Estado de la democracia en el Chile actual: nuevas rutas abiertas
Por contraposici¨®n a esa esfera p¨²blica que vemos debatir sin soluciones en la democracia pol¨ªtica, no parece ser lo mismo en la propia sociedad que vive y procesa sus conflictos con grados significativos de colaboraci¨®n y participaci¨®n
La esfera p¨²blica de la discusi¨®n actual en Chile est¨¢ dominada por el pesimismo (Cavallo), la toxicidad (Joignant) o el desacuerdo constituyente, lo que deviene en significativos riesgos para nuestra convivencia democr¨¢tica alentada por liderazgos internacionales que propician la polarizaci¨®n. La Encuesta Chile Dice de la Universidad Alberto Hurtado y Criteria del 2023 se propuso indagar sobre el estado de la democracia hoy en su trayectoria conceptual y pr¨¢ctica.
Nuestra interpretaci¨®n de los datos refleja una brecha significativa entre la solidez te¨®rica de lo que los ciudadanos entienden por democracia (igualdad de derechos, respeto a las normas y participaci¨®n en las decisiones, que alcanza un 95% de las preferencias) y el poco orgullo que sienten en la pr¨¢ctica (51%) y la percepci¨®n de un bajo respeto por los derechos humanos (61%)..
De esta distancia entre lo pensado y lo vivido, podemos examinar los caminos posibles para cerrar esa brecha. Por un lado, puede ser resuelta con m¨¢s democracia, ya que apenas un 20% promueve la democracia representativa y un 65% la democracia participativa con instituciones que permitan un rol directo o semidirecto de los ciudadanos en sus decisiones. La otra v¨ªa, no incompatible con la anterior, es el Gobierno democr¨¢tico bajo apoyo experto. El estado de la democracia tambi¨¦n tiene abierto el camino hacia el Gobierno pol¨ªtico y social de lo complejo. Existe alta comprensi¨®n al aporte de los expertos en el Gobierno (61%). Es una ruta abierta que compite con el simplismo de soluciones demag¨®gicas o de guerrilla cultural (xenofobia o la guerra facilista contra la delincuencia, o el recurso a los medios excepcionales, etc.).
Tras esas v¨ªas aparece en ese horizonte el autoritarismo. Las insatisfacciones del presente contienen una cr¨ªtica al desarrollo de la democracia representativa, a los l¨ªmites sociales que imponen los derechos humanos y a las alternativas de realizar la justicia por otras v¨ªas no institucionales. El discurso autoritario que domina a determinados segmentos ideol¨®gicos y etarios (de derecha, con un 37%, y mayores de sesenta, en un 24%) y que se manifiesta en el ¨¢mbito de la democracia pol¨ªtica. En esa perspectiva, un 19% quisiera tener un Gobierno militar y un 23% un l¨ªder fuerte que cierre el Congreso.
Pero tambi¨¦n hay un autoritarismo social que propicia soluciones sin respeto a los derechos fundamentales de los dem¨¢s, justificando soluciones directas bajo mano colectiva: mediante la disposici¨®n favorable a linchar delincuentes (27%); realizando funas o escraches (32%) o directamente usar armas de fuego para repeler la delincuencia (45%).
Los riesgos del autoritarismo en la esfera pol¨ªtica y social se complejizan con una disposici¨®n favorable a la b¨²squeda de estas v¨ªas. Cuando hay grados significativos de delincuencia, corrupci¨®n o de incumplimiento de la ley por los pol¨ªticos, esa disposici¨®n a justificar el autoritarismo crece.
En el ¨¢mbito social es donde la encuesta refleja novedades m¨¢s significativas. Existe una fuerte valoraci¨®n de la democracia (65%) y muchos consideran esencial vivir en una sociedad democr¨¢tica (83%), siendo ¨¦sta su fortaleza central. Hay un tr¨¢nsito evidente en la convivencia democr¨¢tica al interior de la familia como una experiencia participativa (87%) en creciente camino de desvincularse de una dimensi¨®n jer¨¢rquica (66% estima que quien aporta m¨¢s recursos no tiene m¨¢s derechos dentro de la familia). En otras esferas sociales, es muy valorada la participaci¨®n en la comunidad (78%), en el sistema educativo (68%) en la b¨²squeda de participaci¨®n directa de los trabajadores en la empresa (48%), as¨ª como en la legitimaci¨®n representativa de los sindicatos (61%).
Por contraposici¨®n a esa esfera p¨²blica que vemos debatir sin soluciones en la democracia pol¨ªtica, no parece ser lo mismo en la propia sociedad que vive y procesa sus conflictos con grados significativos de colaboraci¨®n y participaci¨®n.
El estado te¨®rico de la democracia chilena es razonable porque los datos demuestran que su camino de desarrollo es la democracia participativa y que las diversas v¨ªas autoritarias alternativas carecen de respaldo relevante (asamble¨ªsmo, l¨ªder fuerte o militarismo). Lo cuestionado realmente es la elitizaci¨®n de la democracia como un sistema pol¨ªtico capturado por minor¨ªas en permanente disputa. Sabemos que la v¨ªa participativa es solo auxiliar, pero cuando funciona cumple la funci¨®n central de reducir la presi¨®n sobre los representantes. Por lo mismo, la ampliaci¨®n de esas bases democr¨¢ticas es el camino pendiente de recorrer y que explica parcialmente la v¨ªa constituyente abierta a¨²n. La otra parte es explicada por la dimensi¨®n social. En esta encuesta, la pol¨ªtica social aparece menos asociada al principio de focalizaci¨®n del gasto social (25%) que al de la igualaci¨®n de pol¨ªticas sociales para todos (45%).
Sin embargo, el estado de la democracia no est¨¢ garantizado por s¨ª mismo y a todo evento, sino que est¨¢ condicionado por apoyos instrumentales de los ciudadanos derivados del cumplimiento de sus funciones m¨¢s centrales.
No se trata de un camino que conduzca indefectiblemente al bien com¨²n, sino que est¨¢ repleto de obst¨¢culos. El principal es la ausencia de un lenguaje com¨²n en el que nos comprendamos. Si el estado de la salud de la democracia es te¨®ricamente bueno, habr¨ªa que indicar, metaf¨®ricamente, que la comunicaci¨®n de riesgo est¨¢ absolutamente contaminada por el discurso antivacunas. Es una democracia pol¨ªtica y social acechada por las mentiras.
Existe una desconfianza total sobre la esfera de la comunicaci¨®n. Todos mienten en grado superlativo. Nuestra democracia aparece atenazada por mentiras institucionales (los pol¨ªticos mienten 84%). Esto tambi¨¦n est¨¢ presente en la sociedad. Esto va desde los canales de televisi¨®n (65%), los empresarios (64%), redes sociales (57%) y noticiarios digitales (50%), en donde se piensa que todos propagan mentiras. Estamos insertos en una masiva construcci¨®n de desconfianza, lo que es sobrellevado mediante una sobreestimaci¨®n de nuestra inteligencia para enfrentarlas y subestimar a los dem¨¢s como enga?ados por esas tramas de la informaci¨®n manipulativa (54% cree que otros creen las fake news).
Hay dem¨®cratas de convicci¨®n en grado relevante, pero en otro segmento, hay dem¨®cratas de ocasi¨®n que condicionan a resultados, previsiblemente individuales, su apoyo al sistema. Parece claro que en Chile no es conveniente declararse autoritario o populista. No prosperar¨ªan en el ¨¢mbito pol¨ªtico.
Los ciudadanos participan m¨¢s en el ¨¢mbito de la sociedad democr¨¢tica que en el sistema pol¨ªtico, lo que es l¨®gico en una democracia representativa. Si bien un 60% sostiene que no participa en nada, del 40% apenas un 5% destina alg¨²n tiempo a la pol¨ªtica, siendo lo local, comunitario, deportivo y religioso, aquello que acapara el inter¨¦s p¨²blico y en donde se ejercitan las libertades ciudadanas. Puede que exista una tendencia creciente a aceptar restricciones de libertad para otros (migrantes y delincuentes, etc.) pero no abarca el ejercicio de mis propios derechos, aunque entre estas dos dimensiones no existan fronteras preestablecidas.
Por lo mismo, as¨ª como asoman conclusiones pro democr¨¢ticas, hay condiciones creadas para el deterioro de lo p¨²blico, una sociedad descre¨ªda de la palabra, de la comunicaci¨®n, bajo severa desconfianza y donde una minor¨ªa ofrece justificaciones autoritarias, que podr¨ªan crecer si el pesimismo, la toxicidad y el desacuerdo permean a toda la sociedad.
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