Las formas del pueblo: de los ¡°humanoides¡± a los ¡°verdaderos chilenos¡±
Lo que es lamentable en estas batallas de palabras es que tienen lugar en el momento m¨¢s importante y delicado de un debate pol¨ªtico: el momento en el que se est¨¢n redefiniendo las reglas superiores de la convivencia colectiva
Hace un pu?ado de d¨ªas (el 7 de noviembre), el Consejo Constitucional le entreg¨® al presidente Gabriel Boric la propuesta de nueva Constituci¨®n, la que ser¨¢ sometida a aprobaci¨®n o rechazo popular en un plebiscito el 17 de diciembre pr¨®ximo. La presidenta del ¨®rgano redactor hoy extinto, Beatriz Hevia, no trepid¨® en criticar solapadamente a la manera de c¨®mo Chile est¨¢ siendo gobernado, convocando en un registro pol¨¦mico y cargado de memor...
Hace un pu?ado de d¨ªas (el 7 de noviembre), el Consejo Constitucional le entreg¨® al presidente Gabriel Boric la propuesta de nueva Constituci¨®n, la que ser¨¢ sometida a aprobaci¨®n o rechazo popular en un plebiscito el 17 de diciembre pr¨®ximo. La presidenta del ¨®rgano redactor hoy extinto, Beatriz Hevia, no trepid¨® en criticar solapadamente a la manera de c¨®mo Chile est¨¢ siendo gobernado, convocando en un registro pol¨¦mico y cargado de memoria a los ¡°verdaderos chilenos¡± para aprobar esta nueva Constituci¨®n (la frase completa fue: ¡°Los verdaderos chilenos anhelan con esperanza que se cierre este proceso constitucional y que los pol¨ªticos dejemos nuestras diferencias ideol¨®gicas y program¨¢ticas y nos pongamos a su servicio¡±).
La respuesta no se hizo esperar: las redes sociales hirvieron y el mundo pol¨ªtico de izquierdas asoci¨® inmediatamente esta distinci¨®n entre ¡°verdaderos¡± (y t¨¢citamente falsos chilenos) con el fascistoide calificativo de ¡°humanoides¡± que el miembro de la junta militar durante la dictadura (el almirante Jos¨¦ Toribio Merino) utiliz¨® para nombrar a los comunistas (¡°Hay dos tipos de seres humanos: unos que los llamo humanos y otros, humanoides. Los humanoides pertenecen al Partido Comunista¡± o ¡°tenemos que hacernos la conciencia y absoluta voluntad de vencer en la lucha entre ser cristianos o ser humanoides¡±, en el peri¨®dico Las ¨²ltimas noticias el 31 de mayo de 1988).
El recuerdo de ese calificativo tan estigmatizante ha sido persistente, ya que el almirante hizo de los d¨ªas martes (los martes de Merino) durante la d¨¦cada del 80 un d¨ªa en el que conversaba, de modo informal, con la prensa para decir brutalidades de naturaleza incluso racista (aun se recuerda su ¡°Los bolivianos son auqu¨¦nidos metamorfoseados que aprendieron a hablar, pero no a pensar¡±, con el fin de descalificar la reivindicaci¨®n del pa¨ªs altipl¨¢nico de una salida soberana al mar). Hevia, una consejera constitucional que fue elegida en cupo del partido Republicano de extrema derecha, no ha logrado, ni lograr¨¢ aclarar lo que quiso decir, ni siquiera apelando como fuente inspiradora a una antigua frase proveniente de la Constituci¨®n de 1833 (¡°ya lleg¨® el d¨ªa suspirado en que van a realizarse las esperanzas de los verdaderos chilenos, de esos chilenos honrados y pac¨ªficos que miran con toda la sinceridad de su coraz¨®n por el bienestar de sus conciudadanos¡±).
?Por qu¨¦?
Porque la frase de la discordia fue pronunciada en un evento solemne en el que se encontraba presente el disenso constitucional chileno que se busca resolver, el mismo disenso que se origin¨® a comienzos de los 80 y que Merino revivi¨® en varias oportunidades cuando este excomandante en jefe de la Armada presid¨ªa la Comisi¨®n Legislativa Conjunta para reformar la Constituci¨®n de 1980 (esa misma Constituci¨®n, reformada en sus aspectos m¨¢s aberrantes en 2005, que se pretende superar desde que se inici¨® el proceso de cambio constitucional en 2020). Es, entonces, en el contexto de este disenso constitucional hasta ahora no resuelto que se inscribe la invocaci¨®n de los ¡°verdaderos chilenos¡±, rememorando inevitablemente las palabras de Merino.
Pero hay algo m¨¢s profundo en las palabras de Beatriz Hevia. No es primera vez, ni ser¨¢ la ¨²ltima, en donde lo que se encuentra en juego es una definici¨®n del pueblo chileno. Esto no debe ser motivo de sorpresa, ya que en el primero proceso fallido de cambio constitucional que fuese liderado por una variada fauna de izquierdas, el pueblo fue invocado y definido de distintos modos, con regular frecuencia: desde el nacimiento de un nuevo pueblo, seg¨²n el ensayista Carlos Ruiz, hasta la multitud que recuper¨® su confianza en s¨ª misma, seg¨²n Rodrigo Karmy, sin olvidar que la fuerza que termin¨® hegemonizando la primera Convenci¨®n Constitucional llevaba como nombre La lista del pueblo.
En todas estas locuciones, se le atribu¨ªan al pueblo virtudes que las ¨¦lites y oligarqu¨ªas chilenas le negaban sistem¨¢ticamente, al punto de ver en la actuaci¨®n del pueblo durante el estallido social de octubre de 2019 una confirmaci¨®n de un ethos singular, porque popular. Pues bien, en este segundo intento de cambio constitucional, con un ¨®rgano redactor enteramente dominado por la extremaderecha que somete a la derecha cl¨¢sica, es una figura tambi¨¦n virtuosa del pueblo que emerge: pero la de un pueblo reaccionario, esto es un grupo del que no pueden formar parte todos los chilenos, ya que para integrarlo se requiere ser un ¡°verdadero¡± chileno, cuyo ethos se resume en la idea del buen chileno.
Lo que es lamentable en estas batallas de palabras es que tienen lugar en el momento m¨¢s importante y delicado de un debate pol¨ªtico: el momento en el que se est¨¢n redefiniendo las reglas superiores de la convivencia colectiva, la Constituci¨®n, en cuya redacci¨®n debiesen estar presentes definiciones amplias, o si se quiere sin exclusiones, de lo que ser chileno quiere decir. Es esto lo que explica que este segundo plebiscito tenga chances de ¨¦xito sumamente improbables.
Sabemos que ¡°el pueblo¡± es un ¡°constructo complicado, ambiguo en el mundo moderno¡±, sobre todo cuando es acompa?ado por un adjetivo: patri¨®tico, virtuoso, sensible, aut¨¦ntico o simplemente com¨²n, como bien lo recuerda Sophia Rosenfeld en su libro Democracy and Truth: a Short History. Pero cuando se le atribuye a un pueblo un ethos que lo homogeneiza pagando al precio fuerte la exclusi¨®n de quienes no son dignos (por las razones que fuere) de formar parte de ¨¦l, entonces se entiende con claridad la imposibilidad de dirimir la controversia constitucional chilena.