Sebasti¨¢n Pi?era: el fin de una generaci¨®n
Con la muerte de Pi?era, quien bien podr¨ªa haber sido presidente de Chile por tercera vez, se consagra y normaliza la transici¨®n pol¨ªtica entre generaciones
Mucho se ha escrito desde que falleciera, tr¨¢gicamente en un accidente, el expresidente Sebasti¨¢n Pi?era hace unos d¨ªas. Sin embargo, hay un aspecto que bien vale la pena visitar, y es el efecto simb¨®lico que esta inesperada muerte ejerci¨® sobre toda una generaci¨®n pol¨ªtica. Simb¨®licamente, la muerte de Pi?era marca el fin de una generaci¨®n de pol¨ªticos que ha estado en la primera l¨ªnea desde 1990 en adelante, tanto en la centroizquierda como ...
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Mucho se ha escrito desde que falleciera, tr¨¢gicamente en un accidente, el expresidente Sebasti¨¢n Pi?era hace unos d¨ªas. Sin embargo, hay un aspecto que bien vale la pena visitar, y es el efecto simb¨®lico que esta inesperada muerte ejerci¨® sobre toda una generaci¨®n pol¨ªtica. Simb¨®licamente, la muerte de Pi?era marca el fin de una generaci¨®n de pol¨ªticos que ha estado en la primera l¨ªnea desde 1990 en adelante, tanto en la centroizquierda como en la derecha (partiendo por ¨¦l mismo, al haber sido elegido senador en 1990). Jos¨¦ Miguel Insulza, socialista, varias veces ministro entre 1990 y 2010, ex secretario general de la OEA y en la actualidad senador, lo ilustra muy bien: ¡°Mi generaci¨®n se empieza a ir con Sebasti¨¢n Pi?era¡±.
Pero, ?de qu¨¦ generaci¨®n estamos hablando? En lo esencial, se trata de ese vasto grupo de pol¨ªticos que condujo las riendas del Gobierno y de la oposici¨®n durante 20 a?os, que logr¨® prolongar su vida pol¨ªtica bajo el segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018) y que hoy, en la pr¨¢ctica, se encuentra fuera de la pol¨ªtica activa (exceptuando el caso excepcional de Insulza). Como se puede advertir, la tesis del fin de una generaci¨®n se aplica con mayor fuerza y exactitud a lo que fuera la Concertaci¨®n (un conglomerado de paridos de centro e izquierda que gobern¨® entre 1990 y 2010) y, tras ella, la coalici¨®n de centroizquierda Nueva Mayor¨ªa (2014-2018, esto es la Concertaci¨®n ampliadacon ministros del Partido Comunista), y en bastante menor medida a los partidos de derecha. Esta diferencia se explica por el considerable periodo de tiempo que gobern¨® la centroizquierda: casi un cuarto de siglo, algo incomparable con los ocho a?os (los dos periodos presidenciales de Sebasti¨¢n Pi?era) en los que gobern¨® la derecha.
Es importante entender que este largo predominio de una generaci¨®n que, en t¨¦rminos gruesos, tiene hoy entre 75 y 85 a?os, constituy¨® un fen¨®meno an¨®malo en perspectiva comparada, al ralentizar o derechamente frenar el recambio generacional. En t¨¦rminos pr¨¢cticos, salvo excepciones que siempre existen en este tipo de cosas, el largo dominio de la generaci¨®n que se va (en mi opini¨®n, que se fue) produjo un efecto nefasto: bloquear la irrupci¨®n de una nueva generaci¨®n, la que fue r¨¢pidamente calificada -con un dejo de raz¨®n- como la generaci¨®n perdida.
Es cierto que la presidenta Bachelet gener¨® condiciones para que se impusiera el recambio generacional durante su segundo mandato, al nombrar como jefe de gabinete a un muchacho de 41 a?os (Rodrigo Pe?ailillo): su salida un a?o y pico despu¨¦s vino a reforzar el imperio de la antigua generaci¨®n, as¨ª como la imposibilidad que una nueva generaci¨®n pudiese pasar a la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica.
Lo anterior explica, en gran medida, el disruptivo surgimiento de una generaci¨®n treinta?era bajo el gobierno del presidente Gabriel Boric (2022-2026. ?En qu¨¦ sentido disruptivo? En primer lugar, debido a la radicalidad de la cr¨ªtica pol¨ªtica frenteamplista al legado de 24 a?os de gobiernos de centroizquierda, bajo el cargo de complicidad con el modelo neoliberal: una cr¨ªtica feroz, y muy efectiva dado el ¨¦xito electoral de esta nueva fuerza de izquierda (en las elecciones parlamentarias de 2021, el Frente Amplio en alianza con el Partido Comunista superaron en votos y en esca?os a la centroizquierda reconvertida bajo el nombre de Socialismo Democr¨¢tico). En segundo lugar, debido a la enorme diferencia de edad entre la vieja generaci¨®n concertacionista y la nueva generaci¨®n frenteamplista (?entre 30 y 40 a?os!), con lo cual se consolida la idea de esa generaci¨®n perdida que se sit¨²a exactamente en el medio.
Lo anterior describe, precisamente, una anomal¨ªa de la pol¨ªtica chilena: exceptuando situaciones revolucionarias, es muy poco com¨²n constatar en democracia diferencias y batallas generacionales tan marcadas, lo que significa que la generaci¨®n concertacionista cumpli¨®, en este sentido y solo en este, una funci¨®n conservadora, referida a su propia preservaci¨®n (lo que probablemente repercuti¨® en el d¨¦ficit de profundidad reformista de sus pol¨ªticas p¨²blicas). ?Significa esto que la generaci¨®n del medio, esa que hoy tiene entre 50 y 60 a?os, es definitivamente una generaci¨®n perdida?
En primera aproximaci¨®n, as¨ª parece. Pero, al mirar m¨¢s de cerca la hegemon¨ªa del socialismo democr¨¢tico en el Gobierno de Boric desde hace un a?o y medio considerando la perspectiva de las edades de quienes gobiernan a Chile, no parece razonable sostener la imagen dram¨¢tica de una generaci¨®n perdida. Es m¨¢s: lo esencial del Gabinete pol¨ªtico del presidente Boric est¨¢ dominado por esta supuesta generaci¨®n perdida: desde el ministerio del Interior (Toh¨¢) hasta la Secretar¨ªa General de la Presidencia (Elizalde), pasando por el ministro de Hacienda Mario Marcel. Esto quiere entonces decir que la hip¨®tesis de una generaci¨®n perdida no pasa de ser una hip¨®tesis, la que, de confirmarse, significar¨ªa que la hegemon¨ªa pol¨ªtica estar¨ªa en manos de una generaci¨®n treinta?era, encabezada por el presidente Boric (con 38 a?os de edad).
Es esta hip¨®tesis, irrealista, la que se encuentra en el origen de esa sensaci¨®n pol¨ªtica y popular de desgobierno que es registrada por las encuestas de opini¨®n, originada en chambonadas y en una dosis importante de frivolidad cotidiana (uso abundante de la red X, inconciencia de lo que habitar cargos con mucha historia quiere decir, etc¨¦tera).
Con la muerte de Pi?era, quien bien podr¨ªa haber sido presidente de Chile por tercera vez, se consagra y normaliza la transici¨®n pol¨ªtica entre generaciones. El pr¨®ximo presidente de Chile vendr¨¢ de la generaci¨®n perdida, o de las candidatas m¨¢s j¨®venes de esa antigua generaci¨®n que, con la partida de Pi?era y la renuncia a la vida p¨²blica del ex presidente Ricardo Lagos, abren todo el espacio para que emerjan nuevos liderazgos.
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