Conspiracionismo a la chilena
El estado de las relaciones entre el Gobierno y la oposici¨®n se ha deteriorado a tal punto que uno de los principales partidos de derecha, la UDI, tom¨® la decisi¨®n de congelar su participaci¨®n en una mesa de negociaci¨®n sobre¡?la reforma a las pensiones!
Hace un pu?ado de d¨ªas, la pol¨ªtica chilena se estremeci¨® ante un enigm¨¢tico robo de computadores desde las oficinas del Ministerio de Desarrollo Social, ubicado en un moderno edificio inteligente que impone restricciones al ingreso mediante corroboraci¨®n de la identidad de quienes lo visitan, y evidentemente para la salida. Este robo de 23 computadores y una pesada caja fuerte interviene en medio de un esc¨¢ndalo por posible financiamiento irregular y tr¨¢fico de influencias que afecta a varias fundaciones vinculadas a militantes del partido oficialista Revoluci¨®n Democr¨¢tica, cuyo l¨ªder m¨¢ximo es precisamente el ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson.
Para entender bien el contexto pol¨ªtico del atraco, la pol¨¦mica que afecta a varias fundaciones se origina en la sospecha de un patr¨®n sistem¨¢tico de conducta para defraudar al Fisco y, tal vez, para desviar recursos destinados a ejecutar programas de infraestructura de vivienda (pero tambi¨¦n de programas sociales, algunos de los cuales son financiados por el Ministerio de Desarrollo Social) hacia partidos y personas. En cuanto al atraco propiamente tal, este no puede ser m¨¢s irrisorio: guardias de una empresa de seguridad privada que reciben una videollamada con el rostro del ministro Jackson en modo avatar solicitando, con imitaci¨®n de voz mediante, la entrega de estos computadores y de la caja fuerte a un par de individuos que se encontraban en la entrada, tras lo cual se procede a satisfacer la solicitud del ministro. Paso por alto los detalles de la solicitud, las que van desde la identificaci¨®n de las oficinas en las que se encontraban los computadores y la caja fuerte hasta la informaci¨®n del lugar en el que se pod¨ªa recoger un napole¨®n para cortar la cadena que ataba a cada computador a su escritorio.
Horas despu¨¦s, estos computadores son encontrados tras haber sido entregados mediante Uber a una se?ora de 60 a?os, quien result¨® ser la abuela del sujeto que se hizo pasar por Giorgio Jackson. Lo ins¨®lito de este asunto es que los guardias accedieron a la solicitud del ministro, y que quien realmente imit¨® la voz de Giorgio Jackson era un delincuente com¨²n que cumple una condena por homicidios y robos en la c¨¢rcel de Puente Alto. Dicho de otro modo, el cl¨¢sico cuento del t¨ªo, aunque en este caso con un potencial para desatar todo tipo de especulaciones sobre una posible operaci¨®n pol¨ªtica conectada con el esc¨¢ndalo del financiamiento eventualmente irregular de fundaciones lideradas por militantes de Revoluci¨®n Democr¨¢tica (r¨¢pidamente expulsados, y con suspensi¨®n de su militancia a una diputada que fuese presidenta de ese partido, Catalina P¨¦rez).
Lo interesante de este caso, que mucho se asemeja a un delito netamente com¨²n, fue la proliferaci¨®n de rumores que ganaron tracci¨®n al cumplir una funci¨®n de confirmaci¨®n de convicciones previas de aquellos grupos e individuos que estaban desde un inicio predispuestos a aceptarlos (como bien lo muestra el notable libro de Cass Sunstein, On Rumors. Pero esto no es todo: desde un inicio el caso hizo posible la construcci¨®n de verdaderas teor¨ªas conspirativas (que tambi¨¦n fueron analizadas por Sunstein en su libro Conspiracy Theories and Other Dangerous Ideas por parte de actores pol¨ªticos y periodistas. Es como si la posibilidad de un delito com¨²n, grosero y grotesco en su ejecuci¨®n, fuese por s¨ª solo inaceptable e incre¨ªble para ¨¦lites pol¨ªticas que se encuentran en un estado de franca polarizaci¨®n, creyendo que lo que les preocupa encuentra un correlato en la sociedad chilena (en efecto, no existe evidencia demosc¨®pica de polarizaci¨®n de los chilenos, pero s¨ª de sus ¨¦lites en tres encuestas). Desde este punto de vista, este robo de computadores y de una caja fuerte de la que no existen rastros constituye un excelente caso de estudio sobre como se transita desde el rumor a la teor¨ªa conspirativa para explicar lo que, para muchos, es inexplicable. Para que esta explosi¨®n interpretativa ganara terreno, se requiri¨® del concurso de todos: desde el propio ministro Jackson el mismo d¨ªa del robo (¡°esta es una operaci¨®n pol¨ªtica¡±) hasta la mayor¨ªa de la oposici¨®n que r¨¢pidamente exigi¨® la renuncia del ministro.
Y este es el problema. Cuando un esc¨¢ndalo o una intensa controversia no son f¨¢cilmente explicables, no es necesario recurrir inmediatamente a disquisiciones sobre el funcionamiento de la mente humana: antes de llegar a esa disquisici¨®n, es imprescindible tomar nota de las caracter¨ªsticas de la coyuntura por la que est¨¢ atravesando un pa¨ªs, en este caso una polarizaci¨®n de sus ¨¦lites en un periodo en el que predomina la desconfianza y la degradaci¨®n institucional de Chile. El estado de las relaciones entre el Gobierno y la oposici¨®n se ha deteriorado a tal punto que uno de los principales partidos de derecha (la Uni¨®n Dem¨®crata Independiente, UDI) tom¨® la decisi¨®n de congelar su participaci¨®n en una mesa de negociaci¨®n sobre¡?la reforma a las pensiones! Convengamos que dicha reforma no guarda ninguna relaci¨®n l¨®gica con un robo de computadores, tampoco con el ministro Jackson (quien desde hace meses se gan¨® la antipat¨ªa de diputados y senadores de todos los partidos, quienes a diario le piden la renuncia). Pero poco importa: la decisi¨®n de este partido de derecha ya fue tomada, la que amalgama distintas razones en las que no hay un hilo conductor: solo polarizaci¨®n y conspiracionismo a la chilena, lo que se traduce en una conducta err¨¢tica de la UDI al verse desafiada por un partido de derecha radical (el Partido Republicano), apostando a que su endurecimiento le traer¨¢ r¨¦ditos para enfrentar la batalla cultural que se avecina al interior de la derecha.
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