El imperio de papel de L¨®pez Llaus¨¤s
Una exposici¨®n en la biblioteca Jaume Fuster agrupa los hitos del fundador de la Llibreria Catal¨°nia, las revistas ¡®El Be Negre¡¯ e ¡®Imatges¡¯ y la editorial Edhasa
Ten¨ªa que estar ah¨ª, sin discusi¨®n. No hab¨ªa ni un local por alquilar, pero fue tienda por tienda buscando una posibilidad de traspaso. El ¨²nico resquicio, la de material el¨¦ctrico Metron, en la acera de La Rambla hacia Portal del ?ngel. No fue f¨¢cil porque el propietario era nada menos que Joan Pich i Pon, el pol¨ªtico y empresario lerrouxista que ser¨ªa alcalde de Barcelona; pero un traspaso alto (50.000 pesetas) y un alquiler muy considerable (1.500 pesetas al mes) doblegaron la resistencia. Parec¨ªa una locura, y m¨¢s para una librer¨ªa que destinar¨ªa buena parte de su apuesta a la edici¨®n en catal¨¢n. Pero Antoni L¨®pez Llaus¨¤s sab¨ªa qu¨¦ buscaba: visibilidad para unos libros que, cultura aparte, tambi¨¦n deb¨ªan de ser negocio, imbuido de los nuevos aires de masas de los a?os 20 que ¨¦l conoc¨ªa bien como director de la rama publicitaria de la francesa Agencia Havas en Barcelona. Y ah¨ª, en Pla?a de Catalunya, 17, pues, abr¨ªa el 8 de mayo de 1924 la Llibreria Catal¨°nia, una de las mejores que han existido nunca en Barcelona y piedra angular de uno de los pocos grandes holding aut¨®ctonos del mundo del libro en Catalu?a.
Una librer¨ªa, una editorial del mismo nombre que dio salida a una nueva generaci¨®n de escritores catalanes (Sagarra, Soldevila¡) y al Diccionari General de la Llengua Catalana de Pompeu Fabra, una imprenta propia y la gerencia de otra m¨¢s grande (NAGSA), revistas se?eras de la historia del periodismo (D¡¯Ac¨ª i d¡¯All¨¤; El Be Negre, Imatges¡) y una distribuidora¡ Pero, saltando la fosa de la Guerra Civil y el Atl¨¢ntico, dos editoriales m¨¢s (Edhasa, con su cat¨¢logo de la literatura del exilio o la ciencia ficci¨®n en castellano, y Hermes) y la responsabilidad de Editorial Sudamericana, ah¨ª donde tras fichar a Paco Porr¨²a como director literario en 1960 (¡°mi lector desconocido¡±, le llamaba; ¡°Don Nessuno¡±, le bautiz¨® la prensa italiana) acabar¨ªa publicando la llave del boom latinoamericano, Cien a?os de soledad, de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez... Esos fueron los prodigios de L¨®pez Llaus¨¤s, labor cultural-empresarial herc¨²lea que, observada junta, como puede hacerse hasta el pr¨®ximo d¨ªa 20 en la exposici¨®n Barcelona-Buenos Aires: libres d¡¯anada i tornada, comisariada por Juli¨¤ Guillam¨®n en la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona, sencillamente, deslumbra. Quiz¨¢ por mod¨¦lica; quiz¨¢ por irrepetible.
L¨®pez Llaus¨¤s (Barcelona, 1888-Buenos Aires, 1979), abogado de carrera, casado y con dos hijos, llevaba ya tres a?os separado, por diferencias profesionales, de su padre y de su abuelo, editores y libreros, c¨¦lebres creadores de la Librer¨ªa Espa?ola en La Rambla del Mig. El hijo-nieto se hab¨ªa refugiado en una modesta imprenta, A. L¨®pez Llaus¨¤s impressor, pero ya dio un brillante ejemplo de su pragmatismo cultural: como no hab¨ªa manera de que Antoni Rovira Virgili librara los cap¨ªtulos de su Hist¨°ria Nacional de Catalunya que quer¨ªa publicar, se le ocurri¨® lanzarlos en fasc¨ªculos: as¨ª apremiaba al autor y se ahorraba una inversi¨®n a la que no pod¨ªa hacer frente. El ¨¦xito fue tal que necesit¨® derivar la gesti¨®n de los suscriptores a Josep Maria Cruzet, futuro socio de la Catal¨°nia y fundador de la editorial Selecta.
Esa operaci¨®n resume a L¨®pez Llaus¨¤s: pod¨ªa involucrarse en proyectos patri¨®ticos-culturales, pero deb¨ªan poder ser rentables. Agotado el pacto de no agresi¨®n con el padre, lanz¨® la librer¨ªa, con 100.000 peseta de capital aportadas por ¨¦l, Cruzet y la madre de Manuel Borr¨¤s de Quadras, dispuesta a sufragar la ense?anza del oficio de impresor de su hijo, dinero que redirigir¨ªan a la que ser¨ªa una de las primeras librer¨ªas de Catalu?a en exponer los libros de cara y no de lomo.
Borr¨¤s era cu?ado del influente miembro de La Lliga Josep Mar¨ªa Trias de Bes, y esa es otra clave en la carrera de L¨®pez Llaus¨¤s: su red de relaciones para tirar adelante sus negocios, que ya le hab¨ªan llevado a Havas v¨ªa su director, el periodista y pol¨ªtico Claudi Ametlla, y en 1925 le sirvieron para que le traspasaran la Editorial Catalana, creada en 1917 por iniciativa de Enric Prat de la Riba y Francesc Camb¨® para reforzar la influencia social de su partido, La Lliga, y ampliar y catalanizar el mercado lector de su clientela pol¨ªtica, la nueva burgues¨ªa catalana. La colecci¨®n de libros Biblioteca Liter¨¤ria y la revista D¡¯Ac¨ª i d¡¯All¨¤ eran las joyas de un proyecto que hab¨ªa visto caer su ventas medias de 5.000 a las de apenas las de sus 1.500 suscriptores. Pronto mejor¨® la calidad de la revista y su formato y en 1932 la hizo trimestral y de gran lujo, en forma y fondo. Con ella y la creaci¨®n, en 1931, del semanario sat¨ªrico El Be Negre y la modern¨ªsima pero ef¨ªmera revista de actualidad gr¨¢fica Imatges (1930), entroncaba con la tradici¨®n familiar: su abuelo fund¨® L¡¯Esquella de la Torratxa y La Campana de Gr¨¤cia.
Sagacidad comercial y promocional inusuales y contactos fueron construyendo su trayectoria: si en la primavera de 1928, lanzaba la Biblioteca Univers, colecci¨®n de literatura universal de corte cl¨¢sico e inspiraci¨®n francesa, pero a precio muy econ¨®mico (1,50 pesetas frente a las 4 que costaban tambi¨¦n las suyas Biblioteca Liter¨¤ria y Biblioteca Catal¨°nia), en 1930 se creaba la imprenta Nacional d¡¯Arts Gr¨¤fiques (NAGSA), de la que ser¨¢ modernizador gerente y que ir¨¢ lubricada con encargos de sus contactos. O la colecci¨®n de biograf¨ªas populares Quaderns Blaus, que se estren¨® con Santiago Rusi?ol, y que alcanzaron tiradas de hasta 9.000 ejemplares. Ecl¨¦ctico en sus colecciones y pr¨¢ctico (aceptaba ediciones de autor, como hizo con Rodoreda o Espriu), siempre jugaba bien las cartas de lo econ¨®mico en lo patri¨®tico: el Diccionari de Fabra (1932); las obras completas de Verdaguer ya con la nueva gram¨¢tica del fil¨®logo(1928) o unas espectaculares paradas por la Diada de Sant Jordi que ¨¦l promovi¨® a trasladar de octubre al 23 de abril, la del patr¨®n de Catalu?a, con esculturas gigantes de caballeros, dragones o libros de hasta cinco metros, como puede verse en la exposici¨®n.
Con ese entramado, supo aprovechar las sinergias de grupo: era un cl¨¢sico ver anuncios de la librer¨ªa Catal¨°nia o de novedades de la editorial en D¡¯Ac¨ª i d¡¯All¨¤, de la misma manera que los grandes fot¨®grafos de Imatges Josep Salas y Gabriel Casas eran los autores de los folletos publicitarios de la librer¨ªa. En uno de esos anuncios de oto?o de 1931 se informaba que la tienda se trasladaba un poco m¨¢s arriba, a la Ronda de Sant Pere, 3, forzados por las venta del inmueble, que dar¨ªa lugar al gigantesco edificio del Banco de Espa?a en esa Barcelona cambiante, turista y cosmopolita que tambi¨¦n reflejaba su cat¨¢logo, con t¨ªtulos carism¨¢ticos como el de Nits de Barcelona, de Josep Maria Planes, o L¡¯art d¡¯ensenyar Barcelona, de Myself, pseud¨®nimo de uno de los autores clave de la casa, Carles Soldevila, a la saz¨®n director de D¡¯Ac¨ª i d¡¯All¨¤, revista que ten¨ªa su espartano cuartel general (apenas un caj¨®n de una mesa para recoger originales y correspondencia) en la misma librer¨ªa, donde Soldevila tambi¨¦n recib¨ªa a las visitas.
El traslado permiti¨® la entrada de socios potentes, como Camb¨®, Ametlla, el empresario Josep Maria Roviralta (amo de Uralita) o el productor de cine Delmir de Caralt. Se modernizaron m¨¢s los servicios (bolet¨ªn trimestral de novedades informaci¨®n individualizada, encargos por tel¨¦fono, secci¨®n de ocio y deporte; quiosco internacional con suscripciones¡) y la sala de exposiciones, para 120 personas, tuvo hitos como la muestra de Dal¨ª en diciembre de 1933, con fotos de Man Ray, o las de artistas del movimiento Adlan, en marzo de 1934.
Todo iba muy bien: a la librer¨ªa peregrinaban desde los miembros m¨¢s notables de la cultura catalana (con la Penya del Ateneu Barcelon¨¨s al frente) hasta personajes populares como el futbolista Samitier (irreconocible con traje gris y sombrero) o la vedette Rosita Rodrigo; y se hab¨ªa consolidado un cat¨¢logo de solventes escritores catalanes postnoucentistes como el Soldevila de Fanny (6.000 ejemplares) y Valentina, el Josep Maria de Sagarra de Vida privada y El comte Arnau (3.000), el Josep Pla del Manual de Hiparxiologia (al que pagaba un fijo de 500 pesetas mensuales) o el propio Camb¨® (Per la conc¨°rdia, 20.000). Pero el asesinato del periodista Planes, su director de El Be Negre, en agosto de 1936, y las amenazas a Sagarra, todo por los anarquistas, le llev¨® a irse a Francia, donde trabaj¨® hasta 1939 en la librer¨ªa Hachette.
De nuevo sus relaciones le ayudaron: Rafael Vehils, que estuvo en la el¨¦ctrica CHADE de Camb¨®, sugiri¨® su nombre a Victoria Ocampo como gerente para la editorial Sudamericana que la escritora argentina hab¨ªa creado. De nuevo, la gesti¨®n de L¨®pez Llaus¨¤s fue impecable, hasta el extremo de que, en seis a?os, en 1945, el negocio era ya tan rentable que le dio para construirse una casa con seis hect¨¢reas de jard¨ªn. Salinas, Guill¨¦n, G¨®mez de la Serna, Madariaga, Mann, Hesse, Huxley, Waugh, Hemingway¡ desfilaron por un cat¨¢logo que en 1960, con la llegada de Porr¨²a, se permiti¨® el lujo de descubrir la literatura del boom sudamericano. Tambi¨¦n hab¨ªa entrado la novedosa ciencia-ficci¨®n, esta gracias a su hijo Jorge L¨®pez Llovet, subgerente al frente de nuevos productos como la novedosa colecci¨®n de bolsillo Piragua, como su padre con estudios de publicidad, cuarta generaci¨®n de editores e impresores que se trunc¨® por su prematura muerte en 1965, y que oblig¨® al padre a volver al ruedo con 77 a?os. Le ayud¨® su nieta, Gloria, con la que actualizaron cat¨¢logo en los 70: Nabokov, Passolini, Salinger, Burgess¡
Buscando a los mejores
En la biograf¨ªa profesional de Antoni L¨®pez Llaus¨¤s sobresale tanto su capacidad de ampliar el negocio editorial como la de saber sus limitaciones y poner al frente de cada ¨¢mbito a los mejor capacitados, apart¨¢ndose ¨¦l. Lo hizo en su peque?a imprenta cuando el ¨¦xito de la Hist¨°ria Nacional de Catalunya de Rovira y Virgili por fasc¨ªculos, fichando entonces para ello a Josep Maria Cruzet. En la librer¨ªa Catal¨°nia, haci¨¦ndose con los servicios de una dependiente que era la representante de las plumas Waterman en Catalu?a y luego, al ver que no entraba nadie al inicio, fichando como encargado al entonces mejor librero de la ciudad, Antoni Palau, sac¨¢ndole de la segura y prestigiosa Librer¨ªa Francesa con el sagaz anzuelo de asegurarle el sueldo de un a?o por adelantado. En lo literario, lo mismo: mantuvo cerca al intelectual Joan Estelrich cuando se hizo con la Editorial Catalana y sigui¨® creyendo en Carles Soldevila no s¨®lo como director de D'Ac¨ª i D'All¨¢ y como autor, sino como juez del buen gusto de su editorial, labor a la que no fue ajena Josep Maria de Sagarra, amigo personal. La guinda la puso el fichaje en Argentina de Francisco Porr¨²a para Sudamericana, el editor de Cien a?os de soledad.
Entre medio, escarmentado quiz¨¢ por lo vivido en Catalu?a, en 1946, con el ascenso de Per¨®n, hab¨ªa decidido crear dos sellos propios: Edhasa, con un pie en Barcelona y Buenos Aires, y Hermes, con uno en M¨¦xico y otro en su ciudad natal. Una colecci¨®n como El puente, donde quer¨ªa fomentarse el di¨¢logo conviviendo autores exiliados como Corpus Barga, Max Aub y Madariaga con pensadores de la Espa?a franquista un poco cr¨ªticos, como Azor¨ªn o La¨ªn Entralgo, fue uno de los ¨¦xitos de una editorial que importaba libros pol¨ªticos desde Argentina como Sartre, Camus (con m¨¢s de una multa por ello) y trajo la ciencia-ficci¨®n y la literatura de la imaginaci¨®n del boom (Cort¨¢zar al frente), renovando un panorama que se plasmaba muy mucho en las portadas, como se ve generosamente en la exposici¨®n.
¡°Hasta que no se puedan vender 10.000 ejemplares de los libros en catal¨¢n no iremos a ning¨²n sitio¡±, sosten¨ªa en los a?os 20. Esas cifras y un proyecto como el suyo a¨²n hoy parecen fantas¨ªa.
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