La pol¨ªtica como estorbo
Las medidas m¨¢s seguras contra la propagaci¨®n del virus implican un par¨®n de la actividad econ¨®mica
Algunos gobernantes no acaban de entender cu¨¢l es su funci¨®n en la sociedad. Les hemos puesto ah¨ª para servirnos y ellos deciden que, en vez de eso, prefieren utilizar su cargo para hacer pol¨ªtica barata o politiquer¨ªo, ladrido y tentetieso, intoxicaci¨®n de masas, mentira disfrazada de nada. El espect¨¢culo que ayer nos ofreci¨® Madrid eleva esa tendencia pol¨ªtica al grado de paroxismo. No se puede ser equidistante en este caso. La postura del ministro de Sanidad, Salvador Illa, que defiende la restricci¨®n de la movilidad en toda la capital y una recomendaci¨®n de confinamiento en casa, est¨¢ basada en la mejor ciencia disponible. La tenacidad de la presidenta regional, Isabel D¨ªaz-Ayuso, en evitar esas medidas dr¨¢sticas y sustituirlas por un laberinto de barrios y zonas sanitarias que ni los vecinos saben interpretar, solo pueden deberse a la presi¨®n irracional de las fuerzas econ¨®micas y a las directrices politiqueras de G¨¦nova, que no ceja en su empe?o de aprovechar la pandemia para recuperar parte del chorro de votos que ha perdido por el extremo derecho de su espectro.
Produce verg¨¹enza ajena que los gobernantes auton¨®micos que m¨¢s clamaban por el fin del Estado opresor y sus estados de alarma sean ahora los que m¨¢s p¨ªan por la coordinaci¨®n
Desde el principio de la pandemia se hizo patente un dilema de calado ¨¦tico. Las medidas m¨¢s seguras contra la propagaci¨®n del virus implican un par¨®n de la actividad econ¨®mica que, a la larga, puede resultar tan perjudicial como el SARS-CoV-2. La bolsa o la vida. Los l¨ªderes pol¨ªticos y empresariales se apresuraron a desmentir la mera existencia de ese dilema. Dijeron que sin salud no hab¨ªa econom¨ªa, que la prioridad ser¨ªa siempre el bienestar de las personas y que pod¨ªan arreglar la bolsa y la vida al mismo tiempo. Las cosas que hay que o¨ªr. El dilema existe, y la bronca de Madrid revela que, lejos de disiparse, se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s espeso.
Es evidente que el equipo de Ayuso no se ha apoyado en criterios cient¨ªficos s¨®lidos, puesto que los investigadores de primer nivel son casi un¨¢nimes en recomendar las medidas dr¨¢sticas de Illa, e incluso otras cuantas que van m¨¢s all¨¢. Tal vez sus asesores hayan aplicado tortuosos criterios econ¨®micos o politiqueros para delinear las fronteras del laberinto del Minotauro en que han troceado Madrid. La t¨®nica en Europa es confinar las zonas con 500 casos por 100.000 habitantes. Ayuso ha duplicado el umbral hasta los 1.000 casos, seguramente una irresponsabilidad, y ni siquiera cumple su propio criterio, pues hay barrios madrile?os que superan esa cifra y no han sido confinados. No tiene sentido.
Se acab¨® el verano. La covid-19 ni ha desaparecido ni se ha atenuado, y las previsiones epidemiol¨®gicas persisten en que el virus seguir¨¢ con nosotros durante muchos meses, tal vez a?os. La investigaci¨®n en vacunas y f¨¢rmacos es muy intensa, pero los pol¨ªticos tienen un mont¨®n de cosas que hacer antes de que esos milagros resuelvan el problema. Produce verg¨¹enza ajena que los gobernantes auton¨®micos que m¨¢s clamaban por el fin del Estado opresor y sus estados de alarma sean ahora los que m¨¢s p¨ªan por la coordinaci¨®n. Politiquer¨ªo. Aburre.
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