Pudi¨¦ramos felicitarnos
Estoy seguro de que se podr¨ªa haber hecho m¨¢s en el pasado para que menos gente estuviera tan enojada. Pero habremos de hacer algo m¨¢s: reparar los rotos, materiales y morales
Esta noche. Ser¨ªa magn¨ªfico. Es mi primer deseo para todos ustedes antes de fiestas. A ver si lo conseguimos, entre todos, o los m¨¢s de nosotros, justo despu¨¦s del Cl¨¢sico de hoy, el partido del a?o en Barcelona.
Una de las pocas cosas claras en el f¨²tbol es que los dos grandes clubs que se enfrentan esta tarde en el Camp Nou son mucho mejores el uno por el otro y el otro por el uno. Y ni les cuento si hubiera en Espa?a otros dos o tres equipos con igual potencia instalada, con parejo presupuesto anual, dicho con vulgaridad.
Ignoro si mi ruego habr¨¢ ca¨ªdo esta tarde como agua en cesto, pero voy por partes, a ver si esta noche hemos conseguido salir adelante con alguna de ellas.
Primera: ¡°Insultos cero en la grada¡±. Lo pide la Federaci¨® Catalana de Futbol, respeto, por favor. No es tan dif¨ªcil. Valen, naturalmente, aplausos y abucheos, aburren los improperios, sobran las injurias y resultan intolerables las animaladas. Si pudi¨¦ramos al menos contenernos en el primer y segundo niveles, ya ser¨ªa un logro. Grande. Si pudi¨¦ramos.
Las protestas han de ser vistosas, pero bloquear la Meridiana cada noche fastidia a trabajadores fatigados
Segunda: ¡°Son ustedes bienvenidos¡±. Vengan a Barcelona a disfrutar del buen juego, no a reventarme la ciudad, no necesitamos casseurs, rompedores, alrededor del campo de f¨²tbol, que eso es demasiado f¨¢cil, pero sobre todo es muy cansino, mucho. Entendemos bien que las protestas han de ser vistosas, pero no nos cansamos de repetir que quemar o romper mobiliario urbano o bloquear la Meridiana cada noche fastidia a trabajadores fatigados que intentan volver a casa, que hace ocho d¨ªas nos desviaron en el centro a bastantes conductores, pues trabajaban con m¨¢quinas asfaltando calles en los alrededores de la Plaza Urquinaona porque semanas antes unos cuantos centenares de j¨®venes (y menos j¨®venes) creyeron que quemar contenedores de basura sobre el asfalto que derret¨ªan era buena idea. Pues no, no lo fue. Aunque me llam¨® la atenci¨®n, pegado a Betev¨¦, observar una y otra vez una divisi¨®n sexual del trabajo impropia del Nuevo Amanecer que preconizaban los de los fuegos: ellos volcaban y quemaban contenedores; ellas se descaraban con la prensa y la televisi¨®n. Hab¨ªa de todo, claro, pero la divisi¨®n era visible y llamativa. Y uno que cre¨ªa que estas cosas de hombres y mujeres iban a ser enterradas precisamente por esta buena gente. Pues no. Las sociedades cambian muy despacio. Las palabras lo hacen. Las cosas, menos. Las personas, casi nunca.
Y Tercera: ¡°Feliciten al ganador¡±. Yo soy parcial y me gustar¨ªa poder felicitar a Ansu Fati (le alineen o no), de mi ciudad, o a Leo Messi, del mundo, y a los dem¨¢s, pero si acabamos medio bien, vaya mi felicitaci¨®n por delante, esta noche, cuando ya este art¨ªculo sea papel para envolver el pescado, rastro de una luz perdida en la nebulosa de internet. Si pudi¨¦ramos.
?Y si no?
Pues pediremos disculpas, porque, yo, para empezar, estoy seguro de que podr¨ªa haber hecho m¨¢s en el pasado para que menos gente estuviera tan enojada. Pero habremos de hacer algo m¨¢s: reparar los rotos, materiales y morales, hacer algo por quienes pudieran haber resultado contusionados, lesionados o, esperemos que no ocurra, peor. Hombre de orden, no puedo dejar de creer en las libertades del desorden.
Durante las protestas, ellos volcaban y quemaban contenedores; ellas se descaraban con la prensa
Y por si no les convenzo todav¨ªa, acabar¨¦ recordando la historia de un radical entra?able, de alguien que se ha metido en m¨¢s de un l¨ªo por haber sido comprensivo con rompedores de escaparates de supermercados.
Contempor¨¢neo m¨ªo, naci¨® humilde en Marinaleda, Sevilla, no creo que los manifestantes de esta tarde est¨¦n por ¨¦l, ni por su ciudad, ni que la sientan suya, lo siento (por ellos). Pero m¨¢s lo sienten los socios avispados del Bar?a y su inmensa afici¨®n: hace algunos a?os, en 2008, este hombre del que les hablo les pag¨® los billetes del viaje de Bis¨¢u a Espa?a, cuyas puertas abri¨®, a Anssumane Fati Vieira y a su familia.
Se llama Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, lleva no s¨¦ ya cu¨¢ntos a?os de alcalde de su pueblo, no pienso como ¨¦l, para nada, pero sin pol¨ªticos as¨ª, este pa¨ªs ser¨ªa m¨¢s pobre de lo que es. Los catalanes tenemos una deuda contra¨ªda con ¨¦l. Piensen como piensen este d¨ªa del partido de hoy, si han llegado al final de este art¨ªculo, ahora s¨ª les habr¨¦ convencido: no rompan nada por favor, que el alcalde de Marinaleda es uno de los nuestros. As¨ª es la Catalunya Gran. Pudi¨¦ramos felicitarnos todos. Esta noche.
Pablo Salvador Coderch es profesor de Derecho Civil en la Universitat Pompeu Fabra.
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