La Amazonia degradada ya es mayor que la deforestada
El ¨¢rea de jungla alterada por la tala o los incendios ha superado a la deforestada en las ¨²ltimas d¨¦cadas
Hay selvas que dejan de serlo incluso sin desaparecer. Es la alerta que ha lanzado un grupo de cient¨ªficos sobre el estado de la regi¨®n amaz¨®nica. Su vasta deforestaci¨®n es bien conocida, pero igual de dram¨¢tica y m¨¢s compleja de medir es la degradaci¨®n de lo que queda. Con datos de m¨¢s de dos d¨¦cadas, han comprobado que la porci¨®n de jungla empobrecida ya es mayor que la desaparecida.
Apoyados en datos tomados desde sat¨¦lites desde 1992, un grupo de investigadores ha podido medir el impacto humano sobre la Amazonia. Lo m¨¢s f¨¢cil es calcular cu¨¢nta selva ha desaparecido para usar su tierra para otra cosa, en su mayor¨ªa para pastos para el ganado. Seg¨²n publican en la revista Science, entre 1992 y 2014, se desvanecieron 308.311 km?. La curva de deforestaci¨®n fue ascendente a?o tras a?o hasta llegar a su pico en 2003, cuando se perdieron 29.000 km?, una superficie casi equivalente a la de Catalu?a o al 75% del estado de R¨ªo de Janeiro. Ya sea por la presi¨®n internacional o por la acci¨®n pol¨ªtica interna, el ritmo se redujo hasta los 6.000 km? que se pierden anualmente desde 2014.
M¨¢s compleja de calcular, y de medir sus consecuencias, es la degradaci¨®n de la selva restante. Entre una jungla pr¨ªstina y una que ha dejado paso a un pastizal hay un amplio abanico de paisajes forestales m¨¢s o menos empobrecidos. La degradaci¨®n puede concretarse en una menor densidad de ¨¢rboles, la p¨¦rdida de continuidad entre unos bosques cada vez m¨¢s peque?os y aislados o la quema de sotobosque entre otros. Una serie de algoritmos han aprovechado las variaciones de reflectancia de la luz de cada paisaje para determinar su grado de alteraci¨®n.
La porci¨®n de la selva amaz¨®nica degradada ha superado ya los 337.000 km2
¡°Una selva degradada es aquella que ha sido alterada de forma significativa o ha sufrido el impacto de las actividades humanas; sigue contando con un dosel arb¨®reo, pero con una biomasa reducida¡±, explica el investigador del Observatorio Global de Servicios al Ecosistema de la Universidad Estatal de Michigan (EE UU) y coautor del estudio David Skole. ¡°Un buen ejemplo de degradaci¨®n forestal es cuando el bosque se ve sometido a tala selectiva, cortando unos ¨¢rboles y dejando otros¡±, detalla. En las zonas deforestadas, la degradaci¨®n se concentra en los l¨ªmites entre la selva y la tierra desnuda. ¡°Estos ¨¢rboles que aguantan en los bordes de la tierra clareada se ven afectados por cambios en el microclima y hay pruebas de que, a la larga, sufren un colapso de su biomasa. Es lo que llamamos efecto l¨ªmite¡±, completa.
Los autores del estudio estiman que la porci¨®n de la selva amaz¨®nica degradada ha superado ya los 337.000 km?. Es decir, la superficie empobrecida ha superado a la afectada por la deforestaci¨®n. Si esta implica la desaparici¨®n del bosque y de todas las funciones asociadas, el empobrecimiento tambi¨¦n tiene sus consecuencias: liberaci¨®n de gases de efecto invernadero, alteraci¨®n del equilibrio del agua y los nutrientes, descenso de la biodiversidad o la emergencia de enfermedades infecciosas.
Son cuatro los agentes degradantes principales, como la tala m¨¢s o menos selectiva, los incendios, el efecto borde en los l¨ªmites de la selva o la fragmentaci¨®n y aislamiento de porciones selv¨¢ticas. Hasta 2003, el cl¨ªmax de la deforestaci¨®n, fueron estos dos ¨²ltimos agentes los protagonistas. Pero desde entonces, lo est¨¢n siendo la tala y el fuego.
¡°En los a?os anteriores, la deforestaci¨®n y la degradaci¨®n se produc¨ªan en general en el mismo espacio¡±, comenta Skole. Como si fuera una condici¨®n previa o un estado precedente, ¡°lo que llev¨® a muchos a ver la degradaci¨®n como un atajo hacia la deforestaci¨®n y no una interferencia diferente a tener en cuenta, medida y gestionada. Nosotros hemos demostrado que ahora hay degradaci¨®n, especialmente por la tala, que es una perturbaci¨®n espacialmente diferente¡±. De hecho, m¨¢s de la mitad de las ¨¢reas degradadas por la tala, por ejemplo, se han mantenido en ese estado durante casi las dos d¨¦cadas que abarca el estudio.
El investigador forestal de la Universidad Pablo de Olavide Ra¨²l S¨¢nchez destaca que, hasta ahora, ¡°met¨ªamos en el mismo saco la deforestaci¨®n y la degradaci¨®n y este trabajo muestra que no es as¨ª¡±. Lo que no esperaba son las dimensiones del problema, y eso que los datos se quedan en 2014. ¡°Este a?o el factor principal est¨¢n siendo los fuegos de baja intensidad, el primer paso para la degradaci¨®n¡±, a?ade.
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