La familia y la escuela: sus ¨¢mbitos respectivos
El problema no es tan distinto al de otras asignaturas, que deben ense?arse sin que el profesor tome posici¨®n
Confieso que hasta hace unos pocos d¨ªas no hab¨ªa o¨ªdo hablar ni sab¨ªa que era el pin parental, del que estos d¨ªas tanto se habla, incluso en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros. ?Ser¨¢ para que se deje de hablar de la propuesta de nueva Fiscal General del Estado cuyo procedimiento para nombrarla est¨¢ en tr¨¢mite? Quiz¨¢s. Todo es posible en este mundo pol¨ªtico actual dirigido por consultores de comunicaci¨®n.
Por lo visto, el de repente tan famoso pin parental consiste en la supuesta facultad de los padres de los alumnos de primaria y secundaria para impedir que sus hijos asistan a determinadas actividades escolares complementarias por considerarlas perjudiciales para su educaci¨®n. Esta facultad ya est¨¢ vigente en la Comunidad de Murcia y el PP, siguiendo exigencias de Vox, parece querer extenderla a otras comunidades donde gobierna. Las materias sobre las cuales puede implantarse este veto paterno son, al parecer, las relacionadas con la identidad de g¨¦nero, el feminismo y el pluralismo expresado en los derechos de los miembros del colectivo LGTBI.
El sesgo ideol¨®gico de la cuesti¨®n parece innegable y escaso su recorrido jur¨ªdico ante los tribunales, dado que, al parecer, el Gobierno quiere recurrir la instrucci¨®n de la Comunidad de Murcia y es por ello que ha saltado el caso. A primera vista, no creo en la validez de este derecho de veto siempre que estas controvertidas cuestiones se traten dentro del ¨¢mbito protegido por el art. 27.3 de la Constituci¨®n, es decir, que sean actividades que contribuyan ¡°al pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democr¨¢ticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales¡±. Dicho de otra manera, en palabras menos solemnes, siempre que se informe sobre estas materias y se debatan si es necesario, pero sin llegar al adoctrinamiento.
En definitiva, el problema no es tan distinto del de otras asignaturas tradicionales, especialmente la filosof¨ªa, la historia o la literatura, que deben ense?arse sin que el profesor tome posici¨®n por una tendencia concreta, sino que debe limitarse a explicar los argumentos en que se basan las principales corrientes con el objetivo de que el alumno las conozca y las tenga en cuenta para llegar ¡ªde ni?o, de adolescente o de mayor¡ª a sus propias conclusiones. Es normal, adem¨¢s, que este alumno cambie de posici¨®n a lo largo de su vida porque los conceptos que le han ense?ado sus maestros tendr¨¢n el a?adido de la experiencia que ir¨¢ adquiriendo, el contraste entre sus convicciones previas con los datos e ideas que le vayan suministrando nuevas circunstancias y, sobre todo, el deber moral de seguir pensando sin quedar necesariamente anclado para siempre en los conocimientos previamente aprendidos.
Pero al hilo del extra?o pin parental, y sin entrar en su casu¨ªstica, que no tengo clara, el caso es una buena ocasi¨®n para plantear el marco general en que se plantea un litigio de este tipo y que suscita una pregunta previa a dilucidar: ?Cu¨¢les son las facultades que corresponden a los padres y cu¨¢les son las que corresponden a la escuela, en materia de educaci¨®n de los hijos?
A mi modo de ver, esta es una cuesti¨®n crucial. F¨¢cilmente nos pondremos de acuerdo en que ambos son los principales responsables de esta educaci¨®n por lo menos hasta los dieciocho a?os. Pero en estos a?os, ?qu¨¦ le corresponde a unos y qu¨¦ a otros? Para resolver este interrogante, cabe hacer una distinci¨®n previa, muy parecida a la divisi¨®n de poderes en el marco de lo pol¨ªtico: lo que haga uno no lo haga el otro aunque deba haber una colaboraci¨®n entre ambos pero sin traspasar sus respectivas esferas, ciertamente no bien delimitadas. En lo moral, el ¨¢mbito educativo b¨¢sico debe ser el de la familia; en los conocimientos, el de la escuela. Ya digo que ambas esferas deben colaborar entre s¨ª y que las fronteras entre conocimientos y moral no est¨¢n bien definidas.
Pero como me dec¨ªa un amigo hace un par de d¨ªas, la escuela debe limitarse a instruir en conocimientos, la familia a distinguir entre lo que est¨¢ bien hecho y lo que no. No es lo que, por lo general, sucede ahora: los padres entran en las escuelas, los maestros adoctrinan en las materias que son competencia de las familias. Mal vamos porque todo ello puede generar confusi¨®n y, como sucede con este pin tan novedoso, crear conflictos.
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