Las enfermedades cardiovasculares de una tribu n¨®mada de ?frica aumentaron al mudarse a la ciudad
Los habitantes del pueblo turkano, en el noreste de Kenia, registraron m¨¢s riesgo de sufrir hipertensi¨®n, diabetes y obesidad desde que dejaron el campo y adoptaron dietas occidentales, ricas en carbohidratos
Los problemas cardiovasculares del pueblo turkano, ganaderos n¨®madas nativos del noroeste de Kenia, han aumentado significativamente desde que algunos de sus miembros abandonaron los campos y se mudaron a las ciudades. Los hallazgos de un nuevo estudio publicado este mi¨¦rcoles en la revista Science Advances sugieren que el riesgo de padecer enfermedades como hipertensi¨®n, diabetes y obesidad es mayor cuando los antiguos pastores llegan a los centros urbanos y adoptan dietas occidentales, ricas en carbohidratos.
El trabajo liderado por Amanda Lea, Dino Martins y Julien Ayroles, investigadores de la Universidad de Princeton, concluye que ¡°pasar m¨¢s tiempo en ¨¢reas urbanas conduce a impactos m¨¢s severos en la salud de estos individuos¡±. Ayroles cuenta que el proyecto comenz¨® cuando ¨¦l estaba visitando a su amigo, Dino Martins, que en ese momento era el director del Instituto de la Cuenca del lago Turkana. ¡°Est¨¢bamos haciendo una larga caminata en el desierto cuando de la nada aparecieron tres mujeres con baldes de agua en la cabeza¡±, dice Ayroles. ¡°Es una escena com¨²n en esa parte del mundo, pero dado lo aislados que est¨¢bamos de la civilizaci¨®n parec¨ªa extrema¡±.
Martins le explic¨® a Ayroles que estas mujeres eran de la comunidad turkana y que a menudo ten¨ªan que caminar de cinco a diez kil¨®metros para conseguir agua. ¡°Lo que llevaban en los baldes les deb¨ªa durar al menos una semana¡±, cuenta Ayroles, y reconoce que solo en esa caminata matutina ¨¦l y su amigo ya hab¨ªan bebido m¨¢s de cuatro litros de agua. "La temperatura era de 40 grados bajo un sol abrasador. La idea de que los humanos pudieran sobrevivir con tan poca agua en un desierto tan caluroso sonaba incre¨ªble¡±, recuerda el cient¨ªfico. Y concluye: ¡°Decidimos investigar. Nuestro objetivo inicial era estudiar la adaptaci¨®n a la vida en el desierto en esta poblaci¨®n, pero cuanto m¨¢s aprend¨ªamos sobre la historia reciente de los turkana, m¨¢s nos interesaba la migraci¨®n y el efecto del estilo de vida en su salud¡±.
Ayroles cuenta que el norte de Kenia permaneci¨® aislado del resto del mundo hasta 1970, cuando los bloqueos militares impidieron la libre circulaci¨®n de personas por esa regi¨®n. ¡°Tom¨® a?os construir carreteras en esa ¨¢rea; solo llegaron cuando encontraron petr¨®leo¡±, explica el cient¨ªfico. Sin embargo, seg¨²n Ayroles, lo que gener¨® el cambio masivo de estilo de vida fue la hambruna de ?frica Oriental de principios de los a?os 80. ¡°La mayor¨ªa de los reba?os de animales de los que depend¨ªa el pueblo turkano murieron y las comunidades tuvieron que recurrir a ayuda alimentaria. A?os despu¨¦s, decenas de miles de turkanos tuvieron que abandonar su estilo de vida semin¨®mada, migraron a las ciudades, se volvieron sedentarios y ah¨ª comenz¨® el problema¡±.
Seg¨²n los investigadores, los habitantes que desde ese momento viven en las ciudades tienen ¨ªndices m¨¢s altos de presi¨®n arterial, colesterol y glucosa en la sangre frente a los que se quedaron en el campo. ¡°Proporcionamos evidencia directa de que las transiciones de estilos de vida tradicionales a urbanos impactan negativamente la salud cardio-metab¨®lica en un solo grupo gen¨¦tico, el de los que migraron a la ciudad¡±.
Consuelo Prado, profesora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, afirma que estos problemas cardiovasculares no son culpa de la migraci¨®n en s¨ª misma, sino del estilo de vida y del acceso a determinada alimentaci¨®n. ¡°Lo clave es que la comida ya no se trabaja, como antes cuando eran n¨®madas, sino que se compra en tiendas o supermercados. Una de las razones de las enfermedades es que tienen que pagar por el alimento y comprar el m¨¢s barato, y lo m¨¢s barato es la comida chatarra, la comida basura llena de grasas y carbohidratos; la comida sana y equilibrada es m¨¢s cara y muchas veces las comunidades pobres de Kenia no la pueden comprar", insiste Prado.
Los cient¨ªficos entrevistaron y recopilaron datos de biomarcadores, sustancias biol¨®gicas que se usan para detectar enfermedades, de 1.226 adultos de Turkana, divididos en 44 localidades y tres grandes grupos: los pastores n¨®madas que viven en las tierras natales de la comunidad, los que no practican el pastoreo, pero viven en las mismas zonas rurales y remotas, y los que migraron a la ciudad. Al analizar estos datos con un modelo estad¨ªstico, los investigadores encontraron que las diferencias de salud entre los habitantes de las zonas urbanas y rurales se deb¨ªan, sobre todo, a que los turkana de la ciudad consum¨ªan m¨¢s alimentos procesados con alto contenido cal¨®rico y menos productos animales.
Una dieta turkana tradicional se compone de aproximadamente un 80% de subproductos animales. Principalmente leche, sangre y carne derivada de su reba?o. Cuando hacen la transici¨®n a un entorno urbano y abandonan este estilo de vida tradicional, la mayor¨ªa de su dieta cambia a carbohidratos como refrescos, pan, arroz, y aceite de cocina.
La antrop¨®loga Prado explica que los esquimales de las zonas septentrionales de Alaska sufren una situaci¨®n similar cuando van a estudiar a las universidades del centro de Estados Unidos. ¡°Engordan mucho. No es lo mismo el gasto energ¨¦tico que necesitas para mantener los 36 grados del cuerpo en el Polo norte que el que necesitas en un sal¨®n de clase con calefacci¨®n", dice Prado.
La cient¨ªfica expone otro caso paradigm¨¢tico: ¡°Los m¨¢s gordos de los gordos est¨¢n en algunas islas de la Polinesia que ahora pertenecen a Estados Unidos, como Haw¨¢i. Antes sus habitantes ten¨ªan una vida de pescadores y una dieta basada en frutas y peces, muy saludable. De repente se volvieron gringos y se han puesto muy gordos. El 80% de la poblaci¨®n polinesia est¨¢ en sobrepeso y obesidad¡±, explica Prado. Y concluye: ¡°Esos desajustes metab¨®licos, similares a los de las tribus n¨®madas de Kenia, son los que desencadenan los problemas cardiovasculares¡±.
Ayroles y Prado coinciden en que las llamadas enfermedades de la civilizaci¨®n (hipertensi¨®n, diabetes, obesidad y otras) se han convertido en la principal causa de muerte en humanos. En 2016, estas enfermedades fueron el primer motivo de defunci¨®n en Espa?a, por encima del c¨¢ncer y los da?os respiratorios. De acuerdo con Ayroles, adem¨¢s, las enfermedades cardiovasculares paralizar¨¢n los sistemas de atenci¨®n m¨¦dica y tendr¨¢n un enorme impacto econ¨®mico en el futuro. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud revel¨® en un reciente informe que el 12% de todo el gasto sanitario mundial se dedica al tratamiento y a las complicaciones de salud solo de la diabetes tipo 2. "Por eso estos trabajos demuestran que hay mucho que aprender sobre las poblaciones ind¨ªgenas como los turkana para entender aspectos fundamentales de la biolog¨ªa humana¡±, dice Ayroles.
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