Viaje al mar a bordo del ¨²nico tren centenario de Chile
El regreso de un recorrido a la costa del pa¨ªs sudamericano causa furor en la generaci¨®n X, cuando la apuesta estatal por el ferrocarril se abre un espacio en la agenda del Gobierno de Boric
El destino del billete de tren de la chilena Elda Escobar es el puerto de San Antonio, 110 kil¨®metros al oeste de Santiago. Sin embargo, una vez a bordo, la mujer de 88 a?os realizar¨¢ un viaje desde la Estaci¨®n Central hacia su infancia. Dicha ruta marc¨® a las generaciones capitalinas de la primera mitad del siglo XX, quienes estrenaron el ferrocarril tur¨ªstico con destino a la playa. Producto de varios a?os de abandono estatal y el auge de los buses, el recorri...
El destino del billete de tren de la chilena Elda Escobar es el puerto de San Antonio, 110 kil¨®metros al oeste de Santiago. Sin embargo, una vez a bordo, la mujer de 88 a?os realizar¨¢ un viaje desde la Estaci¨®n Central hacia su infancia. Dicha ruta marc¨® a las generaciones capitalinas de la primera mitad del siglo XX, quienes estrenaron el ferrocarril tur¨ªstico con destino a la playa. Producto de varios a?os de abandono estatal y el auge de los buses, el recorrido dej¨® de operar en la d¨¦cada de los ochenta, durante la dictadura de Pinochet, cuando desaparecieron m¨¢s de un tercio de las v¨ªas f¨¦rreas. ¡°Estos paisajes, estos animales¡ no los ve¨ªa desde que era peque?a¡±, asegura este s¨¢bado una emocionada Escobar con la mirada puesta en la ventanilla. ¡°Aunque antes hab¨ªa mucho m¨¢s campo, ahora est¨¢ todo construido¡±, a?ade la viajera en el vag¨®n m¨¢s antiguo operativo en Chile, que este a?o celebra su centenario.
Chile, el pa¨ªs m¨¢s largo del mundo, con 4.300 kil¨®metros de costa, cuenta con una cobertura ferroviaria de unos 800 kil¨®metros y varios proyectos en marcha para extender las v¨ªas. El Tren del recuerdo se inaugur¨® hace 10 a?os con una vocaci¨®n tur¨ªstica. En un principio, solo operaba una vez al mes durante el verano (enero y febrero en Chile), pero la gran demanda ha llevado a que funcione todos los s¨¢bados del a?o y, cuando se agotan los 460 asientos -como ha ocurrido este fin de semana-, se agregue el domingo. Solo venden billetes de ida y vuelta y los valores oscilan entre los 35 y los 55 d¨®lares, dependiendo en gran parte de la antig¨¹edad del vag¨®n que se escoja, los que datan de 1923 a 1966.
La Asociaci¨®n Chilena de Conservaci¨®n del Patrimonio Ferroviario invirti¨® inicialmente 100.000 d¨®lares para recuperar y restaurar estos vagones hist¨®ricos de la ruta Santiago-San Antonio que, gracias al Grupo EFE (Empresa de Ferrocarriles del Estado), han vuelto a transitar. De los construidos en 1923, solo quedan los de primera clase, con asientos de cuerina cubierta de pana color burdeo, ventanas enmarcadas en madera con vitrales de la ¨¦poca en la parte superior y l¨¢mparas de tulipa que cuelgan del techo.
El grueso del viajero peina canas. Varios llevan mascarillas y este paseo supone el primero que hacen desde la pandemia. Entre las decenas de consultados para este reportaje se repet¨ªa una y otra vez la raz¨®n de por qu¨¦ decidieron emprender el viaje: un hijo o hija le regal¨® el pasaje. Hay pasajeros que van en pareja o acompa?ados de quienes les obsequiaron el billete, y otros -quiz¨¢ lo m¨¢s entusiasmados- hacen el recorrido junto a sus peque?os nietos.
¡°Mi hija nunca hab¨ªa viajado en tren, es bonito hacer algo por primera vez con ella cuando ya es adulta¡±; ¡°Mis padres me llevaron todos los veranos a la playa en este recorrido, quiz¨¢ en este mismo vag¨®n¡±; ¡°mis nietos so?aban con subirse a un tren. Y yo tambi¨¦n¡±; ¡°Est¨¢bamos como ni?os ayer de lo ansiosos¡±, comentan los pasajeros con las cosechas de nogales, naranjos o aceitunas de tel¨®n de fondo. Los testimonios son coherentes con las cifras de EFE, que dan cuenta de que la edad promedio del viajero es entre 55 y 65 a?os (67% mujeres, 33% hombres), pero la de los que compran los billetes es entre 35 y 45 a?os, dando a entender que los regalan a sus mayores.
Algo que se repite entre los nost¨¢lgicos es c¨®mo el campo se ha deste?ido de su verdor. Y es que en las tres horas y media de viaje (en bus es 1 hora y 40 minutos), se cuelan por la ventana varias de las crisis que azotan al pa¨ªs, como los 13 a?os de sequ¨ªa o la crisis habitacional. Especialmente a la salida de Santiago se ven asentamientos o colchones, mantas y basura abandonadas en la orilla de la l¨ªnea f¨¦rrea.
Las im¨¢genes m¨¢s crudas contrastan con el efecto que produce el paso del tren por los pueblos. Desde la locomotora se avisa la entrada con campanas y bocinas que detienen cualquier actividad sabatina. La gente frena sus bicicletas, dejan quieto el bal¨®n de f¨²tbol en medio del partido o se desentienden de la parrilla. Parece que solo existen dos formas de reaccionar: o sacar raudamente el m¨®vil para capturar el paso de los ocho vagones o saludar con las manos efusivamente a los pasajeros. No importa la edad ni si a sus espaldas hay una casa construida con palets o una finca. A todos se les ilumina el rostro cuando lo ven aparecer, como si un viejo amigo se hubiese dejado caer por sorpresa o acabaran de recibir una buena noticia.
Al maquinista Hugo Salgado, de 60 a?os, que ve todo en primera fila, le resulta ¡°impagable¡± el ritual del saludo. ¡°La gente se enamora de los trenes. Los conductores de coches bajan las ventanas, tocan las bocinas, la gente corre para tomar fotos¡¡±, describe. Salgado, licenciado en matem¨¢ticas, se meti¨® en el cuento en 1984. EFE abri¨® postulaciones para ¡°movilizaci¨®n y tracci¨®n¡± y ¨¦l, sin saber qu¨¦ significaba eso, fue uno de los 75 seleccionados entre los 4.000 postulantes. ¡°Cuando me pusieron a manejar trenes por primera vez, me perd¨ª en el infinito¡±, apunta en la locomotora.
La pasi¨®n de Salgado se enfrent¨® a la gran crisis ferroviaria de los ochenta. ¡°Fue bien triste. Cada d¨ªa se iban eliminando nuevos servicios, cerrando ramales, recortando recursos. Trabaj¨¢bamos en condiciones paup¨¦rrimas, no hab¨ªa limpia parabrisas, ni luz en la cabina y las locomotoras se llov¨ªan... Creo que EFE se mantuvo por el romanticismo de sus empleados. Trabajaban 15-20 horas, se le pagaban 8 y no abandonaban el buque¡±, se?ala. Cuando llevaba 11 a?os trasladando pasajeros, el transporte de carga se privatiz¨® y Salgado se cambi¨® a ese rubro en la empresa Transap. ¡°Era muy tentador a nivel monetario¡±, reconoce. Debido a la escasez de locomotoras de EFE para traslados de pasajeros, la estatal contrat¨® los servicios de Transap y Salgado volvi¨® a llevar turistas.
Para el maquinista, ese romanticismo por los trenes desapareci¨® durante varias d¨¦cadas, pero lo ha visto renacer en los ¨²ltimos a?os. El punto de quiebre est¨¢ alineado con el Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario, anunciado en 2019 por el entonces presidente Sebasti¨¢n Pi?era, y que el Gobierno de Gabriel Boric tambi¨¦n est¨¢ impulsando con fuerza. El objetivo para 2027 es triplicar la cantidad de pasajeros transportados, hasta 150 millones, y duplicar la carga, a 20 millones de toneladas.
De los varios proyectos ferroviarios en carpeta, el ¨²ltimo anunciado por Boric es el anhelado tren Santiago-Valpara¨ªso, una propuesta que ha generado cierta pol¨¦mica desde que se defini¨® el trazado dos semanas atr¨¢s. Los viajeros no solo esperan que se concretice, sino, ojal¨¢, estar vivos para cuando ocurra. ¡°El tren es el ¨²nico medio de transporte capaz de unir un pa¨ªs¡±, afirma un octogenario tras un intenso d¨ªa de paseo.
Los pasajeros del Tren del Recuerdo abordaron a las 9 de la ma?ana, desayunaron y cantaron junto a un m¨²sico que se paseaba entonando cl¨¢sicos de los setenta. Cerca del medio d¨ªa, los cientos de pasajeros desembocaron en el puerto de San Antonio, donde tuvieron cuatro horas para recorrer la caleta, comer y vitrinear antes de volver a sus respectivos vagones.
El regreso es silencioso, la mayor¨ªa duerme exhausto al comp¨¢s del chirrido de los rieles de acero. Pero de alguna manera el movimiento del tren los mece y, como los ni?os que alguna vez fueron en esos vagones, duermen tranquilos.
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