25 a?os del ¡®Manifiesto de El Escorial¡¯
El documento trataba, sobre todo, de ¡°hacer de la ciencia una cuesti¨®n de Estado¡±, por encima de los avatares pol¨ªticos y econ¨®micos de la naci¨®n. Pero , ?tienen nuestras clases pol¨ªtica y econ¨®mica una percepci¨®n diferente de la de hace 25 a?os?
El pasado 29 de julio se cerraba la 34 edici¨®n de los Cursos de Verano de El Escorial con la conferencia de clausura pronunciada por uno de los firmantes de este art¨ªculo. Esta edici¨®n, coordinada y dirigida por el profesor Miguel Angel Casermeiro, ha sido un nuevo ¨¦xito tanto de estudiantes como de variedad de cursos y tem¨¢ticas, con la presencia de personajes importantes por los conocimientos que aportan y, con frecuencia, por su popularidad en los medios. Tanto en su presentaci¨®n como en su clausura, esta edici¨®n, como suele ser costumbre, ha contado con el m¨¢ximo responsable de la Universidad Complutense (UCM), el rector Joaqu¨ªn Goyache, as¨ª como con un n¨²mero considerable de autoridades acad¨¦micas y de representantes del Ministerio de Ciencia, Tecnolog¨ªa e Innovaci¨®n y la Comunidad de Madrid.
Los cursos de verano cuentan con una larga tradici¨®n y son un lugar de encuentro socio-cultural que suele tener un impacto muy positivo en los numerosos estudiantes que asisten y participan de manera activa. Sin duda, con un mayor protagonismo del que habitualmente tienen en clase durante el curso acad¨¦mico. Pero, adem¨¢s, estos cursos permiten medir el pulso cultural de nuestra sociedad y, en ocasiones, permiten tambi¨¦n reivindicar aspectos importantes dada la resonancia que indudablemente tienen.
Pues bien, hace 25 a?os se cerraban los cursos de verano de la UCM en su novena edici¨®n. En esa ocasi¨®n con el denominado Manifiesto de El Escorial, dirigido a Su Majestad el Rey, al presidente del Gobierno, a las autoridades cient¨ªficas y acad¨¦micas de la naci¨®n y a la opini¨®n p¨²blica, que fue publicado el d¨ªa 6 de agosto de 1996 por los m¨¢s destacados diarios y agencias nacionales: EL PA?S, Abc, El Mundo, EFE¡ Los firmantes de dicho manifiesto eran un nutrido grupo de catedr¨¢ticos muy destacados de nuestras universidades y otros organismos de investigaci¨®n, como el CSIC (entre ellos, Antonio Fern¨¢ndez Ra?ada, ?ngel Mart¨ªn Municio, Carlos Belmonte, Miguel de Guzm¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Sanz Serna, Ernesto Carmona, Francisco Rubia¡) y al que se adhirieron muchos otros) quienes reivindicaban la necesidad de una mayor atenci¨®n a la ciencia en Espa?a.
Como en ocasiones anteriores se enfocaba como un grave problema cultural, end¨¦mico en nuestro pa¨ªs, del cual ni la clase pol¨ªtica ni los dirigentes econ¨®micos eran suficientemente conscientes, a pesar de que esta falta de atenci¨®n al desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico de Espa?a era la ra¨ªz de muchos de nuestros males. Esta reivindicaci¨®n iba acompa?ada de diferentes acciones concretas en distintos niveles y ¨¢mbitos, as¨ª como de la necesidad de un debate nacional en el que los medios de comunicaci¨®n deb¨ªan jugar un papel esencial. Se trataba, sobre todo, de ¡°hacer de la ciencia una cuesti¨®n de Estado¡±, por encima de los avatares pol¨ªticos y econ¨®micos de la naci¨®n.
Sin duda que, a estas alturas, a muchos de nuestros lectores les sonar¨¢ el estribillo de esta canci¨®n. Pero vamos a la pregunta esencial: ?Tienen nuestras clases pol¨ªtica y econ¨®mica una percepci¨®n diferente de la de hace 25 a?os? La respuesta ¡°no¡± es obvia, ya que es el an¨¢lisis de los hechos y actuaciones a lo largo de estos a?os los que deben dar una respuesta rigurosa y precisa.
Pero s¨ª se puede responder a la cuesti¨®n pr¨¢ctica: ?Cu¨¢l es la situaci¨®n de la ciencia en Espa?a hoy? Con la democracia, nuestro pa¨ªs se interes¨® por la ciencia y pasamos de ser un pa¨ªs casi irrelevante cient¨ªficamente (con algunas honrosas excepciones) durante la dictadura, a ser la d¨¦cima potencia cient¨ªfica mundial en t¨¦rminos de producci¨®n cient¨ªfica, si bien nuestra posici¨®n baja notablemente, a un puesto sensiblemente inferior en t¨¦rminos de desarrollo tecnol¨®gico. Actualmente, Espa?a invierte un 1,25% del PIB, frente al 2,0% de la media europea y muy por debajo del 3% que es la norma en pa¨ªses modelo como Finlandia, Suecia, Alemania o Austria. Estos datos nos sit¨²an como uno de los pa¨ªses que menos invierten en ciencia de Europa. Pero a¨²n m¨¢s decepcionante son los continuos vaivenes en los presupuestos dedicados a ciencia y tecnolog¨ªa sufridos desde el a?o 2010, que fue nuestro techo hist¨®rico de inversi¨®n en ciencia (1,4% del PIB) y que, desde la crisis de 2011, nos ha llevado a sucesivos recortes. Estos datos hacen imposible una convergencia hacia la media europea, de la que nos alejamos progresiva y peligrosamente, estando en el grupo de los pa¨ªses europeos que menos invierten en ciencia. Como contraste, mencionaremos que recientemente el Senado norteamericano de EE UU ha votado de modo contundente a favor de una ley que duplicar¨¢ la inversi¨®n en ciencia de la NSF (National Science Foundation) en los pr¨®ximos cinco a?os.
Estos datos hacen imposible una convergencia hacia la media europea, de la que nos alejamos progresiva y peligrosamente, estando en el grupo de los pa¨ªses europeos que menos invierten en ciencia
Resulta interesante observar que una crisis sanitaria mundial, provocada por la llegada del virus SARS-CoV-2 covid-19 y la consiguiente pandemia que tantos estragos, especialmente en t¨¦rminos humanos, ha provocado y sigue provocando, ha generado un importante cambio en la percepci¨®n de la ciencia por los dirigentes pol¨ªticos y econ¨®micos. Los cient¨ªficos espa?oles llevamos muchos a?os demandando la necesidad de que la ciencia impregne la pol¨ªtica. Es decir, que los cient¨ªficos asesoren a las instituciones pol¨ªticas de nuestro pa¨ªs para que estas tomen mejores decisiones para la ciudadan¨ªa (v¨¦ase, por ejemplo, los informes de COSCE). Esto es algo que muchos pa¨ªses avanzados vienen haciendo desde hace ya mucho tiempo. Ha sido con la pandemia cuando pol¨ªticos e incluso contertulios han apoyado, en medios y tertulias, sus razonamientos sobre bases cient¨ªficas. Sin embargo, un sistema de asesor¨ªa cient¨ªfico-t¨¦cnica organizado y bien establecido hubiese sido, seguramente, m¨¢s eficaz.
Sin embargo, es importante se?alar que, con motivo de la pandemia, la UE ha creado unos fondos en una cuant¨ªa sin precedentes como ayuda para paliar el efecto del virus. En este sentido, la ayuda, que se adscribe a los fondos del Plan de Recuperaci¨®n, Transformaci¨®n y Resiliencia de la UE para Espa?a, ha permitido que el gobierno aumente de modo sustancial su inversi¨®n en ciencia ya para este a?o 2021 como no lo hab¨ªa hecho nunca (un incremento del 60% sobre el presupuesto de 2020). Es evidente que el efecto de estos fondos ¡°inesperados¡± de la UE pueden ser un punto de inflexi¨®n en nuestro sistema de ciencia si Ministerio y CC AA son capaces de consolidar y mantener la tendencia en sucesivos presupuestos anuales.
En ciencia no existen los atajos, no valen las inversiones improvisadas. En Espa?a necesitamos un Sistema de Ciencia y Tecnolog¨ªa planificado econ¨®micamente y no sujeto a los vaivenes pol¨ªticos o de crisis del tipo que sean. La recientemente creada Agencia Estatal de Investigaci¨®n (AEI) es un primer paso positivo, pero no suficiente. Quiz¨¢s los fondos europeos deber¨ªan permitir el desarrollo de la gesti¨®n plurianual de los fondos de la AEI. Abandonemos la idea err¨®nea de que en tiempos de crisis los pa¨ªses invierten menos en ciencia. Por el contrario, son los pa¨ªses avanzados que tienen la ciencia como motor econ¨®mico y de progreso social, como Alemania, Gran Breta?a, Corea del Sur y tantos otros, los que saben que son las nuevas ideas y tecnolog¨ªas junto con empresas innovadoras las que resuelven las crisis.
El Manifiesto de El Escorial sigue de total actualidad en cuanto a sus demandas. Se propon¨ªa la necesidad de un pacto de estado. Se sigue necesitando, urgentemente, dicho pacto. Es momento de ser valientes y de hacer pol¨ªtica en positivo. Aparentemente, existen movimientos desde el gobierno para promover este deseado pacto por la ciencia que, sin duda, sacar¨ªa a nuestro pa¨ªs del vag¨®n de cola de la UE y nos llevar¨ªa a la posici¨®n que nos corresponde por razones geopol¨ªticas y econ¨®micas. Desde esta tribuna apoyamos sin fisuras este deseado y necesario pacto por la Ciencia.
La ciudadan¨ªa espa?ola, que ciertamente tiene una muy buena opini¨®n de sus cient¨ªficos, demanda que se les gobierne mirando a todos los aspectos de la sociedad para facilitar y mejorar su vida mediante el progreso econ¨®mico y social. El apoyo sostenido al desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico es, y la experiencia demuestra que lo ser¨¢ siempre, el camino a seguir.
Miguel ?ngel Alario y Franco es ex-presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, F¨ªsicas y Naturales de Espa?a.
Nazario Mart¨ªn Le¨®n es ex-presidente de la Confederaci¨®n de Sociedades Cient¨ªficas de Espa?a
Firmantes del Manifiesto de 1996:
Miguel ?ngel Alario y Franco, Emiliano Aguirre Enr¨ªquez, Carlos Belmonte Mart¨ªnez, Ernesto Carmona Guzm¨¢n, Jos¨¦ Elguero Bertolini, Antonio Fern¨¢ndez-Ra?ada Men¨¦ndez De Luarca, Antonio Garcia-Bellido Garcia De Diego, Federico Garc¨ªa Moliner, Miguel De Guzm¨¢n Oz¨¢miz, Antonio Hernando Grande, ?ngel Mart¨ªn-Municio, Carlos Pajares Vales, Francisco Rubia Vila, Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron, Jes¨²s Sanz- Serna, Jos¨¦ Maria Segovia De Arana.
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