La joven que okup¨® la vivienda de su abuelo: ¡°Quiero vivir de alquiler, pero Madrid es muy caro¡±
La Fiscal¨ªa pide 1.080 euros de multa para ella y la misma cantidad para su novia, adem¨¢s del desalojo inmediato de la casa
Sucedi¨® a principios de junio. El madrile?o Vicente Moreda, de 87 a?os, se encontraba en Cartagena (Murcia) cuando recibi¨® una llamada de un vecino:
¡ª Vicente, un familiar tuyo acaba de entrar en tu casa con una chica y un cerrajero.
El familiar era su nieta Paula, de 18 a?os, con la que no tiene relaci¨®n. Ahora en el cuarto piso de la calle Atocha, 112, tambi¨¦n vive Ainhoa, de 20, que es la actual pareja de Paula. ¡°Estoy destrozado, no lo comprendo¡±, dice el abuelo Vicente. Amelia, de 51, es la madre de Paula, que tampoco se habla con su hija. ¡°Le tengo miedo, cuando era menor me amenaz¨® y acab¨® en un centro de menores¡±. Los dos pusieron la denuncia tras enterarse de lo ocurrido a finales de junio. La tarde de este martes se ha celebrado el juicio en los juzgados de Plaza de Castilla. ¡°Yo tengo 87 a?os, cobro una pensi¨®n de 800 euros y alquilo pisos para sobrevivir y pagar la residencia de mi mujer, que tiene alzh¨¦imer¡±, explica Vicente, enfundado en un traje beis. Tras o¨ªrle, la jueza fue directa:
¡ª ?Su nieta le pidi¨® permiso para entrar en su casa?
¡ª Nunca.
Mientras Vicente expon¨ªa los motivos que le han llevado hasta all¨ª, Paula, que acudi¨® con un mo?o de trencitas blancas muy llamativo, ni lo miraba. ¡°Antes de denunciarla llam¨¦ a la empresa Desokupa ¡ªuna especie de cobradores del Frac en versi¨®n inmobiliaria¡ª para que cediese¡±. Y a Telemadrid, para que grabara las im¨¢genes de ese encontronazo. En ese reportaje, que se emiti¨® a mediados de junio, se ve¨ªa c¨®mo uno de estos trabajadores negociaba con Paula en el rellano. ¡°?Puedes abrir la puerta, por favor? Est¨¢ aqu¨ª tu abuelo. Tengo que entrar, por favor, ¨¢breme¡±. Paula ha denunciado a su madre por coacciones por estos hechos. El abogado de Paula insisti¨® mucho en este asunto, pero la jueza zanj¨® r¨¢pido su estrategia. ¡°Aqu¨ª se juzga una usurpaci¨®n¡±.
Tras el abuelo Vicente, entr¨® la madre de Paula como testigo. ¡°Se?or¨ªa, mi relaci¨®n con mi hija es inexistente. Tengo otros dos hijos, que me han salido muy educados, pero a esta la he perdido¡±.
¡ª ?Sabe las consecuencias que puede tener esto para su hija?
¡ª S¨ª, est¨¢ avisada y requeteavisada.
La declaraci¨®n de Paula se escuch¨® con un silencio atronador entre el p¨²blico. La jueza fue al grano, otra vez:
¡ª Usted, ?por qu¨¦ entr¨® en la casa?
¡ª Vale, te explico.
¡ª ?Me habla de usted!
¡°Decidimos ir a esa casa porque no ten¨ªa d¨®nde ir. Hasta ese momento est¨¢bamos en la casa de la madre de mi chica¡±, insisti¨®.? El padre y la madre de Paula est¨¢n afrontando un proceso de divorcio. ¡°Est¨¢ mal entrar en la casa¡±, insisti¨® la nieta de Vicente, ¡°pero cuando no tienes d¨®nde ir. Mis ¨²nicos ingresos proceden de la noche madrile?a¡±. Solo trabaja unos d¨ªas a la semana: 240 euros al mes.
¡ª ?Y cu¨¢ndo se va a ir de la casa?
¡ª Cuando pueda, pero Madrid es muy caro.
Paula concluy¨® su declaraci¨®n sonriendo a su pareja Ainhoa, que tambi¨¦n fue interrogada por el fiscal: ¡°Yo le dije a Paula que eso no ten¨ªa que hacerlo¡±.
¡ª Y luego usted va a la casa y se queda a vivir.
¡ª Correcto.
¡ª ?Tiene un domicilio donde vivir?
¡ª S¨ª, el de mis padres.
Vicente miraba at¨®nito a la pareja de su nieta. La sentencia saldr¨¢ en dos semanas. El fiscal y el abogado piden el desalojo inmediato, pero difieren en las multas. 1.080 euros para cada una de ellas, seg¨²n el fiscal; 3.600, seg¨²n el letrado. Al salir, todos hablaron con la prensa. ¡°Que trabaje¡±, solt¨® la madre. ¡°A m¨ª me han juzgado sin saber mi vida¡±, explic¨® Paula. ¡°Tengo recuerdos bonitos de mi nieta. Viaj¨¦ con ella cuando era una ni?a y compet¨ªa en gimnasia r¨ªtmica¡±, dijo su abuelo.
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