Un nuevo crisol para la cohesi¨®n social, y el desarrollo econ¨®mico y pol¨ªtico de Chile
En todos los pa¨ªses que Chile usa de referencia en innovaci¨®n, el desarrollo cient¨ªfico, tecnol¨®gico e industrial ha sido impulsado por el sector defensa
Tengo la fortuna de haber nacido en una de las regiones m¨¢s pac¨ªficas del planeta. De hecho, la ¨²ltima guerra en la que particip¨® Chile fue hace m¨¢s de 140 a?os y la ¨²ltima crisis geopol¨ªtica del pa¨ªs fue en la d¨¦cada del 70.
Aunque la ausencia de conflicto ha contribuido al desarrollo econ¨®mico y social de mi pa¨ªs, probablemente tambi¨¦n ha sido una de las causas de la falta de colaboraci¨®n sistem¨¢tica entre dos gra...
Tengo la fortuna de haber nacido en una de las regiones m¨¢s pac¨ªficas del planeta. De hecho, la ¨²ltima guerra en la que particip¨® Chile fue hace m¨¢s de 140 a?os y la ¨²ltima crisis geopol¨ªtica del pa¨ªs fue en la d¨¦cada del 70.
Aunque la ausencia de conflicto ha contribuido al desarrollo econ¨®mico y social de mi pa¨ªs, probablemente tambi¨¦n ha sido una de las causas de la falta de colaboraci¨®n sistem¨¢tica entre dos grandes actores sociales, que ha probado ser fundamental en el desarrollo de otros pa¨ªses: ciencia y defensa. En efecto, en todos los pa¨ªses que Chile usa de referencia en innovaci¨®n, el desarrollo cient¨ªfico, tecnol¨®gico e industrial ha sido impulsado por el sector defensa, precisamente por la necesidad de generar capacidades avanzadas, en vistas de alg¨²n conflicto actual o inminente. Desde Israel a Singapur, pasando por Corea del Sur y, en general, en todas las democracias occidentales, vemos c¨®mo la defensa ha sido un catalizador fundamental de los llamados ecosistemas de ciencia, tecnolog¨ªa, conocimiento e innovaci¨®n (CTCI).
En Chile, sin embargo, esa colaboraci¨®n se ha dado solo de manera espor¨¢dica y sus resultados m¨¢s notorios han sido, precisamente, en un momento de crisis, cuando algunas empresas estrat¨¦gicas de defensa, Fuerzas Armadas y universidades colaboraron para dise?ar y fabricar respiradores mec¨¢nicos, en el contexto de la pandemia de covid-19.
As¨ª, aunque en ambos sectores evolucionaron de manera paralela, alcanzando cada uno un elevado nivel de desarrollo y sofisticaci¨®n, la colaboraci¨®n sistem¨¢tica no hab¨ªa tenido un terreno propicio para germinar. Hasta ahora.
Existen varias iniciativas en donde la defensa colabora con uno u otro actor del ecosistema. Pero dos de ellas destacan por su visi¨®n de largo plazo, ambici¨®n e impacto pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ de la defensa. Por una parte, tenemos el Plan Nacional Continuo de Construcci¨®n Naval (PNCCN), programa de alcance nacional liderado por la Armada de Chile, que busca que el 100% de la flota sea construida en nuestro pa¨ªs a partir del 2030; por otra parte, el Sistema Nacional Espacial (SNE), es una iniciativa impulsada por la Fuerza A¨¦rea de Chile (FACH), que busca capacidades espaciales al pa¨ªs. Ambos son programas militares y, como tales, buscan dotar de capacidades de esa ¨ªndole a Chile. Sin embargo, entienden y consideran la relaci¨®n simbi¨®tica entre la defensa y el ecosistema nacional de CTCI. As¨ª, aunque tanto la FACH como la Armada seguir¨¢n contando con la industria global y local de defensa, para ejecutar sus tareas en el contexto de ambos programas, estos consideran desde un comienzo la participaci¨®n del ecosistema de CTCI, desde varias perspectivas.
Para poner un ejemplo concreto: tanto el helic¨®ptero de las fragatas como los grandes sat¨¦lites de comunicaciones, seguir¨¢n siendo adquiridos a la industria global de defensa, y su integraci¨®n a los sistemas actuales y overhauling seguir¨¢n siendo contratadas a las empresas locales. Pero existen una serie de desaf¨ªos a resolver, que requieren un nivel de inversi¨®n, rapidez de respuesta, flexibilidad de ejecuci¨®n y, sobre todo, que involucran un nivel de riesgo tal (comercial, reputacional y tecnol¨®gico) que hacen aconsejable la participaci¨®n de un tipo de actor diferente, que le permita a la defensa capitalizar el valor generado, exponi¨¦ndose a un m¨ªnimo del riesgo: emprendimientos, y en particular, emprendimientos de base cient¨ªfica tecnol¨®gica (EBCT).
Habr¨¢, sin embargo, otro tipo de desaf¨ªos, en donde no bastar¨¢ la motivaci¨®n y flexibilidad de los EBCT, sino que se requerir¨¢, adem¨¢s, la generaci¨®n de nuevo conocimiento, en donde sea necesario inversi¨®n p¨²blica y privada, de largo plazo, por lo que tanto el PNCCN como el SNE consideran el trabajo conjunto con universidades y centros de investigaci¨®n.
Pero no se trata solo de generar capacidades para la defensa. El gigantesco impulso que ambos programas significar¨¢n para el desarrollo cient¨ªfico, tecnol¨®gico e industrial del pa¨ªs no son solo externalidades positivas, sino efectos intencionados y parte de su dise?o de base. Por una parte, la visibilizaci¨®n del potencial estrat¨¦gico de las actividades de I+D+i les abrir¨¢ nuevas fuentes de financiamiento, p¨²blico y privado, a su vez que crea un nuevo potencial de compra para las tecnolog¨ªas del ecosistema y, dada la envergadura del PNCCN y el SNE, pueden influir decisivamente en la reactivaci¨®n econ¨®mica, especialmente en regiones. A su vez, las tecnolog¨ªas, productos, servicios y EBCT que se creen o fortalezcan gracias a estos programas, consideran desde un comienzo su aplicaci¨®n dual (civil). Con esto, no solo se espera acelerar la llegada al mundo civil de tecnolog¨ªas de origen militar, que es un proceso que en pa¨ªses desarrollados puede tardar d¨¦cadas (por ejemplo, internet), sino se impide que tal tecnolog¨ªa est¨¦ capturada por un ¨²nico cliente, apoy¨¢ndose en el dinamismo, innovaci¨®n y competitividad del sector privado.
Los est¨¢ndares y r¨¢nkings internacionales dan cuenta que la ciencia chilena es de alto nivel. Por otro lado, la gran cantidad de proyectos de I+D militar, desarrollados e implementados al interior de las Fuerzas Armadas y empresas estrat¨¦gicas de defensa, dan cuenta de sus aptitudes y competencias en esa materia. Sin embargo, los datos de la OECD muestran que en Chile el gasto p¨²blico en I+D impulsado por la defensa es ¨ªnfimo, lo que demuestra que existe un gran espacio de crecimiento conjunto.
Esta colaboraci¨®n sistem¨¢tica no solo se espera que aumente significativamente el porcentaje de inversi¨®n nacional en I+D (para acercarnos a la meta del 1% del PIB), y que impacte positivamente en la diversificaci¨®n y sofisticaci¨®n de la matriz productiva, sino que adem¨¢s tenga efectos m¨¢s intangibles, pero igual de importantes.
Esta colaboraci¨®n no s¨®lo contribuye a un nuevo modelo de desarrollo, intencionado desde lo p¨²blico y ejecutado a trav¨¦s de alianzas p¨²blico-privadas, sino que adem¨¢s colabora en la construcci¨®n de un sistema de defensa participativo, en donde esta no sea una funci¨®n privativa de las Fuerzas Armadas, sino de todos los habitantes del pa¨ªs, algunos desde la ciencia, otros desde el emprendimiento, creando un nuevo crisol para la cohesi¨®n social, y el desarrollo econ¨®mico y pol¨ªtico del pa¨ªs.