Otra vez A?o Nuevo
No acuesten a los ni?os temprano y perm¨ªtanles disfrutar, aunque sea por un momento, la fiesta de los mayores
A medida que se cumplen a?os va debilit¨¢ndose la importancia que damos a la noche del 31 de diciembre. Ninguna novedad hay en ello, puesto que con el correr del tiempo todo se debilita, salvo la soledad que clava sus garras en la gente mayor. Una soledad no solo f¨ªsica, que resulta bastante evidente, sino tambi¨¦n existencial, acompa?ada de la inconfortable certeza del final del camino.
Hace ya tiempo, al menos en el caso de la mayor¨ªa, que nos dimos cuenta de que el t¨¦rmino de un a?o, y al segundo siguiente el advenimiento de otro, no pasa de ser una convenci¨®n y que nada de lo que conocemos, partiendo por nosotros mismos, experimenta alg¨²n cambio entre el 31 de diciembre y el 1 de enero. Los mayores dejamos incluso de celebrar la noche del 31, content¨¢ndonos con una comida m¨¢s o menos sencilla a la que asisten muy pocas personas, a veces solo las dos que forman una pareja.
Casi todos contin¨²an hablando de cena para lo que se come el 31 de diciembre en la noche, contra lo cual no caben reparos. Pero s¨ª merece alg¨²n reproche llamar tambi¨¦n de ese modo ¨C¡°cena¡±- a todas las comidas nocturnas que hacemos en cualquier d¨ªa del a?o, as¨ª se trate de un simple lunes en que comamos apenas un s¨¢ndwich de queso, un poco de fruta, o lo que qued¨® del almuerzo del mismo d¨ªa. ¡°Te invito a cenar¡±, nos dicen en cualquier momento del a?o, como si hacerlo solo a ¡°comer¡± careciera ya de toda dignidad o atractivo. Y lo que te dan en la llamada cena no es m¨¢s que un trozo del ya muy repetido salm¨®n o el consabido trozo de carne con unas cuantas papas ¨Cperd¨®n, patatas- que nunca m¨¢s fueron cocidas ni fritas, ni hilo, sino artesanales.
?En qu¨¦ momento nos habremos puesto algo si¨²ticos, partiendo por la carta de los restaurantes que ofrecen carne de res y no de vacuno; lomo de cerdo, y hasta de cochinillo, pero nunca de chancho; costillas en vez de asado de tira; abalones y no locos; o algo, cualquier cosa, que reposa sobre una cama de vegetales y no el mismo algo acompa?ado de verduras; tambi¨¦n salsa pomodoro, que no ya de tomates.; y, a la hora de los postres, frutos del bosque, pero sin identificar jam¨¢s de cu¨¢les se trata. Es frecuente que ofrezcan volc¨¢n de chocolate, en circunstancias de que cuando el postre sugerido bajo ese nombre llega a la mesa, se puede comprobar que no es m¨¢s que un trozo de chocolate que ha sido entibiado en el microondas.
Volviendo al A?o Nuevo, empieza a decaer el rito de los abrazos a medio mundo y la costumbre de continuar dando abrazos durante todo enero e incluso hasta marzo. Enhorabuena. Tambi¨¦n el cotill¨®n parece estar us¨¢ndose cada vez menos en las reuniones familiares de fin de a?o. Nada de brillantes gorritos de colores, pitos ni serpentinas. Tambi¨¦n hemos aprendido que la m¨²sica que ponemos tiene que escucharse solo en casa y no en todo el edificio y el barrio en que vivimos. Enhorabuena tambi¨¦n. Sobrevestirse la noche de cada 31 de diciembre parece ir tambi¨¦n a la baja, y nos hemos resignado a la prohibici¨®n de quemar fuegos artificiales. Se mantienen algunos espect¨¢culos pirot¨¦cnicos masivos, como el tradicional A?o Nuevo en el Mar de la regi¨®n de Valpara¨ªso, lo cual est¨¢ muy bien porque estimula la llegada de turistas y levanta el ¨¢nimo a los porte?os.
Mis mejores 31 de diciembre tuvieron lugar durante la ni?ez en la poblaci¨®n naval de las Salinas en que viv¨ªa con mis padres y hermanos. Ten¨ªamos all¨ª una pandilla y nos acerc¨¢bamos a la p¨¦rgola del Club Naval de Campo donde se reun¨ªan a festejar los mayores y en la que tocaba una orquesta de m¨²sicos correctamente vestidos. Ocultos en la oscuridad de loe eucaliptus, ve¨ªamos bailar a nuestros padres y nos retir¨¢bamos poco despu¨¦s de medianoche. Regres¨¢bamos luego a primera hora del 1 de enero para gustar los helados, bebidas y restos de tortas que hubieran quedado sin consumir. Cierta noche de A?o Nuevo el personal que serv¨ªa a las mesas decret¨® una huelga poco despu¨¦s de que dieran las doce, y a la ma?ana siguiente los manjares abandonados fueron m¨¢s abundantes que nunca. Hab¨ªa hasta botellas de whisky a medio consumir, pero juro que no las tocamos.
Esa vez, antes de que se fugaran los marineros que hac¨ªan de garzones, durante el c¨®ctel previo a la cena, nos acercamos a la cocina de la p¨¦rgola para pedirles de los canap¨¦s y masitas calientes que llevaban en sus bandejas. Hasta hubo uno de ellos que se sent¨® bajo un ¨¢rbol y nos invit¨® a vaciar la bandeja que se neg¨® a llevar hasta donde correspond¨ªa. En ese momento nos dimos cuenta de que la mano ven¨ªa dura.
Dados esos antecedentes, no extra?ar¨¢ que me atreva a sugerir que el inminente pr¨®ximo 31 de diciembre se permita a los ni?os asomarse a la fiesta que haya en ese momento en casa. No los acuesten temprano y perm¨ªtanles disfrutar, aunque sea por un momento, la fiesta de los mayores.
Ser¨¢ toda una experiencia formativa para ellos.
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