El 8-M no es una fiesta, sigue la lucha
El feminismo no es un alegre festejo del orgullo de ser mujer. Es un movimiento que lucha por el pleno acceso de las mujeres, s¨ª, mujeres, al ejercicio de sus derechos, tantas veces pisoteados
Habr¨¢ que empezar por el principio antes de llegar al hoy. Habr¨¢ que recordar aquel marzo de 1857 en el que cientos de mujeres trabajadoras de una f¨¢brica de Nueva York marcharon por las calles de la ciudad bajo el lema ¡°pan y rosas¡±, demandando mejoras salariales y el fin del trabajo infantil, y muchas de ellas fueron asesinadas a manos de la polic¨ªa. Habr¨¢ que recordar aquel 26 de marzo 1911 en el que, encerradas por los propietarios de la f¨¢brica textil donde trabajaban con el pretexto de que no pudieran cometer robos, murieron quemadas casi 150 mujeres en Nueva York. Habr¨¢ que recordar la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague, en 1910, donde la comunista Clara Zetkin rodeada de compa?eras de 17 pa¨ªses, propuso instaurar el D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora, que se acab¨® celebrando a partir del a?o siguiente. Habr¨¢ que recordar 1975, a?o en que la Organizaci¨®n de Naciones Unidas lo declar¨® el D¨ªa Internacional por los Derechos de la Mujer, ¡°para conmemorar la lucha hist¨®rica por mejorar la vida de la mujer¡±, hasta hacerlo mundial en 1977.
Sorprende que en numerosas convocatorias por el 8M ni siquiera se menciona la palabra ¡®mujer¡¯
Habr¨¢ que recordar todo esto, digo, porque parece que la posmodernidad capitalista quiere sustituir las reivindicaciones de las trabajadoras y luchas feministas por una celebraci¨®n despolitizada de la identidad de las mujeres. Sus or¨ªgenes no pueden por menos que evocarnos a todo lo contrario.
Porque el feminismo no es un alegre festejo del orgullo de ser mujer, ni siquiera lo es del orgullo de pertenecer a alguna de las reci¨¦n proclamadas diversidades, tan de moda hoy en d¨ªa. El feminismo es un movimiento que lucha por el pleno acceso de las mujeres, s¨ª mujeres, al ejercicio de sus derechos, tantas veces pisoteados. Por eso sorprenden varias de las reivindicaciones que en estos d¨ªas, previos al 8M, se han sucedido. La primera es que hayan sido numerosas las convocatorias vinculadas a la celebraci¨®n del 8M en las que en sus carteles ni siquiera se menciona la palabra mujer. Como si pas¨¢ramos a ser un ente invitado de nuestra celebraci¨®n, como pod¨ªan ser las gallinas o las tortugas. Nadie se imaginar¨ªa el d¨ªa del Orgullo gay sin los gays. Pues parece que s¨ª que nos imaginamos, o eso quieren, un 8M sin mujeres.
La segunda, que estos d¨ªas, en aras de la posmodernidad y con intenci¨®n de engrosar las filas del feminismo (parece ser el 51% de la poblaci¨®n es suficiente), hayamos asistido a c¨®mo, desde colectivos supuestamente feministas, se ha llevado a cabo la defensa e inclusi¨®n en el movimiento feminista de las participantes de pr¨¢cticas que oprimen a la mujer: la prostituci¨®n, los vientres de alquiler, o lo que han dado en llamar binarismo de g¨¦nero apelando a su libertad para decidir. Argumentos amparados en la ¡°inclusi¨®n¡± y el orgullo afirmativo de la capacidad de decisi¨®n que tenemos las mujeres justo en unos temas que para el feminismo han sido percibidos, desde siempre, como una vulneraci¨®n de los derechos de las mujeres.
Ya me perdonar¨¢n, pero hace falta tener muy poca verg¨¹enza para hablar de derecho de la mujer a elegir en libertad poder ejercer la prostituci¨®n, mientras millones de mujeres est¨¢n siendo explotadas sexualmente. Hace falta tener muy poco respeto por las mujeres a las que compran sus hijos para defender el ¡°deseo¡± de terceros ¡ª me da igual por parte hombres que por mujeres¡ª a tener un hijo, por delante del derecho de esa mujer y de ese ni?o a estar y saber qui¨¦n es su madre y a vivir y crecer a su lado. Hace falta muy poco conocimiento de la biolog¨ªa para pedir que se reconozca un g¨¦nero cambiante cuando justo el g¨¦nero es el constructo social por el que nos oprimen a las mujeres y que las feministas llevamos tiempo tratando de eliminar, porque es una invenci¨®n. Las mujeres no queremos acabar desapareciendo en aras de no binarismos, g¨¦neros fluidos, ag¨¦neros y diversidades varias.
Hace falta tener muy poca verg¨¹enza hablar de derecho de la mujer a elegir poder ejercer la prostituci¨®n
Habr¨¢ que empezar en el ayer, digo, para que no nos olvidemos del hoy y terminemos convirtiendo la lucha feminista en una lucha de todos y para todos. Es la lucha de las mujeres y para las mujeres, y en ella queremos: mostrar nuestra agenda pol¨ªtica; reivindicar nuestra lucha contra la explotaci¨®n reproductiva; reafirmarnos en nuestro firme convencimiento a negarnos a aceptar la explotaci¨®n sexual de mujeres y ni?as; mantenernos firmes en nuestra lucha contra la precarizaci¨®n, la discriminaci¨®n laboral, la explotaci¨®n econ¨®mica y el abuso sistem¨¢tico que seguimos sufriendo las mujeres en estos tiempos. Por eso el 8M es nuestro, de las mujeres, y en ¨¦l reivindicaremos nuestros derechos.
Carmen Domingo es escritora.
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