El rotundo fracaso policial y pol¨ªtico para controlar la violencia en el f¨²tbol chileno
Los dirigentes y actores amparan y protegen a sus barras mientras el Plan Estadio Seguro naufraga nuevamente, aunque el Gobierno asegura que ahora ¡°la situaci¨®n amerita un antes y un despu¨¦s¡±. ?Alguien podr¨¢ creerle?
¡°El memorial fue vandalizado¡±. La enf¨¢tica declaraci¨®n de Marcelo Acevedo, presidente de la Corporaci¨®n Memorial Estadio Nacional, que vela por el cuidado del sitio que recuerda a los fallecidos, desaparecidos y detenidos durante la dictadura militar, cuando este lugar fue centro de reclusi¨®n y tortura, puso punto final a una pol¨¦mica sin sentido.
La Garra Blanca, la facci¨®n m¨¢s violenta de hinchas de Colo Colo, provoc¨® desmanes en la final de la Supercopa ante Huachipato. Quemaron m¨¢s de 200 butacas del recinto, prendieron fogatas sobre el nuevo recort¨¢n, agredieron a los guardias y vandalizaron el memorial, aunque a trav¨¦s de redes sociales y de una declaraci¨®n, sus l¨ªderes trataron de minimizar los da?os. Los tablones originales arrancados de cuajo para encender fuegos y los testimonios recogidos, adem¨¢s del informe de la Corporaci¨®n, dejaron en claro los efectos de la irracional violencia, que oblig¨® a suspender el partido en el minuto 78, cuando Colo Colo ganaba 2 a 0 a Huachipato.
La disputa no es gratuita. Los violentistas culpan de los incidentes a Carabineros y la Asociaci¨®n Nacional de F¨²tbol, que organizaba el espect¨¢culo. Los cantos contra el minuto de silencio solicitado en memoria del fallecido expresidente Sebasti¨¢n Pi?era ¨Cque en el pasado fue uno de los accionistas mayoritarios de la instituci¨®n¨C y la decisi¨®n de la fuerza p¨²blica de retirar un lienzo alusivo al exmandatario, fueron los detonantes de la violenta reacci¨®n, seg¨²n la barra. Lo que no se condice con la virulencia con que un pu?ado de encapuchados arremetieron contra los a?osos e hist¨®ricos tablones que recuerdan la historia m¨¢s oscura del coliseo.
Los argumentos para explicar la motivaci¨®n de la Garra Blanca fueron expuestos por varios de los jugadores y algunos dirigentes del club, que actuaron como voceros y que instalaron nuevamente la idea de que los violentistas act¨²an al amparo y con el protecci¨®n de la instituci¨®n. Ya en las ¨²ltimas semanas grupos organizados que viajaron a Montevideo y Vi?a del Mar trataron de suspender la realizaci¨®n de los partidos amistosos que disput¨® la escuadra ahora dirigida por Jorge Almir¨®n. La intencionalidad es preocupante por dos razones: Colo Colo jugar¨¢ Copa Libertadores y el a?o pasado ya fue sancionado por graves des¨®rdenes en el Estadio Monumental en su partido frente a River Plate. Y las recaudaciones son necesarias para solventar el gasto que signific¨® la contrataci¨®n de Arturo Vidal, por lo que sanciones que limiten su aforo ser¨¢n un duro golpe para la tesorer¨ªa.
Fue precisamente Vidal uno de los m¨¢s cr¨ªticos en la suspensi¨®n del encuentro, diciendo que ¡°en otras partes se matan en las tribunas y se juega igual. No era tan grave la cosa¡±. En rigor, no existe una normativa clara para suspender los partidos en Chile, donde el control de la organizaci¨®n del espect¨¢culo depende fuertemente de Carabineros y de la autoridad pol¨ªtica a trav¨¦s de las delegaciones presidenciales, que eval¨²an los dispositivos de seguridad y act¨²an cuando estos fracasan. El d¨ªa de la final de la Supercopa, el contingente policial era escaso pues el grueso de la dotaci¨®n fue destinado al control ciudadano en Vi?a del Mar, ciudad azotada por un feroz incendio.
Lo ¨²nico claro e indesmentible es el fracaso del Plan Estadio Seguro, implementado el a?o 2012 para coordinar esfuerzos policiales, pol¨ªticos, judiciales y administrativos y que, como cruel paradoja, s¨®lo ha visto c¨®mo los recintos deportivos que albergan al f¨²tbol son, cada vez, m¨¢s inseguros.
Sin capacidad para contener los desmanes y con carencia absoluta de planes de inteligencia para prever estallidos, el organismo se ha transformado en una triste oficina que tramita permisos sobre la base de la reducci¨®n de los aforos, en una simplificaci¨®n del problema que resulta francamente irritante con el paso del tiempo.
Con la amenaza de la huelga siempre latente sobre el campeonato, las llamas del Supercl¨¢sico tuvieron un efecto secundario: la primera fecha del torneo se jugar¨¢ ¨Csi se juega-¨C con dos partidos postergados ante falta de contingente policial, lo que acrecienta la dependencia de la industria de Carabineros, una entidad que parece estar hastiada de este tipo de hechos, que distraen esfuerzos y personal. Y que ponen, otra vez, al f¨²tbol chileno en una encrucijada letal: ya no hay estadios seguros. El Gobierno dice que ¡°a partir de ahora habr¨¢ un antes y un despu¨¦s¡±, pero ya nadie parece creerles.
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