El peligro de las vacunas caseras contra el coronavirus
Varios investigadores vinculados a la Universidad de Harvard promueven una inmunizaci¨®n sin aval para que los ciudadanos la fabriquen en casa y se la administren
Un grupo de cient¨ªficos, profesionales de la biotecnolog¨ªa y ciudadanos que ni siquiera quieren ser identificados, est¨¢n probando en sus propias carnes una supuesta vacuna contra el coronavirus que han desarrollado ellos mismos. Se trata de un c¨®ctel de prote¨ªnas sin eficacia probada cuya primera versi¨®n fue preparada por Preston Estep, un ex cient¨ªfico de la Universidad de Harvard cuya principal motivaci¨®n es conseguir una inmunizaci¨®n antes de que lleguen las vacunas oficiales impulsadas por Gobiernos y empresas farmac¨¦...
Un grupo de cient¨ªficos, profesionales de la biotecnolog¨ªa y ciudadanos que ni siquiera quieren ser identificados, est¨¢n probando en sus propias carnes una supuesta vacuna contra el coronavirus que han desarrollado ellos mismos. Se trata de un c¨®ctel de prote¨ªnas sin eficacia probada cuya primera versi¨®n fue preparada por Preston Estep, un ex cient¨ªfico de la Universidad de Harvard cuya principal motivaci¨®n es conseguir una inmunizaci¨®n antes de que lleguen las vacunas oficiales impulsadas por Gobiernos y empresas farmac¨¦uticas. Este proyecto llamado Radvac ¡ªacr¨®nimo de vacuna colaborativa de implantaci¨®n r¨¢pida¡ª se autodefine como ¡°un necesario acto de compasi¨®n¡±.
Esta es una de las varias vacunas caseras que est¨¢n circulando por el mundo. Algunas no tienen ¨¢nimo de lucro, como Radvac, y otras llegan a costar unos 300 euros. En EE UU se las conoce como vacunas DIY, siglas inglesas de ¡°h¨¢galo usted mismo¡±.
Muchos expertos muestran preocupaci¨®n ante un fen¨®meno que puede causar da?o y dinamitar la confianza en las vacunas convencionales. Quiz¨¢s lo m¨¢s inquietante es que con la ley en la mano es imposible prohibir que alguien consiga estos preparados y se los inocule. En la pr¨¢ctica puede ser muy complicado incluso prohibir que las distribuyan o que sus impulsores causen infecciones por covid de manera intencionada o involuntaria al pensar que est¨¢n inmunizados.
Muchos de sus promotores iniciales estaban vinculados a la prestigiosa Universidad de Harvard (EE UU). Uno de sus principales defensores es el prestigioso genetista George Church, uno de los investigadores m¨¢s respetados en su campo. Church ha admitido haberse puesto la supuesta vacuna e incluso se sac¨® una foto mientras lo hac¨ªa, seg¨²n ha desvelado el medio especializado Technology Review.
La supuesta vacuna que defiende Church es una mezcla de p¨¦ptidos, prote¨ªnas sint¨¦ticas que imitan a las prote¨ªnas de las que est¨¢ hecho el SARS-CoV-2, como su caracter¨ªstica esp¨ªcula puntiaguda que usa para unirse a las c¨¦lulas humanas, penetrar en ellas y secuestrar su maquinaria biol¨®gica para multiplicarse y provocar una infecci¨®n. En un documento de 59 p¨¢ginas Estep, Church y sus colegas explican c¨®mo mezclar esos p¨¦ptidos con los otros cuatro ingredientes b¨¢sicos del preparado. Todos ellos se pueden adquirir a ¡°distribuidores comerciales¡±, aseguran.
El producto final es un vapor inhalable que se administra por la nariz. El documento tambi¨¦n detalla c¨®mo administr¨¢rsela y recomienda hacerse tests de anticuerpos y linfocitos para comprobar su efecto, como si los participantes fueran cobayas humanas. ¡°Nosotros somos los animales¡±, ha dicho Estep, antiguo pupilo de Church, a The New York Times. Hay unas 30 personas de EE UU, Alemania, Reino Unido, China y Suecia que ya se han autoinoculado, asegura. El propio Estep asegura hab¨¦rsela dado a su hijo de 23 a?os y otros promotores tambi¨¦n se las han facilitado a familiares, seg¨²n el diario neoyorquino.
El documento cient¨ªfico de Radvac advierte de que la vacuna no tiene ninguna efectividad demostrada, no est¨¢ aprobada por las autoridades y puede ocasionar efectos secundarios, aunque no describe una forma de controlar las reacciones adversas. Los promotores lo definen como ¡°ciencia ciudadana¡± y aportan toda la informaci¨®n sobre su preparado con una licencia abierta. Este diario ha intentado contactar con Estep y Church sin ¨¦xito. ¡°Este proyecto no tiene ninguna filiaci¨®n con la Universidad de Harvard¡±, ha dicho, por su parte, la instituci¨®n a EL PA?S. ¡°La urgencia de conseguir una vacuna efectiva de la covid-19 es enorme, pero esta no puede conllevar que se relajen los est¨¢ndares de los ensayos cl¨ªnicos, que deben aportar pruebas concluyentes de la eficacia de esa vacuna para proteger la salud p¨²blica¡±, a?ade.
La historia de la medicina est¨¢ plagada de cient¨ªficos m¨¢s o menos locos que usaron sus cuerpos, y en ocasiones los de sus hijos, como campo de experimentaci¨®n de vacunas y otros tratamientos. En 1929 un joven ur¨®logo alem¨¢n se meti¨® un cable por una vena del brazo todo lo que pudo y se hizo una radiograf¨ªa para demostrar que hab¨ªa alcanzado su propio coraz¨®n. Despu¨¦s la vida sigui¨®, se afili¨® al partido nazi en los a?os 30, combati¨® en la II Guerra Mundial como oficial m¨¦dico, fue capturado y encerrado en un campo de prisioneros. Al terminar la guerra se gan¨® la vida como le?ador. Pasados muchos a?os otros dos cient¨ªficos leyeron la descripci¨®n de su experimento y comprobaron que era un procedimiento que pod¨ªa salvar vidas. Se hab¨ªa inventado el cat¨¦ter. As¨ª fue como en 1956 Werner Forssmann gan¨® el Nobel de Medicina.
Pero la vacuna casera de Radvac y otras similares son otra cosa, seg¨²n denuncian hoy varios expertos en gen¨®mica, medicina y derecho en la revista Science. Si las autoridades no ponen freno a este tipo de experimentaci¨®n casera, ¡°estas vacunas de efectividad y seguridad dudosa pondr¨¢n en riesgo la salud p¨²blica¡±, se?alan. Adem¨¢s ¡°puede derrumbarse la confianza de la sociedad en las verdaderas vacunas¡± contra la covid, escriben. En su carta piden que las autoridades federales de EE UU tomen cartas en el asunto, como ya hicieron para impedir la difusi¨®n de tests caseros de la covid que no ten¨ªan aval cient¨ªfico. ¡°Parte del inter¨¦s en estas vacunas caseras surge aparentemente de la creencia de que la experimentaci¨®n con uno mismo no tiene que respetar las normas y los criterios ¨¦ticos. Es una creencia totalmente falsa¡±, espetan.
¡°Esto es volver al siglo XVIII¡±, clama ?frica Gonz¨¢lez, inmun¨®loga de la Universidad de Vigo. Puede que las ideas de estos cient¨ªficos no sean malas, pero la forma de canalizarlas es totalmente acient¨ªfica, explica. ¡°La inoculaci¨®n v¨ªa mucosa se emplea ya en algunas vacunas, como una de la gripe. Tiene la ventaja de que genera una respuesta tanto local como sist¨¦mica, aunque suele ser de menor intensidad¡±, explica."Piensan que su vacuna va a funcionar y que no va tener efectos secundarios. Al ser pocos los que la prueban, no se podr¨¢ saber si hay efectos t¨®xicos, si la dosis es la adecuada. La ciencia se basa en la evidencia. Ellos creen en su vacuna y no quieren esperar o desarrollarla y superar los procesos administrativos de las agencias reguladoras. Se saltan las normas. Puede ser muy peligroso y est¨¢n poniendo en riesgo a sus familiares", destaca.
Pero no todos los cient¨ªficos ven mal este esp¨ªritu libertario. ¡°Me parece bien lo que ha hecho Church¡±, confiesa Vicente Larraga, investigador del CSIC y responsable del desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2 basada en ADN. ¡°Los cient¨ªficos tambi¨¦n somos personas reales. Un antiguo colega de trabajo se la ofreci¨® y ¨¦l la prob¨®, sin m¨¢s. No hay que confundir su magn¨ªfico trabajo como cient¨ªfico con su comportamiento como ser humano¡±, reconoce.
¡°El problema con este movimiento de yo me lo guiso, yo me lo como es que se pierde objetividad. Todos los ensayos de vacuna son doble ciego, es decir que yo no s¨¦ qui¨¦n est¨¢ recibiendo la vacuna y qui¨¦n el placebo porque si lo supiera puedo tener sesgos a la hora de interpretar las reacciones de los participantes. Con el h¨¢gaselo usted mismo se pierde esta objetividad. Hay que recordar que el mundo de las vacunas es muy regulado, muy conservador, muy prudente y avanza con lentitud. Es entendible que haya nerviosismo por acelerar los plazos, pero echando la vista atr¨¢s, seguir las normas profesionales suele funcionar¡±, a?ade.
Legalmente poco se puede hacer para evitar iniciativas como estas, explica ??igo de Miguel, experto en bio¨¦tica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco. ¡°No hay ninguna ley que impida que te autoinocules cualquier sustancia. Solo podr¨ªa perseguirse los da?os a terceros, como por ejemplo si los infectas de covid. El problema es que demostrar en un tribunal que alguien ha infectado a otro es pr¨¢cticamente imposible. Estamos ante casos realmente alien¨ªgenas en los que hay un punto ciego legal¡±, detalla. La ¨²nica forma de perseguir este tipo de iniciativas es si los responsables inclumplen las normas para manipular ciertos f¨¢rmacos o sustancias m¨¦dicas. Pero como lo ¨²nico que hacen es publicar la receta para fabricar el c¨®ctel de p¨¦ptidos, tampoco es f¨¢cil aplicarles estas normas, a?ade.
Otro asunto es si se la dan a familiares o amigos, opina Carlos Romeo Casabona, miembro del Comit¨¦ de Bio¨¦tica del Consejo de Europa. ¡°En este caso deber¨ªan plegarse a la normativa de ensayos cl¨ªnicos, necesitar¨ªan que lo aprobase la autoridad y tendr¨ªa que haber un consentimiento informado, m¨¢xime si se trata de ni?os. Nadie es due?o de su familia. Es un abuso¡±, resalta.
¡°Promover este tipo de producto como una posible soluci¨®n sin tener pruebas viola el m¨¦todo cient¨ªfico, es reprobable¡±, resalta Federico de Montalvo J??skel?inen, presidente del Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a. ¡°Incluso si funcionase, lo ¨²nico que significar¨ªa es que han disparado al aire y le han dado al plato por casualidad¡±, a?ade.
El experto coincide con sus colegas estadounidenses sobre el peligro que estos cient¨ªficos suponen en la lucha contra la peor pandemia de este siglo. ¡°Que la vacuna tarde no es nuestro mayor problema. Donde nos jugamos salir de esta pandemia es en la confianza de la ciudadan¨ªa hacia las vacunas. Esta gente est¨¢ minando esa confianza con una narrativa antisistema. Si una parte de la poblaci¨®n compra estos mensajes, puede haber un enorme da?o para la salud p¨²blica¡±, concluye.