Sobornos y plagios en la catedral de Barcelona
La Pia Almoina expone la pol¨¦mica y los conflictos de intereses que se vivieron en el siglo XIX en la construcci¨®n de la fachada neog¨®tica del principal templo de la ciudad
La fachada g¨®tica de la catedral de Barcelona, el edificio g¨®tico m¨¢s importante de la ciudad, no es g¨®tica; es una obra que se construy¨® a finales del siglo XIX, aunque pocos barceloneses lo saben, y casi ninguno de los miles de turistas que la fotograf¨ªan a diario, tampoco. Cuesta creerlo, pero este enorme tel¨®n de piedra que le da car¨¢cter a la catedral de Barcelona es fruto del inter¨¦s de un rico banquero y pol¨ªtico, Manuel Girona, que proporcion¨® los recursos para levantarla, despu¨¦s de no encontrar el respaldo de ninguna instituci¨®n. Con su acci¨®n y la de su familia se pudo terminar el edificio inconcluso desde comienzos del siglo XV por falta de medios.?
C¨®mo se llevaron a cabo estos trabajos, los intereses de sus protagonistas, las argucias de los promotores y los problemas con que se encontr¨® una obra as¨ª, se explican en la exposici¨®n Vallmitjana y la fachada de la catedral, inaugurada en la Pia Almoina (hasta el 1 de abril). En este edificio situado junto al principal templo de la ciudad (con permiso de la Sagrada Familia) se explica, tambi¨¦n, el papel que la familia Vallmitjana ¡ªescultores que revolucionaron la escultura catalana alrededor de 1900¡ª, desempe?aron en la nueva fachada y c¨®mo tuvieron que someter sus trabajos a los criterios que impuso Madrid para ser aceptados.
Hasta hace un siglo la catedral de Barcelona contaba con una fachada sin ornamentos, lejos de la importancia y la riqueza del resto del conjunto; algo que desmerec¨ªa a una ciudad que no paraba de crecer y de atraer a nuevos ciudadanos. Fue entonces cuando se gener¨® la necesidad de dotarla de una fachada de importancia siguiendo la traza que hab¨ªa hecho en 1408 Carles Galters de Rouen, el Maestre Carl¨ª. Y ah¨ª entra Manuel Girona, que present¨® un proyecto propio, aunque solo hab¨ªa estudiado un a?o de arquitectura en Madrid, que har¨ªan el arquitecto municipal Josep Oriol Mestres y su ayudante August Font. Su propuesta, inspirada en el g¨®tico mediterr¨¢neo, acorde con el resto del templo y los dem¨¢s ejemplos de la ¨¦poca de la ciudad, fue la que recibi¨® el respaldo en 1887 de la Academia de Bellas Artes de Madrid.
Pero el proyecto por el que apost¨® la ciudad fue otro; el de Joan Martorell, por entonces arquitecto de Eusebi G¨¹ell, que cre¨® una fachada neog¨®tica, vertical, ornamental y preciosista, que remataba con una aguja colosal.
La pol¨¦mica estaba servida, por lo que se gener¨® un fuerte debate entre los barceloneses y en la prensa, como evidencian los recortes de diarios que pueden verse en la exposici¨®n, as¨ª como las cartas cruzadas entre arquitectos, cabildo y promotores. En la muestra puede verse el proyecto de Martorell delineado por Antoni Gaud¨ª y una inscripci¨®n realizada por Llu¨ªs Dom¨¨nech i Montaner, alumnos y colaboradores suyos. Para promocionarlo frente a las otras opciones, Eusebi G¨¹ell no dud¨® en pagar la impresi¨®n del dibujo y regalarlo con la revista La Reinaxen?a. Tambi¨¦n se le acus¨® de querer dar (sobornar) 20.000 duros al cabildo para que este saliera adelante.
Tras varias modificaciones, el proyecto que se materializ¨® fue una s¨ªntesis del de Mestres y el de Martorell, tras copiar las dos torres laterales, un friso de arcos ciegos y un cimborrio de 90 metros, siete menos que el de Martorell, que no estaban en el original.
Gan¨® el proyecto de Josep Mestres que, al final, copi¨® el Joan Martorell
La fachada del templo se acab¨® en 1898 y el enorme cimborrio en 1912
La segunda parte de la muestra comisariada por Cristina Rodr¨ªguez y Nat¨¤lia Esquinas, de la Universidad de Barcelona, que colabora con el Museu Dioces¨¤ en su organizaci¨®n, est¨¢ dedicada al programa escult¨®rico de la fachada, que cuenta con m¨¢s de 33 esculturas, en las que adem¨¢s de las 21 figuras que realiz¨® Agapit Vallmitjana i Barbany ¡ªEl Cristo y los 12 ap¨®stoles, todos de 1,80 de altura, y ocho rostros de la parte superior¡ª, intervinieron Eduard Batiste, Agust¨ª Querol, Joan Roig, Francesc Pag¨¨s, Pere Carbonell y Rafael Atch¨¦, creando im¨¢genes de los santos cuya advocaci¨®n est¨¢ presente en el interior del templo. Todas tuvieron que respetar las condiciones, impuestas tambi¨¦n por Madrid, de que estas esculturas tendr¨ªan que remitir al arte cristiano del siglo XIV y XV.
En la muestra se explica, por primera vez, la atribuci¨®n correcta de todas estas esculturas, y c¨®mo no siempre la propuesta inicial fue la que se acab¨® haciendo, sino que hubo que ir ¡°modific¨¢ndolas para cumplir con los requisitos de convencionalismo y apariencia g¨®tica¡±, explica Rodr¨ªguez. Uno de ellos no lo consigui¨®: ¡°F¨¦lix Ferrer recibi¨® el encargo de hacer a Santa Eulalia, San Roque y San F¨¦lix, pero la Academia de Madrid rechaz¨® los esbozos por r¨ªgidos y falta de atributos y estos santos se acabaron encargando a dos escultores distintos¡±, explica.
Los trabajos terminaron en 1898 y en 1905 falleci¨® Girona sin poder ver terminado el cimborrio que siguieron pagando sus hijos hasta 1912. Pese a no poder ver terminada su empresa, Girona sigue vinculado con el templo. Tras morir fue enterrado en un mausoleo en el claustro, aunque la mayor¨ªa de los visitantes del edificio (2,5 millones al a?o) no se percatan. Es lo mismo que les ocurre cuando fotograf¨ªan la fachada pensando que es g¨®tica, sin saber que tiene poco m¨¢s de cien a?os.
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