Vida y muerte de los almendros en flor
La almendra es ritual, del turr¨®n al helado, o ella sola, desnuda, asada o cruda, salada o dulce
Unos almendros isle?os, ahora viejos troncos negros minerales, protagonistas olvidados, con ramas despeinadas, sueltan mariposas blancas, flores contra el fr¨ªo y al sol. Al pleno del verano, las flores deben ser almendras, artefacto de madera con un fruto de gran provecho y variedad en la tabla de virtudes, placeres y caprichos. La almendra es ritual, del turr¨®n al helado, o ella sola, desnuda, asada, frita o cruda, salada o dulce. Metamorfosis y met¨¢fora. Postal y esquela. El paisaje id¨ªlico del pasado de los almendros en flor alterna con rondas de muerte con muchos fantasmas.
Los ¨¢rboles que est¨¢n bien cultivados y explotados, muchos menos de los millones que poblaban media Mallorca, mantienen la inercia de su existencia amenazada. Los campos tradicionales han sido atacados por la plaga de la xylella fastidiosa o simplemente olvidados por rendici¨®n o defunci¨®n del campesino que los sembr¨®, labr¨®, pod¨® y vare¨® c¨®mo si fueran parte de su vida y de su capital.
Los almendros, por su fruto y caracter¨ªsticas de cruces locales, tuvieron su nombre, su variedad de diferencia; hasta 250 distintos solo en Mallorca: cocarroi, cresta de gall, clau de verro, bec de corb, corona, de canal, cacahuet, caixeta, pota, firella, pou, republicana, peluda, gravada, cap d¡¯arengada, ceba. La mayor¨ªa se ha perdido, extinguida, olvidada en los ¨¢rboles sin recoger. No se ven y quiz¨¢s nadie las reconoce.
La emergencia la gestiona casi en solitario el experto Jaume Forn¨¦s -que explora la derrota del pasado y de hoy y siembra almendros para ¨¦l, militante e investigador de este mundo de ayer que fue tan diverso, rico. Nombres y castas relacion¨® el profesor Climent Picornell y antes don Pedro Estelrich y m¨¢s hacia ac¨¢ Ventura Rub¨ª.
Nadie sabe tanto de los almendros isle?os y del mundo como Rafel Socias Company, un sabio de sa Pobla radicado en Zaragoza. Poeta (Parla Narc¨ªs) e investigador internacional Rafel Socias que cre¨® dos variedades Vialf¨¤s y Blanquerna; un gesto: su pueblo y Ramon Llull.
El mapa es el pasado, nubes bajas de almendros en enero y febrero, en Mallorca, Ibiza y Formentera, que tan bien quedan en los paisajes audiovisuales. Ahora muchos son difuntos o le?a olvidada en campos sin labrar, sembrar ni pacer. Hay nuevas plantaciones intensivas -lo hemos visto a IB3 con siembras industriales o vecinales.
Tambi¨¦n se ven grandes fincas ordenadas, de se?ores, y bastantes propiedades menores de campesinos del com¨²n que preservan su entorno heredado, vital, ordenado, productivo, como miraban la libreta del banco y evocaban la memoria de los padres.
El inventario quiz¨¢s es arqueol¨®gico, de ruina, mejor de acta e defunci¨®n de un sistema, de un universo agr¨ªcola ya extinguido, sin una poblaci¨®n rural originaria que ha acabado su ¨¦poca, cuando apelar al ¡°amo de sus metles" era expresar qui¨¦n mandaba y ten¨ªa poder, simb¨®lico. Ahora casi nadie recoge los frutos.
A mediados de siglo XX ven¨ªan a Mallorca partidas de familias temporeras, andaluzas y gitanas, para la cosecha en latifundios; bastantes estaban en condiciones medievales, incalificables. Algunos ni?os quedaban en las fincas y eran criados y explotados como esclavos. Recientemente, de manera espor¨¢dica, migrantes africanos son invitados a cosechar almendras a medias, o gratis. As¨ª los ¨¢rboles quedan limpios sin proyectiles negros colgando, las almendras viejas.
Pero all¨¢ donde el cultivo perdura, el almendro se varea y se recoge el fruto, lo pelan y parten, sucede la novedad, llega el fruto propio la almendra como prenda que tuvo un valor material evidente, central a la antigua econom¨ªa y en la gastronom¨ªa local.
La maravilla mediterr¨¢nea acontece inevitable cruda, tostada con su caparaz¨®n -un doble horno-, escaldado y pelada, tostada con la piel, frita con sal o sin nada. Es un regalo localizado con helado de almendra cruda o tostada, en sorbete, en su leche, en turr¨®n crudo de coca o de almendra tostada, en guirlache (tamb¨®), crema cruda, en el relleno de la ensaimada, en panellets, en salsa de almendra, en la salsa de Navidad de Ibiza y Formentera (fant¨¢stica y tribal), almendras solas, en garrapinyades.
Hay una tarta monogr¨¢fica, bandera de la pasteler¨ªa simple y tradicional: el gat¨® o pa moix¨®, solo de almendras, huevos y az¨²car (sin harina). Sin m¨¢s o con helado de almendra no es una redundancia ni una obsesi¨®n. Las almendras picadas siempre dominan los gustos y los caldos al fondo de los guisos. Existen encomiables iniciativas de comercializaci¨®n de almendras gourmet, procesadas en botes y bolsas, saladas y con especies.
Con los almendros en flor nacen poes¨ªas, novelas, perfumes, postales, fiestas y viajes de luna de miel. Fue el orden natural, el campo ordenado y sufrido. Ahora en las islas se dibujan ciertas estampas de susto, olvido y muerte con muchos parajes derrotados. Crecen plantaciones de almendros j¨®venes, peque?os, derechos y ordenados, paisajes organizados, geom¨¦tricos y de vida corta, 30 a?os tan solo. Ning¨²n ¨¢rbol joven es de las 250 variedades aut¨®ctonas.
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