Animales invisibles: el b¨²falo blanco y otras bestias fant¨¢sticas
Al igual que ocurri¨® con el ornitorrinco, todav¨ªa hoy existen animales cuya evidencia resulta insuficiente para la mayor¨ªa de las personas
La ciencia se nutre de lo imaginable. De lo contrario, la ciencia carecer¨ªa del genio necesario para alcanzar conceptos posibles.
Por otra parte, dar categor¨ªa cient¨ªfica a lo imaginable obviando el rigor puede llevar a justificar la existencia de animales mitol¨®gicos. Es por ello que para mostrar la verdad cient¨ªfica hay que cuidar las met¨¢foras, ser prudentes a la hora de identificar el t¨¦rmino real con el t¨¦rmino imaginario.
Sin embargo se hace dif¨ªcil manejar la sensatez sin caer en el escepticismo, tal y como le sucedi¨® al profesor George Shaw (1751 ¨C 1813) quien convirti¨® la prudencia en incredulidad cuando recibi¨® un paquete a su despacho del Museo de Historia Natural de Londres. Lo remit¨ªa el capit¨¢n John Hunter, desde Australia, y lo primero que pens¨® el profesor cuando lo abri¨® fue que aquella criatura con cola de castor, patas de nutria y pico de pato era una falsificaci¨®n, obra de alg¨²n taxidermista asi¨¢tico.
Llevado por la desconfianza, George Shaw agarr¨® unas tijeras y, cuando fue a descoser el pico, se dio cuenta de que el ornitorrinco no era un animal trucado. Se trataba de una extra?a criatura que hab¨ªa permanecido oculta para la mayor¨ªa de los humanos y que a¨²n estaba sin clasificar.
En una de las salas del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, una maqueta muestra la lucha de un ejemplar de calamar gigante con un cachalote
El ornitorrinco llevaba existiendo desde hac¨ªa algo as¨ª como 100.000 a?os, a decir del f¨®sil m¨¢s antiguo descubierto hasta ahora, pero hasta aquel lejano d¨ªa de 1798 no obtuvo dimensi¨®n real. Al igual que ocurri¨® con el ornitorrinco, todav¨ªa hoy existen animales cuya evidencia resulta insuficiente para la mayor¨ªa de las personas. El calamar gigante (Architeuthis) es uno de ellos. En una de las salas del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, una maqueta muestra la lucha de un ejemplar de calamar gigante con un cachalote. Se sabe de su existencia por las cicatrices que presentan las ballenas, se?ales producidas por el vigor de las ventosas. Se sabe tambi¨¦n que tiene un ojo del tama?o de un bal¨®n de f¨²tbol y que su desarrollo ocular viene dado por la necesidad de avistar el fondo marino.
Pero sin duda alguna, el animal m¨¢s m¨¢gico de todos es el B¨²falo blanco (Bison bison). Cuenta la leyenda sioux que hace muchos a?os una mujer se apareci¨® de la nada. Fumaba en pipa y ense?¨® a los indios los secretos del tabaco. Luego, la mujer se convirti¨® en un b¨²falo blanco y se march¨®. Por eso, el b¨²falo es un animal sagrado al que los cazadores se acercaban para inhalar su ¨²ltimo aliento. De esta manera absorb¨ªan la sustancia de la que estaba formado su esp¨ªritu. Por estas cosas el b¨²falo blanco era respetado. Solo se le pod¨ªa cazar bajo la lluvia de estrellas.
El b¨²falo blanco es un animal que puede ser tan extra?o, tan irreal como un reba?o de ovejas negras
El b¨²falo blanco es un animal que puede ser tan extra?o, tan irreal como un reba?o de ovejas negras. Encontrarse con uno es signo de buena estrella. Pero volviendo a las ovejas, cuentan que hasta el siglo XV, la mayor¨ªa de ellas eran negras. Sucedi¨® que dejaron de criarlas debido a que la lana blanca resultaba m¨¢s accesible para tratarla con tinte.
De esta manera ¡°despeg¨® uno de los grandes movimientos crom¨¢ticos de la historia animal consistente en ir borrando a las ovejas negras como si se tratara de manchas, mientras se estimulaba el cuidado y reproducci¨®n de las claras¡±, as¨ª nos lo cuentan Gabi Mart¨ªnez y Jordi Serrallonga en uno de los libros m¨¢s did¨¢cticos aparecidos hasta la fecha sobre el tema de los animales ocultos. Con ilustraciones de Joan Santamans, la editorial Capit¨¢n Swing nos presenta un cat¨¢logo de bestias fant¨¢sticas; invisibles para la mayor¨ªa pero no por ello inexistentes.
Se titula Animales invisibles y es toda una invitaci¨®n al mundo oculto que vive con nosotros. De seguir as¨ª, algunas de estas criaturas dejar¨¢n de ser invisibles para convertirse en inexistentes, formando parte de un pasado remoto. Un libro que nos abre la posibilidad de creer en lo que no se ve.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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