Boric y la guerra contra Ucrania
?Por qu¨¦ el presidente Boric est¨¢ dispuesto a protagonizar tensos e inc¨®modos episodios con algunos de sus socios latinoamericanos para pronunciarse sobre un conflicto distante y aparentemente ajeno?
¡°Ac¨¢ se ha violado claramente el derecho internacional. No por las dos partes. Por una parte, que es invasora, que es Rusia¡±. Estas palabras son un extracto de la intervenci¨®n del presidente Gabriel Boric en la ¨²ltima Cumbre UE-CELAC, respecto a la guerra de agresi¨®n en Ucrania. Mientras algunos celebraron esta determinaci¨®n, otros la cuestionaron. Sin ir m¨¢s lejos, ante la cr¨ªtica de Boric por el letargo de una minor¨ªa de pa¨ªses latinoamericanos que no se mostraban c¨®modos en firmar una declaraci¨®n conjunta que rechazara la guerra contra Ucrania, el presidente Lula da Silva se?al¨® que el ¨ªmpetu de Boric respond¨ªa a la ansiedad y juventud. En Europa y Am¨¦rica Latina, estas se?ales se interpretaron como el reflejo de una profunda cicatriz en la izquierda progresista de la regi¨®n. Pero, m¨¢s preocupante a¨²n, estas discrepancias respecto a un conflicto tan relevante ha dado pie para que se construya una narrativa perversa donde, aparentemente, hay que elegir un bando. Desde luego, esta es una narrativa artificial que poco beneficia a las v¨ªctimas del conflicto. Sin embargo, ha sido lo suficientemente poderosa para obstaculizar un pronunciamiento contundente desde Am¨¦rica Latina, condenando esta guerra por lo que es: una brutal agresi¨®n territorial de un pa¨ªs contra otro.
Ahora bien, la pregunta es, ?por qu¨¦ el presidente Boric pone a disposici¨®n su capital pol¨ªtico en la regi¨®n para mostrar una fuerte posici¨®n respecto a la guerra de agresi¨®n contra Ucrania? ?Por qu¨¦ est¨¢ dispuesto a protagonizar tensos e inc¨®modos episodios con algunos de sus socios latinoamericanos para pronunciarse sobre un conflicto distante y aparentemente ajeno? Desde mi perspectiva, esto se explica por motivaciones reputacionales, materiales y de soberan¨ªa.
Desde el punto de vista reputacional, la posici¨®n de Boric es un elemento de continuidad respecto a nuestro comportamiento reciente en materia de pol¨ªtica exterior. La diplomacia chilena entiende que esta es una guerra de agresi¨®n que viola la Carta de las Naciones Unidas (en particular, de su art¨ªculo 2, p¨¢rrafo 4) y, en consecuencia, es un agravio al derecho internacional. Complementariamente, las resoluciones 2625 (1970) y 3314 (1974) de la Asamblea General de las Naciones Unidas refrendan la necesidad de cultivar relaciones de respeto entre los Estados, siendo la agresi¨®n una acci¨®n contraria a estos preceptos. Son muchos los pa¨ªses que ven como parte de sus principios de pol¨ªtica exterior un respeto permanente e irrestricto del derecho internacional, lo que se extiende a la vigencia de los tratados, la soluci¨®n pac¨ªfica de las controversias, la integridad territorial, la independencia soberana y, desde luego, la protecci¨®n irrestricta a los derechos humanos. Sin embargo, transitar desde el principio a la acci¨®n es clave y, muchas veces, dif¨ªcil.
La guerra de Rusia contra Ucrania es un asalto a reglas civilizatorias m¨ªnimas y, como tal, demanda un rechazo decisivo. No es necesario ser un pa¨ªs OTAN o verse directamente perjudicado de esta agresi¨®n para denunciarla. Y, desde esa perspectiva, una oposici¨®n clara y sin matices constituye una obligaci¨®n y responsabilidad pol¨ªtica para todo pa¨ªs democr¨¢tico, sobre todo a la luz del pronunciamiento del Tribunal Penal Internacional para documentar los cr¨ªmenes de guerra perpetrados contra civiles. Para conocer los avances de estas investigaciones, recomiendo seguir el trabajo de la Comisi¨®n Internacional Independiente sobre Ucrania, creada por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas tempranamente, en marzo de 2022. Se trata, en definitiva, de proteger la reputaci¨®n del Estado de Chile como un pa¨ªs que respeta el derecho internacional y tambi¨¦n como un pa¨ªs que alza la voz cuando ¨¦ste es violado.
Desde el punto de vista material, esta guerra de agresi¨®n tiene efectos concretos en econom¨ªas peque?as y medianas, como la chilena. El Fondo Monetario Internacional ha realizado estudios sobre las presiones de este conflicto en el rubro energ¨ªa, de producci¨®n de cereales y desarrollo de metales, lo que se correlaciona con una aceleraci¨®n en las tasas de inflaci¨®n. En Chile, concretamente, hemos visto efectos directos en los precios de los alimentos, report¨¢ndose una inflaci¨®n interanual de alimentos y bebidas de dos d¨ªgitos, algo que, seg¨²n un estudio de la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y El Caribe-CEPAL de 2022, es at¨ªpico para un pa¨ªs como el nuestro. Si bien muchos de estos efectos no se reflejan en una falta permanente de stock de alimentos, s¨ª se observa en el precio de ellos, algo que las familias chilenas han resentido fuertemente en, por ejemplo, el precio del aceite o derivados del trigo. Si bien las zonas afectadas por el conflicto no abastecen prominentemente a nuestro pa¨ªs en alimentos clave, el precio de mercado internacional si se adolece y, como se?ala el Banco Interamericano de Desarrollo, la econom¨ªa no distingue entre vecindad y lo extra regional. El Banco Central de Chile tambi¨¦n ha hecho advertencias significativas sobre la fatiga que esta guerra provoca en la econom¨ªa, principalmente, debido a un deterioro evidente del escenario externo de la econom¨ªa y la dependencia que nuestro pa¨ªs tiene v¨ªa exportaciones.
Finalmente, desde el punto de vista de la soberan¨ªa, la posici¨®n del presidente Boric tiene un trasfondo fundamental. Se quiera o no, esta guerra de agresi¨®n de Rusia contra Ucrania est¨¢ reescribiendo las reglas del ma?ana. A¨²n desconocemos el alcance de esto. Pero hay peligrosos precedentes involucrados en este conflicto, y uno de ellos es respecto a la forma en que entendemos la soberan¨ªa. La soberan¨ªa hace mucho tiempo dej¨® de ser meramente territorial. La soberan¨ªa es multidimensional y, como tal, afecta a nuestros datos, nuestros derechos intelectuales, nuestro ciber espacio, nuestros sat¨¦lites o incluso el flujo de informaci¨®n de nuestro internet dom¨¦stico. Los pa¨ªses est¨¢n especialmente afectos a riesgos a su soberan¨ªa cuando, por ejemplo, su infraestructura cr¨ªtica o sus redes son interceptadas desde el extranjero. En consecuencia, en un mundo cada vez m¨¢s complejo e interconectado, si no somos capaces de denunciar una violaci¨®n a nuestra concepci¨®n m¨¢s fundamental de soberan¨ªa -la territorial- entonces no tendremos suficiente fuerza para condenar otras violaciones a la soberan¨ªa en el futuro. Pa¨ªses peque?os y medianos estamos especialmente expuestos a este peligro. Por lo tanto, la forma en que reaccionamos hoy ser¨¢ clave en los apoyos que podremos necesitar ma?ana. Como dijo el presidente Boric, hoy es Ucrania, pero ma?ana puede ser uno de nosotros. Por ese motivo, el mandatario chileno ha apostado por presionar desde el Sur global, condenando esta agresi¨®n con persistencia y coherencia y, m¨¢s importante a¨²n, identificando al agresor sin medias tintas.
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