Un minuto de silencio
El 11 de septiembre debe ser declarado d¨ªa de Duelo Nacional, con un minuto de silencio que atraviese todas las fronteras y todas las oficinas, edificios p¨²blicos y embajadas de Chile con sus banderas de luto, a media asta, con crespones negros
?D?NDE EST?S?
?D?NDE EST?N?
?D?NDE?
?D?NDE? ?D?NDE?
He imaginado aviones trazando esas preguntas con letras de humo negro en el cielo. He imaginado cientos de interrogaciones similares tendi¨¦ndose una y otra vez sobre Chile en expresi¨®n de luto y de dolor infinito. De dolor por cada una de las v¨ªctimas y los familiares de las v¨ªctimas, por los que a¨²n buscan a sus desaparecidos, por cada una de las miles y miles de mujeres heroicas; esposas, madres, hijas, abuelas, que golpearon incontables puertas para que se les diera una respuesta que nunca les fue dada. La imagen de esos aviones y sus estelas de humo negro rayando el cielo no dur¨® m¨¢s que unos segundos, pero fue tan n¨ªtida y real que llegu¨¦ a creer que al levantar la vista la ver¨ªa.
Como digo, fue solo una fantasmagor¨ªa casi instant¨¢nea, pero la volv¨ª a la recordar al o¨ªr a un reconocido actor chileno, Rodrigo Bastidas, quien al pregunt¨¢rsele en una entrevista sobre esa frase de la democracia y la memoria y el futuro, que es la que se est¨¢ tratando de instalar como epicentro de los 50 a?os que se cumplen del golpe militar en Chile, respondi¨® que no, que nadie puede irle a decir a una persona que lo ¨²nico que espera antes de morir es poder besar los huesos de su hijo, que de lo que se trata ahora es que la democracia es igual a la memoria m¨¢s el futuro, que despu¨¦s habr¨¢ tiempo para conceptualizar, teorizar, dirimir o lo que se quiera sobre esas palabras o cualquier otra, pero no el 11 de septiembre, no ese d¨ªa, porque ese d¨ªa es de ellos.
Porque una conmemoraci¨®n jam¨¢s se podr¨¢ adecuar a nada, a ninguna circunstancia ni coyuntura, porque ella es la cara eterna de ese d¨ªa que sobrevive y sobrevivir¨¢ a todos los escamoteos, incluso a los escamoteos del negacionismo y del olvido. Es por eso tambi¨¦n que el discurso de Salvador Allende emitido por radio Magallanes minutos antes de su muerte toca lo sublime y millones y millones de seres humanos lloran cada vez que lo escuchan. Y lloran y lloramos porque por esas palabras, por ese ¡°mucho m¨¢s temprano que tarde, se abrir¨¢n las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor¡±, el triunfo del fascismo no fue absoluto ni nunca lo ser¨¢.
Ese es el futuro y esa es la memoria. Por eso la respuesta el 11 de septiembre es de ellos, resulta tan sobrecogedora, porque finalmente no se trata de un simple slogan, sino de algo mucho m¨¢s incolmable y profundo: se trata de la soledad de un ser humano con su dolor. La sola imagen de una mujer dejando unas flores en el Patio 19 rompe todas las categor¨ªas y conceptos y se une a millones de v¨ªctimas de todas las dictaduras, tiran¨ªas, guerras y genocidios de la historia, y lo que menos se puede pedir en un pa¨ªs como el nuestro cuyo palacio de Gobierno fue bombardeado, y que contribuy¨® por 17 a?os con una parte no menor al horror del mundo, es que no intente responder a ese horror con una frase que muchos piensan que debi¨® ser otra.
Es as¨ª. No hay casi una ciudad en el mundo que no tenga una calle o una plaza que se llame Salvador Allende y sin embargo ac¨¢, a medida que se acerca el 11 de septiembre es como si se le intentara cancelar. De hecho, al igual que al poeta asesinado, Pablo Neruda, en los discursos oficiales se le nombra cada vez menos, como si pudiera ser posible conmemorar, en nuestro aqu¨ª y ahora, los 50 a?os del golpe de Estado en Chile sin Salvador Allende, quien defendi¨® con su vida precisamente la democracia, como si se pudiese conmemorar ese d¨ªa sin la grandeza descomunal y tr¨¢gica de su sacrificio.
Vuelvo entonces a esos d¨®nde, d¨®nde, d¨®nde, porque esa ¨²nica pregunta y su respuesta muda derrumba todas los clich¨¦s y esloganes dici¨¦ndonos que mientras haya un ser humano, uno solo, buscando a sus desaparecidos, jam¨¢s habr¨¢ paz sobre esta tierra.
Por consideraci¨®n y respeto a todas ellas y ellos y a nosotros, a nuestro aqu¨ª y ahora y a nuestra memoria, el 11 de septiembre debe ser declarado d¨ªa de Duelo Nacional, con un minuto de silencio que atraviese todas las fronteras y todas las oficinas, edificios p¨²blicos y embajadas de Chile con sus banderas de luto, a media asta, con crespones negros.
Son muchos los que no comprender¨ªan que no fuera as¨ª.
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