Juan Pablo Luna: ¡°Hay muchos ¡®cabros¡¯ que ven en las carreras criminales, y no en la educaci¨®n, una forma de acceso a la vida que quieren. Aunque sea una vida corta¡±
El acad¨¦mico uruguayo radicado en la capital chilena habla sobre el impacto de los mercados ilegales en la sociedad. ¡°Hay que invertir en los ni?os¡±, dice
Hace 15 a?os estudiaba tanto en Chile como en Uruguay la relaci¨®n de los partidos pol¨ªticos con los sectores populares, con mucho trabajo en terreno, cuando observ¨® que en Chile las estructuras partidarias se debilitaban o desaparec¨ªan y, al mismo tiempo, aparec¨ªan bandas locales de criminalidad que hac¨ªan incluso dif¨ªcil entrar a los territorios. Juan Pablo Luna (49 a?os, Montevideo), acad¨¦mico de la Escuela de Gobierno UC, ha investigado los mercados de la ilegalidad y su impacto en las sociedades y en el Estado. Junto al investigador chileno Andreas E. Feldmann public¨® Pol¨ªtica criminal y desarrollo fallido contempor¨¢neo en Am¨¦rica Latina, donde desarrollan la siguiente idea: la debilidad fundamental de los estados de la regi¨®n no est¨¢ en el funcionamiento de sus instituciones internas ni en sus problemas hist¨®ricos, sino en los nuevos desaf¨ªos con los que no pueden lidiar y restringen la ciudadan¨ªa democr¨¢tica. El principal de estos nuevos retos: los operadores de mercados ilegales.
Luna distingue: no solo se refiere al narcotr¨¢fico, sino a distintas expresiones de crimen organizado ¨C¡±y a veces crimen no tan organizado¡±, dice¨C, con las que ha irrumpido la ilegalidad en la regi¨®n. Esta entrevista, realizada el mi¨¦rcoles, en una tarde calurosa de verano de Santiago de Chile, el investigador del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos y VioDemos se referir¨¢ a investigaciones suyas recientes, como la de los narcozorrones: estudiantes de buenas carreras de los barrios acomodados de la capital chilena que microtrafican. Lo hace en un pa¨ªs como Chile donde la nueva criminalidad alarma a la poblaci¨®n y donde, en los ¨²ltimos d¨ªas, autoridades de distintas tendencias buscaron bajar del Festival de Vi?a del Mar a Peso Pluma, el cantante urbano mexicano, por considerar que fomenta la narcocultura.
A Luna lo del cantante le parece una ¡°pelea peque?a¡± en medio de un problema de fondo: ¡°Se te est¨¢ yendo el Estado y sin Estado no hay democracia, y punto¡±. Esa preocupaci¨®n es la que aborda en una investigaci¨®n en desarrollo, auspiciada por la Fundaci¨®n Harry F. Guggenheim, sobre la crisis estatal desatada por la mayor centralidad que han ganado los mercados ilegales en pa¨ªses con estados de relativa buena calidad, como Chile y Uruguay.
Mientras toma mate en la oficina de la universidad, analiza:
¨C¡±En Chile tenemos la idea de que se nos vino el narco. Pero hay una serie de otros mercados ilegales que, como el narco, se estructuran en una l¨®gica de control territorial y operan corrompiendo a la institucionalidad estatal y, eventualmente, a la pol¨ªtica¡±.
Pregunta. ?Qu¨¦ otras expresiones de crimen organizado vemos en Chile?
Respuesta. Trata de mujeres, de migrantes, trabajo forzado, el microcr¨¦dito, la extorsi¨®n, el secuestro, el sicariato. El tema de los loteos brujos, las tomas de terreno, la madera en el sur.
P. Se ha debatido sobre si la situaci¨®n en Chile es comparable a la de Ecuador.
R. En cada caso se da una configuraci¨®n particular, en funci¨®n de caracter¨ªsticas locales y de las ventajas competitivas de cada pa¨ªs para determinados negocios. En el caso de Ecuador tienes bandas carcelarias organizadas hace tiempo con vinculaciones directas con grupos internacionales de envergadura asociados al tr¨¢fico internacional ¨Clos mexicanos, la mafia albanesa, la Ndrangheta italiana¨C y esa fusi¨®n genera la crisis. En el caso chileno no tenemos ese tipo de estructura configurada. El mercado internacional de pasaje de droga ha ganado mucha importancia en Chile, pero es un mercado que est¨¢ relativamente desanclado de las l¨®gicas territoriales de las bandas peque?as que operan en el territorio. En Chile tampoco hay por el momento una estructura carcelaria sindicalizada como en Ecuador, Brasil o Paraguay.
P. ?Qu¨¦ es lo que ha cambiado en Chile en la ¨²ltima d¨¦cada?
R. El consenso hasta hace unos a?os era que hab¨ªan ciertos pa¨ªses en Am¨¦rica Latina que ten¨ªan estados suficientemente fuertes con los que podr¨ªan capear este temporal: Costa Rica, Chile y Uruguay. Pero los mercados ilegales se han vuelto m¨¢s importantes no solo en Am¨¦rica Latina, sino en el mundo. Y hoy vemos que estos tres pa¨ªses no est¨¢n dando el ancho. Est¨¢n siendo pasados a llevar por distintas l¨®gicas relacionadas a la irrupci¨®n y a la expansi¨®n de la ilegalidad.
P. ?Hay un despliegue en Chile del crimen organizado en sus distintas versiones?
R. Hay m¨¢s negocios relacionados al crimen organizado y, por lo tanto, m¨¢s bandas disputando el territorio. En definitiva, hay m¨¢s actores. Actores que est¨¢n fragmentados, compitiendo por el territorio y los negocios y, al mismo tiempo, un Estado que ha tomado un poco m¨¢s de conciencia y que trata de poner presi¨®n sobre estos negocios. Lo que vemos, por lo tanto, es una escalada de violencia. No solo vemos m¨¢s homicidios, sino m¨¢s violencia en esos homicidios. Aparecen cuerpos desmembrados marcando territorios, algo que usualmente consideramos indicador de disputas territoriales.
P. ?Son bandas grandes?
R. No necesariamente son grandes. En cuanto a microtr¨¢fico, por ejemplo, siguen siendo clanes familiares. En otros, bandas de extranjeros. Pero unos y otros est¨¢n disputando territorios, algo que sobreviene cuando aumenta la competencia entre bandas, pero tambi¨¦n cuando se rompen pactos de protecci¨®n que las bandas establecen con agentes del Estado y, eventualmente, con actores pol¨ªticos, cuando controlan y pacifican un territorio determinado. Mientras tanto, la plata grande del narco est¨¢ pasando por los puertos, las aduanas, por el sistema financiero. Porque toda la plata que genera esta actividad hay que meterla en la econom¨ªa.
P. ?Por qu¨¦ no hablamos de eso?
R. De eso no estamos hablando porque no genera ruido, porque no genera violencia, no es visible pol¨ªticamente. Pero ah¨ª es donde est¨¢n los peces gordos del negocio, donde est¨¢ el mayor potencial de corrupci¨®n o de infiltraci¨®n en la pol¨ªtica y en las instituciones. En ese sentido, a nivel de bandas peque?as, a m¨ª me preocupa harto la captura de la institucionalidad municipal.
P. Le he escuchado decir que nada que ganes en el mercado ilegal sirve de algo si no lo pones a circular en el mercado legal. La importancia del lavado.
R. Y ah¨ª pasa de todo: criptomonedas, diezmo evang¨¦lico, botiller¨ªas y locales de sushi que tienen un nivel de facturaci¨®n completamente fuera de los par¨¢metros normales. Y, nuevamente, un Estado que reci¨¦n trata de generar inteligencia sobre estos asuntos. Si bien en Chile tienes agencias del Estado que tienen capacidades, est¨¢n fragmentadas, muchas veces compitiendo entre s¨ª, con datos que no cuadran y no se comparten. Los datos hasta ahora se utilizan para hacer pol¨ªtica y ganar presupuesto e imagen p¨²blica, no tanto para entender lo que pasa. Mientras tanto, quienes terminan presos son los eslabones m¨¢s d¨¦biles de la cadena, usualmente pobres entre quienes se cuentan muchas madres j¨®venes.
P. Es parte de los prejuicios que botan en su texto sobre los narcozorrones, donde muestra el microtr¨¢fico ejercido por hombres j¨®venes ¨Cmucho estudiante de ingenier¨ªa comercial¨C y de muy buena situaci¨®n econ¨®mica.
R. Esto siempre existi¨®, aunque hoy se ha expandido y abarca m¨¢s gente. Una de las cosas que m¨¢s me sorprendi¨® de esas conversaciones es la presi¨®n que los cabros sienten por mantener el estatus y el nivel de consumo de sus familias de origen. Lo otro potencialmente novedoso es que, a diferencia de antes, la marihuana y otras drogas que se consumen en Chile se est¨¢n produciendo m¨¢s en Chile. Esto ha permitido que el microtr¨¢fico ABC1 se haya desanclado de lo que sucede en las poblaciones. Es decir, mayor fragmentaci¨®n y segmentaci¨®n, en lugar de grandes bandas con fuerte integraci¨®n vertical y horizontal de negocios.
P. Pero, mientras, opera el gran narco.
R. Por Chile han pasado cargamentos importantes que generan cientos de millones de d¨®lares en Europa. Eso de alguna forma se tiene que lavar o incorporar a la econom¨ªa legal y eso se hace mediante m¨²ltiples mecanismos financieros y cascadas de inversi¨®n. DJ Lizz lo dice mucho mejor que nosotros en el libro que escribimos con Andreas E. Feldmann, pero estamos pensando m¨¢s o menos lo mismo: todas las econom¨ªas pol¨ªticas latinoamericanas hoy tienen un flujo importante de recursos que est¨¢ ingresando a las econom¨ªas, que genera chorreo, m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s masivamente en muchos casos, pero que proviene de fuentes que tienen que ver con actividades ilegales. Mientras esas actividades no generan violencia, los pol¨ªticos pueden mirar para el lado y beneficiarse de las consecuencias pol¨ªticas de ese chorreo. Pero llega un momento en que la violencia se desata y quienes operan estos mercados ilegales tienen medios m¨¢s que suficientes para comprar o coercionar violentamente a la pol¨ªtica.
P. ?Y eso pasa en Chile?
R. En Chile, uno encuentra todav¨ªa mucha complacencia por parte de los actores m¨¢s de ¨¦lite respecto a la excepcionalidad del pa¨ªs: que este tipo de cosas ac¨¢ no suceden y que si suceden, no son significativas. Entonces, entre la clase pol¨ªtica nacional ¨Cm¨¢s all¨¢ de excepciones donde se haga la vista gorda o donde eventualmente se tenga alg¨²n tipo de colusi¨®n con estructuras de este tipo¨C, lo que hay m¨¢s bien es una ignorancia racional: lo dejamos pasar, no quiero enterarme. Es visto, meramente, como un tema de las polic¨ªas y las fiscal¨ªas.
P. ?Por qu¨¦ dice que le preocupan los municipios?
R. Porque a nivel de pol¨ªtica municipal, me parece bastante m¨¢s dif¨ªcil y menos cre¨ªble que no haya niveles de convivencia con estas estructuras ilegales. Una vista gorda expl¨ªcita. Y no necesariamente tiene que ver con corrupci¨®n, sino con temor, miedo. No hay que olvidar que Am¨¦rica Latina es la regi¨®n donde se matan m¨¢s candidatos en las elecciones. Un alcalde tiene que saber que muchos clubes deportivos o juntas de vecinos reciben platas que vienen de estos negocios y tienen benefactores. Por ejemplo, durante la pandemia, repart¨ªan mejores canastas que las que repart¨ªa el Estado y los empresarios. Antes era la pol¨ªtica partidaria la que a nivel local entregaba becas para colegios o gestionaba problemas de salud. Hoy, eso se va a buscar a otro lado.
P. ?Es real, entonces, cuando en Chile se habla de falta de Estado en algunos territorios?
R. Yo no suscribo del todo esta idea de que el Estado no est¨¢. El Estado est¨¢, pero de formas diferentes. Lo que s¨ª uno ve es una llegada del Estado muy precaria, de muy mala calidad, que no le mueve la aguja a la gente en t¨¦rminos de su calidad de vida, que muchas veces abusa, o es abiertamente inferior en su respuesta respecto a lo que estos actores o benefactores locales pueden generar, incluso en cuanto a la mediaci¨®n de conflictos. Y esto viene de muy atr¨¢s.
P. Para usted, ?cu¨¢l es el problema de fondo?
R. Lo que enfrentamos es un problema de desarrollo, no meramente un problema de seguridad. Por ejemplo, est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con la crisis educativa y con la degradaci¨®n e infiltraci¨®n de instituciones clave para generar crecimiento y prosperidad en base a la econom¨ªa legal.
P. ?C¨®mo se vive en estas zonas, usted que ha trabajado el terreno? ?En qu¨¦ medida la narcocultura ¨Ctan en boga en esos d¨ªas en Chile¨C se ha expandido??O es que ac¨¢ reci¨¦n lo estamos viendo?
R. La gente que trabaja en colegios asegura que a nivel de modelos de rol, el hijo del narco empieza a ser una figura de liderazgo en las comunidades escolares. Una figura que se mira con respeto, pero tambi¨¦n con admiraci¨®n por lo que tiene, por las zapatillas, los tel¨¦fonos, lo que consume. Y, al mismo tiempo, hoy hay relatos en los que muy expl¨ªcitamente se hace este c¨¢lculo: ¡°Yo s¨¦ que me van a apagar la luz en un par de a?os. Pero s¨¦ que, mientras, voy a tener las mejores minas, los mejores autos, me voy a tomar la mejor droga¡±.
P. Tremendo.
R. Es que se han acortado brutalmente los horizontes temporales de los j¨®venes. Y mientras nosotros en la ¨¦lite decimos ¡°pucha, hay un gran problema con la educaci¨®n, la deserci¨®n escolar y la calidad de la educaci¨®n¡±, hay muchos cabros que hoy empiezan a ver en las carreras criminales una forma de acceso a la vida que quieren tener, aunque sea una vida corta, que la educaci¨®n no les permite por ning¨²n lado. Yo dir¨ªa que ah¨ª est¨¢ el sustrato fundamental de este problema.
P. ?En la educaci¨®n?
R. Una de las palancas fundamentales del desarrollo para pa¨ªses como Chile ha sido el logro educativo, la inversi¨®n en educaci¨®n, etc¨¦tera. Y bueno, esa promesa est¨¢ muerta. En Chile, la promesa de la educaci¨®n y el trabajo de calidad, como mecanismos de movilidad e integraci¨®n social, se desfond¨® para una fracci¨®n relevante de la gente. Hay muchos sectores de la poblaci¨®n que viven en este tipo de contexto y a los que no hemos podido ofrecer alternativas a ese desfonde. Y ante esto, ante la ilegitimidad de la pol¨ªtica, ante la miseria en la que viven los padres o abuelos que trabajaron toda la vida y no lograron m¨ªnimos de dignidad, los grupos criminales empiezan a funcionar como alternativas potentes. Nos aterran el populismo y la polarizaci¨®n, pero se nos est¨¢ licuando el Estado.
P. ?Ve muy atrasado el Estado chileno con respecto a estos asuntos?
R. El Estado chileno, con todas sus capacidades hist¨®ricas y relativas en la regi¨®n, hoy est¨¢ desbordado por lo que se viene incubando desde hace muchos a?os. Obviamente hay que atender el problema de la inseguridad, hay que tratar de lidiar con este problema hoy, pero hay que invertir en los ni?os. Y hay que invertir fuertemente en las infancias que vienen siendo muy vulneradas en el caso chileno y que hoy te generan un caldo de cultivo para la nueva criminalidad. Para desmontar esta nueva realidad se requieren pol¨ªticas de Estado y consensos, porque ning¨²n Gobierno puede hacer nada para solucionar esto en cuatro a?os. Los Estados son hoy una s¨¢bana muy corta: no tienen la capacidad para ejercer la soberan¨ªa en el territorio, y ante esas debilidades, no hay soluciones f¨¢ciles ni balas de plata.
P. En Tercera dosis, la chilena DJ Lizz dijo en una entrevista muy comentada: ¡°Lo que los gobiernos no entienden es que si ma?ana mataran a todos los que venden droga y quemaran todo, saldr¨ªan otros a hacer lo mismo una y otra vez, porque no se est¨¢ resolviendo la causa de nuestro problema, que es la necesidad desbordante de plata, de trabajo y oportunidades¡±.
R. Y eso tiene que ver con algo que escuchamos mucho de los empresarios: que la econom¨ªa est¨¢ parada hace 10 a?os. Y si tienes un ¨¢mbito legal que se te estanc¨®, una cantidad de gente que tiene aspiraciones de consumo insatisfechas y que ha crecido a lo largo del tiempo, estos mercados ilegales proveen formas de satisfacer esas demandas y necesidades. Y muchas veces necesidades m¨¢s b¨¢sicas como la salud o la alimentaci¨®n. Este asunto implica que el sistema pol¨ªtico est¨¢ peleando cada vez m¨¢s estridentemente por un Estado y un ¨¢mbito de legalidad que son mucho m¨¢s chicos en relaci¨®n al espacio que hoy ocupa esta realidad alternativa.
P. ?Qu¨¦ le ha parecido el debate sobre la presentaci¨®n del mexicano Peso Pluma en el Festival de Vi?a del Mar?
R. Lo que ha escalado esto, as¨ª como el impacto de la entrevista a Dj Lizz, muestra la relevancia del tema. Pero refleja tambi¨¦n la liviandad de nuestro debate p¨²blico sobre asuntos que son complejos, que vienen cuajando desde hace mucho tiempo y que no vemos venir hasta que de repente irrumpen en la agenda de medios y redes y se toman toda nuestra atenci¨®n, mientras son instrumentalizados por distintas figuras pol¨ªticas para ganar visibilidad. Pienso por ejemplo en los Bukele wanabees [los pol¨ªticos chilenos que quieren asemejarse al salvadore?o]. La narcocultura no llega a Chile con Peso Pluma. Existe hace a?os y tiene entre sus exponentes hasta ni?os peque?os como Dehilan y Yordano.
P. En Chile se debati¨®, sobre todo, si correspond¨ªa financiar su show con recursos p¨²blicos.
R. Por supuesto, como toda expresi¨®n cultural, puede moldear las orientaciones normativas de las nuevas generaciones y de distintos grupos sociales y por tanto, financiarla con recursos p¨²blicos es cuestionable. Dicho eso, creo que la libre expresi¨®n debe cautelarse como derecho fundamental. Por lo dem¨¢s, seamos serios: cancelando a Peso Pluma no evitamos que la m¨²sica urbana y el narco le hagan sentido a quien vive hace a?os en contextos cotidianos de abandono estatal, de violencia, de ostentaci¨®n permanente del consumo por parte de los exitosos, entre quienes est¨¢n aquellos que profitan de mercados ilegales. Ojal¨¢ tanto ruido contribuya a abrir paso a una discusi¨®n m¨¢s seria.
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