No es nuevo
Esto de venirse arriba viendo series o programas ya lo hac¨ªamos antes. ?O qu¨¦ fue lo de 'V'?
He visto a amigas despedirse de m¨ª un viernes con un color de piel de lo m¨¢s saludable y tras d¨ªas sin saber nada de ellas, me las he encontrado con ojeras y de un tono blanco papel.
- ¡°Me he tragado entera la temporada de X, del tir¨®n¡± me explican ufanas. ¡°No he salido en todo el finde¡±, a?aden, entre orgullosas y azoradas, puesto que saben que ah¨ª hay gesta, pero tambi¨¦n vicio y madrug¨®n o ¡°trasnocheo¡±, sin fiesta mediante ni trabajo pendiente.
Yo no estoy libre de culpa, de modo que ni una piedra puedo tirar. Y voy m¨¢s all¨¢: cuando me sumerjo en el visionado intensivo de alguna, me mimetizo con algunos personajes, o les dejo de considerar en dos dimensiones, para acabar apreci¨¢ndoles u odi¨¢ndoles en tres. A veces, hasta copio su manera de hablar.
Sin embargo, esto de venirse arriba viendo series o programas no es nuevo.
¡°V¡±, la de los extraterrestres que com¨ªan ratas y llevaban monos rojos, no solo ha dejado a varias personas de mi generaci¨®n m¨¢s de una noche insomnes, tambi¨¦n ha sido fuente de inspiraci¨®n para disfraces de muchos carnavales y de infinidad de juegos.
Michael Knight con sus rizos al viento y KITT, antecesor del tunning perif¨¦rico, en El coche Fant¨¢stico, eran cita tan obligada que, aunque estuvi¨¦ramos a un buen rato en bicicleta de casa, todos los de mi grupo nos sub¨ªamos corriendo para no perd¨¦rnoslo. Los parques se quedaban tan vac¨ªos como durante el minuto de oro de cualquier Mundial de f¨²tbol.
En esa ¨¦poca, quiz¨¢ algo antes o despu¨¦s, tambi¨¦n me tragaba Las chicas de oro y Apartamento para tres, una en la que aparec¨ªa John Ritter, que ya era vieja cuando nos la pon¨ªan, puesto que se trataba de una reposici¨®n. Hace unas tres d¨¦cadas.
Se ha escrito un crimen, tatarabuela de CSI y de la infinidad de series actuales en las que se resuelven casos policiales, inocul¨® en m¨ª el gusto por la escritura. A¨²n resuena la melod¨ªa del principio en mi cabeza. ?Qu¨¦ buena era Jessica Fletcher!
Al salir de clase, ya con m¨¢s a?os, fue la comidilla de nuestras conversaciones p¨²beres, una larga temporada. Hab¨ªa partes que se grababan en Alcorc¨®n y eso, entonces, me insuflaba orgullo barrionalista. No obstante, poco de barrio eran las pintas fashion de los protagonistas para ir a un instituto en el que, por mucho que nos quisieran hacer creer otra cosa, la media de edad estaba muy por encima de la del alumnado de cualquier centro.
Sobre M¨¦dico de familia, Los Serrano o Farmacia de Guardia prefiero no pronunciarme porque me emociono. Creo que lo mejor era que se trataba de una actividad familiar, todos en torno a la pantalla y comentando.
Unas l¨ªneas m¨¢s arriba se?alaba que tambi¨¦n ha habido programas que se han convertido en el centro de muchas charlas. Me pas¨¦ todo s¨¦ptimo y octavo de EGB, escuchando el ¡°qu¨¦ mala zuerte¡± de Pepe G¨¢fez, un personaje de un espacio semanal de Alfonso Ar¨²s, en el patio del colegio y tratando de dilucidar si lo de Ricky Martin en Sorpresa Sorpresa fue real. Y no, ?no?
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