero tambi¨¦n espa?ola, que de ninguna manera quiere la secesi¨®n ni est¨¢ dispuesta a seguir el camino trazado por un secesionismo al que considera desleal: a la Constituci¨®n, al Estatuto asentado sobre la pluralidad catalana y a la mitad de la Catalu?a que se siente enga?ada por la ruptura unilateral del consenso (el consentimiento, en expresi¨®n de Ant¨®n Costas).
La dificultad catalana inminente no gira alrededor del peligro secesionista, sino en la depresi¨®n catalanista y en la degradaci¨®n de la democracia y del autogobierno, provocadas ante todo por el uso de las instituciones para una causa divisiva que no llega a movilizar ni tan solo la mitad de los catalanes. Si se quiere revitalizar y mantener el autogobierno, no digamos ya ampliarlo y profundizarlo, ser¨¢ imprescindible reconstruir aquellos amplios consensos catalanistas que el secesionismo aventurero e irresponsable rompi¨®. No se har¨¢, como es l¨®gico, alrededor de la idea de ampliar la base del independentismo, tal y como predican los fabricantes de t¨®picos secesionistas, sino recuperando los consensos transversales, en Catalu?a y en Espa?a.
El secesionismo deber¨¢ renunciar, naturalmente, a la idea de una separaci¨®n brusca, s¨²bita, no digamos ya unilateral, para profundizar en la legitimidad de su idea de independencia. Nada debe quedar del supuesto derecho a la secesi¨®n exhibido como un derecho humano fundamental e inexistente en la vida jur¨ªdica y constitucional nacional e internacional. Mejor arrumbar, en consecuencia, la visi¨®n salv¨ªfica de unas urnas desplegadas una vez, un d¨ªa, convertidas en la llave de una libertad inventada y de una rep¨²blica del aire. Ni refer¨¦ndum, ni consulta.
El secesionismo deber¨¢ renunciar a la idea de una separaci¨®n brusca, s¨²bita, no digamos ya unilateral
Aun as¨ª, la independencia es una idea que puede cobrar sentido, debidamente desgajada de los errores y de los ensue?os que han llevado al actual naufragio. Es leg¨ªtimo e incluso normal que los ciudadanos de Catalu?a queramos para nuestro pa¨ªs las m¨¢s altas cotas posibles de autogobierno. Basta repasar la historia para comprobar que no es una tarea f¨¢cil. Precisa consensos internos muy s¨®lidos y persistentes. Ahora est¨¢n rotos y hay que recuperarlos si se quiere perseguir el objetivo, algo que no conseguir¨¢n los dirigentes que han traicionado e incumplido sus promesas, han enga?ado a los suyos y a los otros, y en algunos casos incluso se han enriquecido en un viaje tan inmoral como irresponsable.
Tambi¨¦n se precisan consensos externos. A santo de qu¨¦ el conjunto de la ciudadan¨ªa espa?ola y sus instituciones democr¨¢ticas, perfectamente reconocidas y homologables, se someter¨¢n a procesos de chantaje y a escaladas de radicalidad e incluso de violencia, como instrumento para ampliar el autogobierno catal¨¢n. El camino transitable es exactamente el contrario al emprendido desde 2012 bajo el nefasto liderazgo de Artur Mas, el presidente que quiso hacer una transici¨®n catalana hacia un Estado propio y ha puesto en peligro la prosperidad de Catalu?a, ha degradado su autogobierno y ha dividido y desprestigiado al catalanismo.
La secesi¨®n se ha demostrado extremadamente dif¨ªcil. No es el caso de la idea tan deslumbrante como abstracta de la independencia, si quienes la defienden son capaces de convertirla en acci¨®n pol¨ªtica eficaz, en capacidad de transacci¨®n y de di¨¢logo y en reconstrucci¨®n de la transversalidad democr¨¢tica catalanista a partir de una voluntad reformista radical, pero siempre desde el respeto a la convivencia, a la Constituci¨®n, al Estatuto de Autonom¨ªa y a nuestros compromisos de integraci¨®n europea.
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